Me daba la impresión de que quería decirme algo durante el desayuno y no se animaba.
- Iré al grano. - Dijo finalmente.
- Adelante. - Dejé de comer y lo miré fijamente aguantando la risa.
- Quiero que me lleves a comer pizza.
- ¿A comer pizza? Podemos pedirla. - Me interrumpió de inmediato.
- No, quiero ir a un lugar en específico. - Suspiró. - Escucha, Meli, hermana querida. Mis amigos irán hoy a comer en Pizzaland.
- ¿Cuáles amigos? - Reí y solo recibí una mueca de su parte. - ¿No es ese un lugar nuevo? No sé si tenga dinero para eso o si deba premiarte con una salida si estás castigado.
- No tienes que decirle a mamá y yo tengo algunos ahorros, por favor, por favor. - Suplicó.
- Si tus ahorros son solo centavos, entonces no me sirven.
- No lo son. Anda, vamos y jamás volveré a decirle a mamá que me llevas tarde a la escuela.
Pensé unos segundos sobre hacerlo, si mamá se enteraba seríamos dos los castigados.
- Te devolveré el favor. - Añadió.
- Bien, pero quiero también que me obedezcas allá. - Acepté sin estar muy segura.
- Lo que quieras. Gracias.
Terminó lavando los platos también, al parecer tenía muchas ganas de ver a sus amigos.
Volví a mi cuarto para cambiarme y tomé mi celular para ver si mamá no había mandado algún mensaje de si volvería temprano, si eso pasaba estaríamos fritos. Tristemente mi celular no tenía batería, estaba más que muerto por eso nunca sonó durante la mañana.
No sonó, no me despertó... No me sacó de mi sueño.
No era seguro que esa fuera la razón por la que no podía salir de mi sueño, pero tampoco creía que fuera solo una casualidad. Así que, lo puse a cargar y me arreglé cruzándome de vez en cuando con el pensamiento de que si seguiría en un sueño, sonreí ante esa tontería cuando me di cuenta que tenía sueño aún.
Oliver y yo llegamos a Pizzaland, en cuanto vió a sus amigos no dudó en dejarme en la mesa sola con todas las cosas de sus amigos y él bajo mi cuidado. Oliver había dicho a sus amigos que yo iba a estar y que los iba a cuidar a todos para que no estuvieran los otros papás. Quise enojarme, pero eso no iba a cambiar nada, ya estaba ahí.
- Habrá un adulto ahí, no tienes que venir conmigo. - Escuché a un chico hablar.
- Quiero saber quién, no sé si es confiable. - Le respondió un hombre, supuse que su papá.
- Llegaste, creí que no vendrías. - Ahora fue la voz de mi hermano la que oí.
Miré a su dirección para ver al otro chico que tendría que cuidar.
- Si, mi hermana es adulta y se va a quedar. Es responsable, es una nerd, no debes preocuparte. - Explicó a aquel hombre que me daba la espalda. - Está sentada ahí. - Me apuntó.
- Conócela y vete. - Habló el chico.
Ellos se acercaron a la mesa y reí por dentro al ver a Isaac.
- Melissa. - Se sorprendió al verme.
- Hola Isaac. - Respondí con nervio.
- ¿Se conocen? Genial. Nos vamos. - El chico y mi hermano se fueron con los demás.
- ¿Oliver es tu hermano? - Preguntó tomando asiento a lado mío.
- Si, ¿Es tú hermano? - Ahora pregunté yo refiriéndome al otro chico.
- No, es mi primo.
Asentí con la cabeza y volteé a ver a mi hermano que estaba a lo lejos jugando con los demás. Era un poco incómodo el silencio que se había creado.
- ¿Oliver te extorsionó o algo para cuidarlos? - Inquirió.
- Algo así, digamos que yo no sabía que sería niñera y mucho menos que no tendría paga. - Rió. - Se supone que es mi día libre.
- Mi primo, Josh; me contó lo de tú hermano en la escuela, no sabía que era tu hermano, pero ellos son amigos.
- Descuida, mi hermano no es así. Ese niño lo molestó primero por mucho tiempo. - Contesté para que él no creyera que mi hermano era un adolescente violento.
- Entiendo. ¿Está todo bien con él? - Levanté una ceja y él se dió cuenta de la mala pregunta que había hecho. - No, me refiero si está mejor en la nueva escuela.
- Bueno, entra el lunes. Espero que si le vaya mejor. Ha sido un poco difícil para él el año. - Respondí vagamente.
- Claro, la secundaria es de muchos cambios para los adolescentes.
- Eso creo.
Isaac se quedó conmigo a cuidar a los chicos e incluso nos compró un helado a todos. Después de la plática con tensión, todo se volvió mucho más ameno y hasta divertido. No había sido tan mala idea ir al final.
- ¿Irás a la fiesta de fin de año escolar? - Pregunté esperando que dijera que si.
- Tengo que. - Contestó sonriendo.
- ¿También te obligan a ti? - Dije divertida.
- Digamos que si. Es ir o desparecer del estado.
- Me pasa lo mismo.
Cuando menos lo pensé se había hecho tarde y teníamos que volver a casa antes que nuestra mamá.
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Más allá de los sueños
FantastikMelissa, una estudiante de psicología cansada y frustrada por varios problemas que la acompañan desde el pasado, opta por tomar pastillas para dormir sin saber que pronto descubriría algo que la hará desear no haberlo hecho. Los sueños son inofensi...