Fyodor como niño

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JSJJAJSJ ¿no me quieren soltar verdad? Amenacé con un último capítulo y me hicieron un pedido. Sí, yo también les voy a extrañar.

Fyodor se convirtió en mocoso.

Ya se la saben, persona que lo pidió, manifiéstate

                                                                                       . . .

Habías salido con tus amigos y todo iba de maravilla, hasta que comenzaste a recibir una llamada tras otra de Nikolai. Las primeras llamadas las ignoraste pensando que solo se trataba de una de sus habituales bromas, hasta que te marcó Sigma.

El masculino informó que algo muy grave le había sucedido a Dostoyevsky y necesitaba que estuvieras en casa para poder ayudarlo.

Preocupada y sin pensarlo dos veces, volviste lo más pronto posible a tu vivienda, pero aún no había llegado Sigma, así que te tocó esperar.

Un rato después se escuchó la puerta abrirse, corriste hacia ella con angustia por lo que había podido sucederle a tu novio.

Pero Fyodor no se veía por ningún lado, solo entró Sigma cargando una maleta que dejó frente a ti y se dispuso a salir de la habitación.

Cuando le pediste una explicación, se acercó a la maleta y la abrió. Dentro estaba un niño pequeño con una expresión de notable enfado. Sin embargo, no era cualquier niño. Era Fyodor Dostoyevsky.

Se hizo niño porque lo afectó una habilidad —informó Sigma—. Solo cambió su aspecto, porque todavía piensa como adulto.

—¿Y hasta cuándo va a estar así? —cuestionaste.

­—Ya sabemos como regresarlo a la normalidad, pero ahora se apareció una organización enemiga y no podemos cuidarlo.

Dicho eso, Sigma salió con extrema prisa del lugar.

Dostoyevsky negó con la cabeza, por lo visto no podía hablar.

Era muy extraño verlo de esa forma, pero no sabías cuanto tiempo iba a estar así. Además tenías muchas cosas que hacer. Entre ellas ir al supermercado, ya que la despensa de la casa estaba a punto de acabarse.

—Tengo que salir, lo malo es que los niños pequeños no pueden quedarse solos porque un solo descuido y se lastiman —dijiste con una sonrisa, burlándote de Fyodor.

La respuesta del masculino fue hacer una mueca, era gracioso ver alguien de tan corta edad comportarse así.

Sin consultarlo lo cargaste y salieron de la casa para ir al coche.

Sabías que podría ir seguro, pero molestarlo cuando él no puede hacer nada era en extremo gracioso, así que le pusiste el cinturón de seguridad.

En forma de protesta, Dostoyevsky te dio un manotazo muy débil.

No tardaron en llegar al supermercado y al ingresar lo subiste al carrito de compras.

Llegaron al área de la despensa.

—¿Puedo ayudarle en algo señorita? —dijo un hombre que aparentaba tu misma edad.

—No, muchas gracias. Ya nos íbamos —respondiste.

Comenzaste a caminar empujando el carrito para retirarte, pero el hombre te tomó del hombro impidiendo tu avance.

La verdad no trabajo aquí, pero quería iniciar una conversación con usted.

De inmediato Fyodor volteó a la defensiva.

—No creo que su pequeño hermano se moleste solo porque le pida una cita debido a lo hermosa que es.

El señor recibió un golpe en el pecho, Dostoyevsky había tomado una caja de servilletas del carrito y se la lanzó al hombre.

Te giraste a verlo, su expresión enojada era muy divertida debido a que estaba en un niño, si Fyodor hubiera sido adulto cualquiera moriría de miedo.

—Creo que sí se molestó. Tranquilo pequeño, voy a tratar bien a tu hermana —dijo el hombre sonriente. Se acercó al carrito para pellizcar la mejilla de Fyodor, quien se quejó al instante.

El mayor comenzó a reír mientras que Dostoyevsky se movía bruscamente, hasta que consiguió volcar el carrito de compras.

De manera muy rápida se arrastró hasta llegar al hombre. Ya en sus pies, Fyodor intentó de todo; patearlo, pegarle y lanzar cosas que anteriormente estaban en el carrito.

El hombre levantó en sus brazos a Fyodor y lo puso frente a su cara.

—¡Vamos! No te molestes tanto...

Dejó de hablar solo por la patada que recibió en la mandíbula.

­—¡Pero que mocoso tan malcriado! —se quejó mientras se retiraba con la mano en la boca.

Tú comenzaste a recoger las cosas del suelo, mientras hacías un enorme esfuerzo por no reírte a carcajadas del espectáculo causado por tu novio.

Aunque, tuviste que detenerlo cuando quiso ir tras aquel hombre.

Finalmente regresaron a casa, donde Sigma ya estaba esperando con una botella que afirmaba, regresaría a Fyodor a la normalidad.

Ya un rato después de que Fyodor volviera a tener su edad común decidió hablar de lo sucedido.

—Si no me hubiera vuelto niño, le habría pegado más —declaró.

—¿Más? Mínimo su boca terminó con sangre —comenzaste a reírte­—. Fue muy gracioso, y como te caíste del carrito...

Las carcajadas que llevabas reprimiendo desde hace unas horas salieron como una bomba. Al escucharlas, Fyodor solo sonrió.

Yo no podía con mi enojo, pero me alegra que te haya causado gracia.

Y por alguna razón, un día después ese hombre salió como desaparecido en el periódico.

Escenarios con DostoyevskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora