Capítulo 20:

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- Debo irme, fue un placer. - Dijo Ethan y se retiró.

De inmediato sentí la mano de Isaac relajarse y sonreí como alguien que triunfa en la vida.

- Sé porqué sonríes y no es divertido, querida. - Me comentó Isaac al percatarse de cómo traía mi cara.

- Si lo es, celoso. - Contesté tratando de calmarme.

Sacudió la cabeza, plantó un beso en mi frente y se marchó a su clase.

Eso era todo lo que había querido en un chico, él era todo lo que siempre quise en un novio. Lo tenía aquí, ¿Podía tenerlo allá también? ¿Sería demasiado pedir que solo una cosa fuera real? ¿Era malo querer la vida con la que soñaba? Solo quería sentir la felicidad que tenía aquí, pero estando despierta. Una realidad y no una fantasía.

...

- Aún no me recupero de la fiesta. - Suspiró Erika.

- La... ¿Fiesta? - Repetí confundida.

- La del viernes, es la única fiesta a la que hemos ido recientemente. - Me miró irónica.

- Ah, si. Esa fiesta. - Sabía a lo que se refería, pero eso no lo soñé.

- Aún no supero que hayas bailando tanto. No te reconocí. - Soltó un par de risas.

Entonces vinieron a mi como un conjunto de flashbacks, momentos de la fiesta, como si de la nada me hubieran implantado los recuerdos de esa noche.

Fue una locura.

No sabía que yo podía bailar tanto o siquiera bailar poco, pero al parecer Erika tenía razón, no me reconocía ni yo misma. No era algo malo, solo era diferente, recordaba pláticas con Isaac, con nuestros amigos, la ropa que llevaba e incluso el olor de mi perfume. Cómo si hubiera estado ahí,
o por lo menos que estuviera consciente de ello.

- Esa no era yo. - Le comenté con gracia.

- Si lo eras, tú sin estrés y decidiendo divertirte un rato. No está mal tener un descanso y solo ser joven. Te hacía falta, Mel. - Sus ojos mostraban sinceridad.

- Creo que tienes razón.

- Claro que sí.

Mientras seguimos platicando me sentí observada, ese sentimiento tan extraño me invadió, tanto que logró ponerme incómoda. Miré hacía todas partes y aunque si había personas a ninguna la conocía o no parecían estarnos prestando atención a nosotras.

- Siento que nos miran. - Susurré.

Erika dió un vistazo rápido alrededor.

- Hay muchas personas, raro sería si no nos vieran. - Estaba calmada, como siempre.

Tenía razón, había muchas personas, pudo haber sido cualquiera.
El sueño se fue alargando. La vida que siempre quise, ya me estaba acostumbrando a todo, las palabras cursis de Isaac, mis padres felices, mis amigos de vuelta. Era feliz ahí.

Soy feliz aquí.

- Ya pude identificar al tal Ethan. - Comentó mientras llevaba un bocado de ensalada a la boca.

- Es justo tú tipo, no? Te lo dije. - Me miró entrecerrando los ojos.

- No todo es físico, Melissa. - Sonrió sarcástica. - Es guapo. Ya veremos lo demás.

- Lo ví y pensé que sería perfecto para ti. Siempre dices que quieres un esposo de ojos claros para que tus hijos sean pelirrojos de ojos claros. - Me agarré mechones de cabello y los sacudí en su cara burlesca.

- Tienes toda la razón, querida amiga. Parece ser un caballero también. - Dió un vistazo rápido a la sudadera.

- Perfecto te lo digo yo. - Guiñe un ojo.

- Melissa.

- Dime - Dije entre risas.

- No dije nada. - Erika me miró confundida.

Dejé de sonreír.

- Eres una esquizofrénica. - Rió fuerte y yo con ella.

- ¿Eres real? - Seguí la broma.

- Melissa. - Retumbó en mi oído.

- No hables tan fuerte, vas a dejarme sorda.

Erika me miró más seria.

- No dije nada. ¿Estás bien?

Dejé que mis pensamientos me envolvieran, hasta que mi vista quedó perdida.

No puedo quedarme por siempre.

- No eres real. - Dije aún perdida y pude notar su preocupación. - Porque esto es un sueño.

- No seas tonta. Soy muy real, mírame. - Adoptó un tono neutro en su voz.

La miré. Claro que existía, pero no de esta manera. La seguí viendo hasta que se volvió Incómodo. De repente todo se quedó en silencio, ¿Por qué todos se habían callado? El silencio era tortuoso, tanto que tuve que observar que pasaba a mi alrededor. Todos estaban viéndome, como si hubiera hecho algo terrible, estaba tan desconcertada por la situación que no me di cuenta cuando alguien tomó asiento junto a mi.

- Rayos, estoy muy nervioso. No conozco a nadie.

De inmediato giré mi cabeza en su dirección. Era Ethan.

- Lo siento, ¿Puedo sentarme? - Parecía ansioso.

- Claro... - contesté sin más. - ¿No hiciste amigos nuevos?

- Me toma tiempo y cuando te ví aquí, decidí que sería bueno estar con alguien un poco más conocida. ¿Está bien?

Me di cuenta que los demás seguían en sus cosas, hablando con sus amigos y Erika solo comía y sonría mientras escuchaba a Ethan.

- Si, eres muy oportuno. - Dije tranquila de qué todo hubiera vuelto a la normalidad.  - Ella es Erika. - Añadí.

- Un gusto señorita. Soy Ethan. - Sonrió.

Erika parpadeó un par de veces asombrada con la formalidad de Ethan. Algo en mi quiso reír, pero seguía pensando en lo anterior.

- El gusto es mío, Ethan. - Contestó.




Más allá de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora