Lo conocí un poco durante todo el receso, parecía caerle bien y él a mi. Nos hacíamos preguntas tontas como nuestro animal favorito, cumpleaños, música y shows favoritos; era como hacer una presentación de la primaria y me sentía agusto haciéndolo, supuse que el sentía lo mismo porque mantuvo una sonrisa cálida en todo momento.
- Estudias psicología, ¿No? - Me preguntó mientras caminábamos a mi salón.
- Si. Supongo que no estudias eso, nunca te había visto antes. - Contesté preguntando indirectamente por su carrera.
- No, yo estudio medicina. Estoy terminando el tercer año.
- Que valiente. - Comenté.
- Así soy yo. - Dijo bromeando y reí. - Llegamos a tu salón, aquí nos despedimos por ahora, adiós chica interesante.
- Adiós... - Se fue.
- Ese chico es mayor... - Dijo Erika llegando y la miré negando todo lo que ella pensaba. - ... Solo digo lo que ví. - Me levantó las cejas dos veces picarona.
- Solo hablamos un poco. Y si es mayor, es de tercer año de la facultad de medicina. - Dije contestando lo que sabía que me preguntaría.
- Ouh, los de medicina son lindos. ¿No tendrá amigos que puedas presentarme?
Había veces en que nos lograba diferenciar entre una broma y lo que decía en serio, así que solo procedí a reír.
- Me da gusto que conozcas nuevas personas, Mel.
- A mi también.
...
Recogí a Oliver y estaba bien vestido, me dió gusto que le diera importancia a eso y sobre todo me quitaba un peso de encima el saber que cooperaría en dar una presentación adecuada para ingresar.
El director era ya un señor de la tercera edad y fue muy amable, quedó en llamarnos dentro de los próximos dos días para confirmar la inscripción; lo más probable era que si. Tanto Oliver, como yo, estábamos tranquilos y contentos.
- Gracias por esforzarte. - Le agradecí ya estando en el auto.
- Ya no quiero que estés decepcionada de mi. - Habló con rapidez y me sensibilizó.
- Jamás he estado decepcionada de ti, me sorprendió tu manera de actuar y por supuesto que no fue correcta. Pero, yo sé que eres bueno. - Lo miré un segundo.
- No volverá a pasar. Prometo hacer lo posible.
- Te creo, si vuelven a molestarte solo dímelo y yo me haré cargo. También lo prometo.
- Melissa, no seas cursi, haces que quiera saltar del auto a 100 kilómetros por hora. - Me contestó aparentando ser amargado.
Yo sabía muy bien que solo quería forzar la lágrima a quedarse dentro de su ojo, pero dejaría que pensara que no me daba cuenta por una mejor convivencia. Así que reí y seguí conduciendo hasta la casa.
- Bien, puedes bajar. Cierras la puerta con seguro ¿Okay? - Asintió. - Cualquier cosa me llamas, volveré en la noche.
- Ya vete, te preocupas de más. Soy un adolescente responsable. - Cerró la puerta del auto y yo bajé el vidrio.
- Toda esa frase explica el porqué me preocupo.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de los sueños
FantasyMelissa, una estudiante de psicología cansada y frustrada por varios problemas que la acompañan desde el pasado, opta por tomar pastillas para dormir sin saber que pronto descubriría algo que la hará desear no haberlo hecho. Los sueños son inofensi...