22. Decisiones.

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Narra Daniel.

Una vez tomé aquellas pastillas con mi mano me puse a verlas detenidamente, ciertamente lo que tenía en mente era una idea peligrosa de no ser mortal, pero a la vez muy llamativa sobre todo en la situación en la que me encontraba.

—¿Qué debería hacer? —pregunté al aire.

En mi cabeza recurrían un montón de ideas unas no tan buenas, escenarios diversos acerca de las diferentes decisiones que podía tomar en ese momento, resultados más tristes que otros y viceversa.

—Después de todo él ya no quiere verme... —dije con semblante triste.

Volví a mirar las pastillas, sentía todo un deja-vú no era la primera vez que tenía este tipo de arranques depresivos donde veía mi muerte como la única solución a mis problemas, entonces me percaté que era la misma situación, tuve un sentimiento de debilidad y caí al suelo, fue entonces que empecé a llorar. Ya había salido de esta situación con anterioridad y había vuelto a caer.

—Esto no está bien, no puedo hacer esto, no otra vez... —dije limpiándome un poco las lagrimas.

A duras penas logré levantarme otra vez, no podía dejarme caer otra vez y por la misma situación, tenía que ser fuerte y salir de este problema fuese como fuese.

Seguía con las pastillas en la mano y estuve a punto de soltarlas cuando escuché que alguien llamaba a mi puerta de una manera muy insistente, había estado tan ensimismado que no me había percatado de los ruidos del exterior. Algo dudoso y confundido me aproximé a la puerta, supuse que sería Matías preocupado, había escuchado mi celular sonando, podría haber sido él y al no tener respuesta mía regresó.

Confiado en esta suposición abrí la puerta, fue entonces que miré a esa fursona que desde hace un par de semanas no veía y desde luego había extrañado mucho, mi corazón traicionero empezó a palpitar de sobremanera, esto se vino acompañado de una cara de sorpresa.

—¿Rubén?, ¿Qué hac... —ni siquiera pude completar la oración cuando él se abalanzó sobre mi abrazándome fuertemente.

Solamente le correspondí al abrazo, sabía que lo necesitaba igual que él, había venido por mi hasta mi casa después de todo, aunque aún estaba herido y tenía muchas preguntas.

—Mi lobito, aquí estás —decía Rubén en el abrazo.
—¿Q-qué haces aquí Rubén? —pregunté confundido pero igualmente sorprendido.

Él se separó de mi, pude ver que tenía los ojos llorosos quizás por aquel emotivo abrazo.

—Necesitaba hablar contigo, verte, sentirte —respondió y acarició mi rostro.
—Eh... Vamos a la sala —dije y cerré la puerta.

Le hice una señal para que se adelantara y yo lo seguí por detrás, una vez en la sala prendí la luz y dejé el frasco de pastillas en una de las mesitas cerca.

—¿Qué haces con ese frasco de pastillas? —preguntó arqueando una ceja.
—Oh yo... Solo iba a dejarlo aquí... —respondí nervioso.
—¿Acaso tu...? —ya me sabía esa pregunta así que no lo dejé continuar.
—Tenía el impulso de hacerlo... Pero finalmente desistí de la idea; no podía dejarme caer otra vez —dije sentándome en el sillón.
—Oh Daniel... Yo en verdad lo lamento mucho —dijo Rubén también sentándose en el sillón al otro extremo —realmente ahora me siento peor.

Vi como se agachó tapándose el rostro, realmente toda esta situación era cuanto menos confusa para mi, no sabía el porqué había llegado así de repente.

¿Quizás se arrepintió?, ¿vino a pedirme disculpas?

—Emm, ¿en qué te puedo ayudar Rubén? —pregunté cruzándome de brazos.

Atypical Days (Furry - Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora