Capítulo 9:

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Lo conocí un poco durante todo el receso, parecía caerle bien y él a mi. Nos hacíamos preguntas tontas como nuestro animal favorito, cumpleaños, música y shows favoritos; era como hacer una presentación de la primaria y me sentía agusto haciéndolo, supuse que el sentía lo mismo porque mantuvo una sonrisa cálida en todo momento.

- Estudias psicología, ¿No? - Me preguntó mientras caminábamos a mi salón.

- Si. Supongo que no estudias eso, nunca te había visto antes. - Contesté preguntando indirectamente por su carrera.

- No, yo estudio medicina. Estoy terminando el tercer año.

- Que valiente. - Comenté.

- Así soy yo. - Dijo bromeando y reí. - Llegamos a tu salón, aquí nos despedimos por ahora, adiós chica interesante.

- Adiós... - Se fue.

- Ese chico es mayor... - Dijo Erika llegando y la miré negando todo lo que ella pensaba. - ... Solo digo lo que ví. - Me levantó las cejas dos veces picarona.

- Solo hablamos un poco. Y si es mayor, es de tercer año de la facultad de medicina. - Dije contestando lo que sabía que me preguntaría.

- Ouh, los de medicina son lindos. ¿No tendrá amigos que puedas presentarme?

Había veces en que nos lograba diferenciar entre una broma y lo que decía en serio, así que solo procedí a reír.

- Me da gusto que conozcas nuevas personas, Mel.

- A mi también.

...

Recogí a Oliver y estaba bien vestido, me dió gusto que le diera importancia a eso y sobre todo me quitaba un peso de encima el saber que cooperaría en dar una presentación adecuada para ingresar.

El director era ya un señor de la tercera edad y fue muy amable, quedó en llamarnos dentro de los próximos dos días para confirmar la inscripción; lo más probable era que si. Tanto Oliver, como yo, estábamos tranquilos y contentos.

- Gracias por esforzarte. - Le agradecí ya estando en el auto.

- Ya no quiero que estés decepcionada de mi. - Habló con rapidez y me sensibilizó.

- Jamás he estado decepcionada de ti, me sorprendió tu manera de actuar y por supuesto que no fue correcta. Pero, yo sé que eres bueno. - Lo miré un segundo.

- No volverá a pasar. Prometo hacer lo posible.

- Te creo, si vuelven a molestarte solo dímelo y yo me haré cargo. También lo prometo.

- Melissa, no seas cursi, haces que quiera saltar del auto a 100 kilómetros por hora. - Me contestó aparentando ser amargado.

Yo sabía muy bien que solo quería forzar la lágrima a quedarse dentro de su ojo, pero dejaría que pensara que no me daba cuenta por una mejor convivencia. Así que reí y seguí conduciendo hasta la casa.

- Bien, puedes bajar. Cierras la puerta con seguro ¿Okay? - Asintió. - Cualquier cosa me llamas, volveré en la noche.

- Ya vete, te preocupas de más. Soy un adolescente responsable. - Cerró la puerta del auto y yo bajé el vidrio.

- Toda esa frase explica el porqué me preocupo.

Más allá de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora