- No es real, es mi mente, no me puede lastimar. Largo, largo, largo. - Seguía hablando lo más bajo que podía.
Tardé en darme cuenta que ya no se escuchaba nada, sin embargo, tampoco podía salir, estaba demasiado alterada para hacerlo. Tenía mi cabeza agachada sobre mis piernas. Quería calmarme, quería despertar.
Eso... Despertar. Me recargué lo más cómoda que pude para dormir.
Despierta. Anda Meli. Cuando abras los ojos vas a estar junto a Erika.
Esperé unos minutos o eso creí que fueron y abrí los ojos, pero aún estaba en el armario. Enterré mis uñas en mis piernas de la frustración, me aguanté las ganas de gritar e hice ejercicios de respiración que a penas y funcionaron unos segundos, porque nuevamente escuché ruidos que me pusieron alerta. Estaba muy cerca y yo ya veía mi fin. Las puertas se abrieron tan lento para mi, sentía las palpitaciones de mi corazón y el recorrido del oxígeno en mi cuerpo, entonces vi un cuerpo que se agachaba a mi altura y removía la ropa, la luz me encandilaba y me retorcí asustada. Puso una mano sobre mi pierna y grité tan fuerte que me dolió la garganta, di manotazos en defensa y entonces me habló.
- Melissa, soy yo. Mírame.
Dejé de gritar y me enfoqué en la persona que tenía delante de mi.
- ¿Ethan? - Mi voz salió aguda y rasposa. Dejé de golpearlo, él sostenía mis manos con delicadeza.
- Si.
Me abalancé sobre él rodeándolo con los brazos energéticamente, me devolvió el abrazo con calidez.
- Estás bien, estás a salvo. -Me dijo.
Me separé cuando dejé de llorar.
- Lo siento. - Limpié mis lágrimas con la mano.
- No te preocupes. - Me levantó del suelo.
- ¿Ya... ya se fue? - No quise que me temblara la voz, pero así fue.
- ¿Quién?
- Un hombre, había un hombre, me quería lastimar. Por eso entré el armario.
- No había nadie cuando llegué. - Me miraba preocupado.
- No me mires como si estuviera loca. Estaba aquí, junto con una sombra negra que me ha estado siguiendo y los demás... todos actuaban extraño, me dijeron cosas raras y desaparecieron. - Hablé con rapidez, me estaba exaltando.
- Hey, hey - Puso una mano sobre mi hombro. - Está bien, yo te creo, vi lo que pasó en la escuela.
Lo miré desconcertada.
- ¿Por qué no desapareciste? ¿Qué haces aquí?
No quería volver a alterarme, pero no me sentía con la confianza suficiente como para no sospechar de él, digo, ni siquiera lo conocía bien, a penas lo había visto un par de veces, ¿de dónde rayos había salido? ¿no se supone que en los sueños sale solo gente que has visto en la vida real?
- Aún estaba dentro de la escuela cuando pasó, lo vi por la ventana y... te seguí. Esperé afuera que salieras, pero como no lo hacías pensé en buscarte y bueno... aquí estamos.
- Perdóname, pero no te creo.
- Entiendo. Te lo explicaré mejor cuando...
Un ruido estridente lo interrumpió, creo que a ambos nos puso la piel de gallina porque pude ver cierta angustia reflejada en sus ojos, desvié los míos a donde provenía el ruido, el pasillo. Era mi papá, tenía su cinturón en la mano y golpeaba con fuerza a la pared mientras caminaba lento, pero muy seguro hacia nosotros, sonreía con maldad y no había ni una pizca de humanidad en su mirada.
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Más allá de los sueños
ФэнтезиMelissa, una estudiante de psicología cansada y frustrada por varios problemas que la acompañan desde el pasado, opta por tomar pastillas para dormir sin saber que pronto descubriría algo que la hará desear no haberlo hecho. Los sueños son inofensi...