•6• Aclarando su naturaleza

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Son pasadas las ocho de la mañana y aquí estamos, tres personas normales (bueno, quiten la etiqueta de normal para mí) comiendo pizza grasosa y batidos de chocolate

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Son pasadas las ocho de la mañana y aquí estamos, tres personas normales (bueno, quiten la etiqueta de normal para mí) comiendo pizza grasosa y batidos de chocolate. A eso agreguemos que la "niña" que tengo a mi lado, no ha parado de preguntarme cosas.

—¿Por qué estabas desnuda frente a mi hermano?

Suelta la pregunta mientras estoy bebiendo mi batido, haciendo que me ahogue. Ya le había dicho, al parecer quiere que haga el ridículo frente a su hermano. Toso leve para responder.

—Fue una emergencia, necesitaba... —levanto la mano para tratar de explicar.

Estoy a punto de revelar mi secreto ¿Es necesario que más personas se enteren el día de hoy sobre el bicho raro que soy?

«Aunque Poem ya sabe una gran parte de lo que soy. Y eso me va a costar muy caro. Lo sé.»

—Oye monstruo, deja de molestar a la señorita —Se dirige serio con su hermana menor.

No puedo evitar mirar su barbilla cuadrada y la mancha de salsa de tomate que tiene en ella. Hasta ahora me ha parecido un hombre relajado y sonriente. Un gran contraste de mí.

—Yo no molesto a Romina ¿Verdad que no te molesto, Romina? —su voz es amable y hasta tiene la gracia de pestañear para parecer inocente.

—No, por supuesto que no.

«¡Claro que molestas! ¡Que no te enseñaron a no meterte en lo que no te importa!»

—Romina es buena mintiendo, así que creo que dijo todo lo contrario. Sí, la estás molestando Priscila.

Y de nuevo Poem Smith sabe que estoy mintiendo. Este hombre huele mis mentiras tan fácilmente como yo domando su cuerpo en este instante. Claro, si pudiera.

—Bueno, igual y se va a quedar en nuestra habitación. Así que necesito saber del porqué estaba huyendo de esa forma tan extrema de su propio hogar. Sí yo saliera así a la calle, no quiero ni imaginar el escándalo que harías hermano.

Ella dirige toda su mirada de inquisidor hacia mí. Tomo una rebanada de pizza y bajo los ojos. Le doy una mordida, no quiero responderle.

—¡¿Cómo dices?! —El grito de Poem, hace que dirija mis ojos al par de hermanos—. ¡¿Ella se va a quedar aquí?!

—Oh dios, ayuda a este hombre ¿Sabes que estás hablando de ella como si no estuviera aquí? —Priscila me señala con ímpetu.

—Disculpa Romina. Es que —se rasca la frente—, bueno. Me tomó por sorpresa eso.

Puedo ver ese rubor tímido subir desde el centro de su pecho hasta la base de su cuello. Se acomoda las gafas para luego quitárselas, algo nervioso.

—Si estás en contra de eso, no hay problema. Puedo ir a otra parte —No pretendía sonar herida, pero en cierto punto lo estoy.

Romina Neón #1 El Dominio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora