Caminamos entre la gente, subimos las escaleras y pude notar como nos alejábamos de todo, la música, el sonido de las voces, de la gente... Abrió una puerta y me dejó pasar primero.
- Bienvenida a mi humilde morada. -Rompió el silencio.
- ¿Estás viviendo aquí? - Eché un rápido vistazo a mi alrededor.
Un espacioso cuarto con paredes grises y cuadros a blanco y negro que hacían que se viera precioso, neutro, tranquilo. Como me gustaría mi consultorio.
- Si, al menos hasta que me gradúe. - Asentí entendiendo. - Lo siento. - Sostuve su mirada para que siguiera hablando. - No sabía que tú y Leslie se conocían.
- Ohh, eso. No importa. - Hice un ademán con la mano. - No hablamos hace tiempo...
- Si, Erika me lo dio a entender. - Abrí los ojos de repente. - Alcancé a escucharla.
- Discúlpala, ella no tiene filtros. Es verdad que no somos amigas.
- No, está bien. No es algo de mi incumbencia y prefiero no meterme en esas cosas de chicas. - Reí y él me sonrió.
Estuvimos hablando más tiempo del que podría reconocer, tenía algunos mensajes de Erika que decidí no ver porque me sentía demasiado ocupada escuchando cada palabra de lo que Isaac me decía.
No supe en qué momento nos habíamos acercado tanto, incluso nuestros susurros me parecían altavoces de gran potencia, tampoco noté cuando comenzamos a rozar los dedos de nuestras manos y las sonrisas fugaces que nos dedicábamos al hacernos cosquillas con esos roces. Incluso cuando nos quedamos callados solo mirándonos no me puse nerviosa, me sentía tan tranquila, como no lo había estado antes con ningún hombre.
Y el beso... Aún mejor de los que soñé, cálido y suave como la brisa del atardecer en la playa, tan bello y bueno para ser la vida real. Sus manos recorrieron mi rostro y las bajó hasta mi cintura acercándome más a él; sonreí ante su acción y me susurró entre los labios lo hermosa que era.
- Hermosa como ninguna otra.
Se alejó unos centímetros y se limitó a observarme, posó sus ojos en mis labios y volvió a besarme. Me incliné poco a poco y sin darme cuenta hasta quedar recostada en la cama, eso no lo detuvo y se colocó encima de mi. Cuando me percaté abrí los ojos sorprendida, me tensé y no pareció importarle, pues seguía besándome a pesar de que yo había dejado de mover mis labios. Puse mis manos en su torso tratando de apartarme, pero no tenía la suficiente fuerza. De pronto, mi celular comenzó a sonar.
- Isaac.... - Dije sin mucho aliento, esperando que él se detuviera.
Ante su caso omiso, decidí voltear mi cara al mismo tiempo que lo volvía a alejar con las manos.
- Tengo que contestar.
- Si, lo siento. Adelante.
Se apartó por completo de mi y me ayudó a levantarme. Para cuando tomé el celular ya había dejado de sonar, era Erika. De paso miré la hora, diablos.... ya eran las tres de la mañana.
DIABLOS. SON LAS TRES DE LA MAÑANA.
- Tengo que... amm - Isaac tenía el ceño fruncido, seguro preocupación porque seguramente yo tenía una mala expresión. - Tengo que irme. Es tarde.
- Por supuesto, las llevaré a casa. - Se ofreció y rebuscó en un cajón.
- No hace falta, pediremos un taxi o algo así. Gracias. - Me acomodé el cabello y recobré la respiración normal.
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Más allá de los sueños
FantasyMelissa, una estudiante de psicología cansada y frustrada por varios problemas que la acompañan desde el pasado, opta por tomar pastillas para dormir sin saber que pronto descubriría algo que la hará desear no haberlo hecho. Los sueños son inofensi...