•14• Pacto de caballeros

23 15 0
                                    

El dolor en mi frente aún late, es como si mi corazón estuviera ahí y no en mi pecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El dolor en mi frente aún late, es como si mi corazón estuviera ahí y no en mi pecho. Corro y salto de tejado en tejado todo lo que puedo, pero mi poder es débil. No he tenido un descanso en días, es cierto que no lo utilicé en su máxima capacidad pero la falta de sueño y el constante nerviosismo por la situación me está poniendo de mal en peor.

El tiempo se agota y decido parar dentro del patio de una casa. Hay un chico reparando su camioneta, tiene la camisa manchada de grasa y su cabello rubio empapado de sudor.

—Hmm, hmm ¿disculpa?

Mi voz lo sobresalta y se gira para ver a la extraña mujer blanca con un traje de ninja y un libro bajo el brazo, eso y mi aspecto de loca que debo de tener.

—¿Sí?

—¿Me podrías hacer un favor?

—¿Y por qué lo haría? Pareces una loca sacada de un cómic.

Aprieto mi mandíbula y para su desgracia me mira detenidamente a los ojos.

—Lo siento, lo siento chico mecánico —digo, mientras lo inmoviliza mi verdadero aspecto y el brillo de mis ojos rojos se reflejan en los suyos.

En cuanto lo tomo, su sangre me sabe horrible, está contaminada de la misma sustancia que Sam ¿Acaso ya no hay cuerpos limpios? Sacudo el dolor de mi mente por milésima vez y escaneo su cerebro por un momento. No encuentro nada relevante y con mi voz mental, le ordeno llevarme en su auto hasta las afueras de la ciudad.

La autopista está resbalosa por la ligera lluvia que cae. Lo hago estacionarse con un derrape en los límites del bosque y el auto queda atascado entre el lodo.

«Genial. Oye chico mecánico, quédate aquí ¿Quieres?»

Su voz es un susurro de afirmación obediente en mi mente. Lo dejo entre un estado de transe con sueño. Le regreso su mínima cantidad de cordura que tomé de él y lo suelto de mi dominio.

—Al menos tú tendrás la dicha de dormir unas horas. Deséame suerte.

Sujeto con fuerza el libro y comienzo a caminar hacia el bosque oscuro. Llevo un buen tramo recorrido y lo único que veo y escucho son los animales corriendo lejos de mi presencia. La humedad del ambiente no es impedimento para que mi cabello esté en punta. Se alza con electricidad y el aura que me rodea zumba por el temor repentino de lo que sea que me voy a enfrentar.

—Vamos Charlie Silver, no lo hagas difícil. Odio jugar al gato y ratón. En especial si soy el valiente ratón que busca al gato.

Comienzo a hacer un ruido con mis labios, una especie de canto de ave. Recuerdo que estando en Japón se me dio la manía de comenzar a imitar aquel delicado sonido.

Voy pisando con cuidado y observando a mi alrededor pero la luz aquí es escasa. Solo algunos rayos logran traspasar las ramas de los árboles. Hay dos senderos que aparecen de pronto ante mí, uno recto con los árboles bordeando sus lados (casi puedo ver el final de ese camino), y otro con ramas y de aspecto confuso. Es como un chiste clásico de cuentos de hadas, donde la débil protagonista escoje el sendero recto y la lleva a la muerte.

Romina Neón #1 El Dominio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora