Capítulo 19:

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Está vez todo parecía algo diferente, quizás era porque no estaba en mi cuarto. No escuché ninguna voz y aún así desperté, tenía un dilema entre solo dormir o ver qué me preparaba el mundo de los sueños. Caminé un poco por la casa mientras yo dormía, como la primera vez, cuando vi a Oliver dormir, quería apreciar la tranquilidad de la casa mientras todos descansaban, solo que, alguien no estaba en su cama. Mi mamá estaba en la mesa con una pluma en la mano y una hoja de papel, me miraba dormir. Era raro que me mirara y al mismo tiempo no lo hiciera; me acerqué a dónde estaba para leer lo que había escrito. Mis ojos recorrían la hoja con lentitud, era una carta para mí, se iría mañana a trabajar a otra ciudad cercana y volvería el lunes por la tarde. Hice una mueca ante tal información, pero seguí leyendo; al parecer nos quedaríamos en casa de Erika, así yo podría trabajar y la mamá de Erika cuidaría a Oliver. Mi mamá sabía que podía quedarme sola en casa y Oliver con ellos, pero también sabía que no quería estarlo. Ambas estaríamos mejor así. 

Dejé se darle vueltas al asunto y atravesé el portal. De nuevo en la escuela, todos aquí eran un tanto raros; creo que podría llamarlo "normal", aquí jamás pasó lo de mi papá, jamás falté por semanas mientras salía en televisión lo ocurrido y tampoco perdí a todos mis amigos o bueno, casi a todos.

Troté por los pasillos buscando a Erika. Sentía mi celular vibrar en el bolsillo del pantalón, lo ignoré totalmente porque sabía que era Isaac y ahora no quería ponerme nerviosa teniendo una conversación con mi "novio".
Creo que mi primer error fue el trotar, alguien derramó su café con mucho hielo sobre el piso y cuando quise frenar ya era demasiado tarde, mi pie pisó un cubo de hielo y patiné por dos segundos antes de caer al suelo sobre la bebida. Escuché las risas inmediatas, incluso yo lo hice, seguramente era más pena que diversión.

Siempre tan discreta.

Esperé a que la adrenalina bajara un poco para ponerme de pie con cuidado. Un chico alto y castaño me ayudó a levantarme del suelo, de inmediato sentí mi trasero húmedo, estaba llena de café. Él tomó su sudadera y la  comenzó a amarrar a mi cintura, lo miré a los ojos con sorpresa.

Grises, sus ojos son grises.

Nunca había conocido a alguien con ese tono de gris, tenía pequeñas líneas color azul claro acentuando el gris ceniza.

- Como nueva. - Comentó al terminar de sujetar la sudadera.

- Gracias. - Sonreí agradecida. - No era necesario, te la devolveré en cuanto pueda.

- Descuida, está mejor en ti, es tu color. - Me devolvió la sonrisa.

- Amor, ¿Qué sucedió? ¿Te encuentras bien? - Isaac llegó tomando mi cabeza y acomodando mi cabello.

- Estoy bien, fue un accidente. Fue mi culpa. - Respondí.

- ¿Y eso? - Apuntó a la sudadera.

- Me la prestó... - Miré al chico esperando que dijera su nombre.

- Ethan. - Dijo aún sonriente.

- Un gusto, Melissa. - Me presenté e Isaac con rapidez tomó la palabra.

- Yo soy Isaac, gracias por ayudarla. - Él levantó su mano e Ethan la estrechó.

¿Debería ser incómodo?

No era por nada en particular mi incomodidad, solo quería otro pantalón, uno seco de preferencia.

- ¿Eres nuevo? - Siguió hablando Isaac mientras tomaba mi cintura.

Agaché mi cabeza para ver su mano y sonreí, siempre había querido que alguien hiciera eso. Tal y como había leído cientos de veces.

- Si, acabo de mudarme. - Contestó.

- Tienes cara de estudiante de literatura. - Trató de adivinar mi novio.

Mi novio, eso era nuevo.

- Psicología, de hecho, segundo año. ¿Tú eres de medicina, no? - Acertó con seguridad.

- Así es. Mi novia también estudia psicología, segundo año. - Volteó a mirarme. - Tal vez deberías ayudarlo a encontrar el salón.

El timbre de la primera clase sonó. Yo no la tenía según el horario en mi cuaderno. Ojalá en la vida real tampoco la tuviera, así no tendría retardos que me quitan puntos.

- Si quieres ayuda puedo llevarte. - Me dirigí directamente a Ethan.

- Descuida, ya hice el recorrido. ¿Eres grupo C?

- No, soy del B. Conozco alguien ahí, puedo pedirle que te apoye.

Isaac comenzó a ponerse inquieto, tenía que irse a su clase y al parecer no quería dejarme a solas con él. No necesitaba ser psicóloga para darme cuenta que quería marcar territorio como si fuera un perro.

¿Lindo o intenso?




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