Estocolmo - Parte 2

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Fyodor Dostoyevsky

—Por eso entre mis colegas y yo está la broma de que Nikolai vende pollos rostizados —terminé de contarle a mi señorita.

Ella se estaba carcajeando por la anécdota, era una risa hermosamente melodiosa. Un sonido totalmente armónico que en un mal día, lleno de trabajo y estrés, podría arreglarme toda la vida.

Quiero conservar esa risa, cueste lo cueste. No se va a separar de mi con facilidad.

—¿Alguna otra anécdota graciosa? —cuestionó—. Digo, para matar el tiempo, de aquí a que llega tu jefe.

—No tengo más en mente —respondí.

Que aburrimiento entonces. —Se recargó en el respaldo del sillón.

—Es que en este escondite no hay mucho que hacer porque es improvisado —expliqué—. El otro estaba mucho mejor, había libros, juegos, gimnasio, acuario, hasta alberca teníamos. Pero lo dejamos por lo que te conté de los pollos rostizados.

—¿No tienes una libreta? Para jugar timbiriche, tripas de gato o algo.

Asentí con la cabeza, y salí.

—No puedo creer que este esquizofrénico no se haya hartado de reír —le comenté a mi único compañero de trabajo que está cuerdo.

Regresé con la libreta y dos bolígrafos.

Un rato estuvimos jugando timbiriche  hasta que me acusó de hacer trampa.
Claramente no era cierto, y ella lo sabía, por tanto su falsa acusación se daba con una sonrisa adornando su bello rostro.

Soy alguien que se controla mucho, pero pensé que podría hacer una pequeña excepción. No iba a ser la única vez que pasaba tiempo con ella, pero teniendo en cuenta al problemático Dazai, que ya viene en camino, tenía que aprovechar esta primera oportunidad.

Con calma me acerqué a su rostro, simultáneamente uní sus dedos con los míos.
No se puso nerviosa y mantuvo contacto visual conmigo, que seguridad.

—Lamento informarle bella dama, que gané con toda honestidad —le sonreí.

Sonrió de vuelta y no me apartó, así que me di el lujo de quedarme en esa posición unos momentos más, para apreciar el olor de su perfume, presente debido a la cercanía.

Cuando consideré que si me quedaba más tiempo la señorita podría tomarlo como una invasión a su persona me retiré.

—Voy a fingir que te creo —concluyó.

                             Ⱄ𖤣𖥧ⱄ𖡼

Osamu Dazai

Para mi fortuna mi colega de trabajo, Ranpo Edogawa, ya conocía la situación; así que me explicó.

—Que resulte con éxito, Dazai —enunció—. Hasta aquí te puedo ayudar, solo tú sabes como enfrentarte al demonio de Dostoyevsky.

Asentí con la cabeza.

—Vamos Atsushi —ordené.
Y corrí, seguido de mi subordinado de cabello blanco.

Entonces la situación no era conmigo, era con T/N. Fuera Fyodor mi enemigo o no, se la llevaron en contra de su voluntad y eso es algo que no voy a permitir. La acción no fue personal conmigo. Pero es mi problema.

De cualquier forma, el demonio no tiene ni un poco de mi aprobación para salir con mi hermana, entonces puede irse olvidando de ella.

¿Y es personal? Sí, ¿y qué? Yo no soporto a Fyodor, y esa es suficiente razón para prohibirle a T/N.

                          ᙏ̤̫ ᙏ̤̫͚

Fyodor Dostoyevsky

—¡No lo sé! —le dije a mi dama— ¿Será la letra "k"?

—No —contestó riéndose. Y dibujó la pierna faltante al muñeco plasmado en el papel—. ¡Ahorcado!

—No puede ser, que tragedia.

La puerta se abre de golpe y entra Nikolai para enunciar:

—Un niño de preescolar y su maestro encontraron el escondite.

Entonces Dazai ya estaba aquí.

Y exactamente era así, el castaño entró seguido del chico tigre que hasta hace poco tiempo era muy codiciado en el mercado negro. El primero se notaba muy molesto, tenía la cara roja de furia y la respiración agitada.

—¡Ah! ¡Hola Osamu! —sonrió T/N.

Dazai la miró, se estaba asegurando que ella estaba bien, al verlo se relajó un poco, pero me dijo:

—Vamos a hablar Dostoyevsky.

—¿Ah? ¿Cómo? ¿Se conocen? —cuestionó mi futura mujer.

—Algo así, llegamos a tener una interacción en el pasado —respondí.

Para la sorpresa de todos los presentes, los ojos de T/N se iluminaron.

Entonces no han hablado mucho —dijo sonriente—. Pero yo creo que podrían ser buenos amigos, porque los dos son exactamente la misma estupidez, pero se ven diferente.

—¿Eh? —soltó Dazai.

—¿Cómo? —pregunté.

La risa de Gogol, que de milagro se había ausentado hace un minuto, regresó.

—Y con lo mucho que se agradan —comentó el payaso.

Dazai salió de la habitación y yo salí tras él, dejando a T/N con el payaso y el chico tigre, no me inspiraban nada de confianza pero no me quedaba otra opción.

Ya en otra habitación, Dazai canturreó alegremente con una gran sonrisa falsa:

—¡No cumples la extensa lista de requisitos para salir con mi hermana!

—¿¡Y cuáles son esos requisitos!? —respondí con la misma sonrisa y en el mismo tono.

—No ser ruso, no llamarse Fyodor, que tu apellido no sea Dostoyevsky, no ser una rata, no tener anemia...

—¡Mira que no me interesa!

—¡No quiero que te le vuelvas a acercar!

—¡Pues no te voy a obedecer!

Nos quedamos con esa sonrisa y los ojos cerrados, hasta que escuchamos a T/N.

—¿Lo ven? ¡Son la misma ridiculez!

La chica se presentó arrastrando a Nikolai que estaba inconsciente, seguida del chico de cabello blanco llorando.

—No quiero que rosticen mi pierna —se quejó.

Vámonos T/N y Atsushi —dijo Dazai.

—Sí —respondió la femenina— ¡Adiós Fyodor!

Miré triunfante al castaño.

Y se retiraron del escondite, pero la razón por la que me quedo tan tranquilo es que conseguí que la misma T/N, de su puño y letra, escribiera su número de teléfono en aquella libreta en la que estuvimos jugando.
Algo que ni siquiera se cruzó por la mente de aquella momia caótica.

....
¿Qué les parecieron estos dos capítulos?

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