•27• El templo del tiempo

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Los cuerpos que encuentro al llegar a la zona de derrumbe, no me reciben de la forma que esperaba

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Los cuerpos que encuentro al llegar a la zona de derrumbe, no me reciben de la forma que esperaba. Muertos, rotos, incapaces de levantarse y combatir contra mí. Al menos los últimos que caen sobre sus compañeros, no.

Decir que soy bueno combatiendo es como decir que soy un guerrero celta en las llanuras de algún reino lejano e inexistente. Aunque haya viajado dentro de una especie de portal mágico para encontrarme con mi hermana en alguno de ellos, tan solo unos pocos días atrás.

Mientras noqueó a un sujeto de ojos frenéticos por morder o arrancar alguna extremidad de mi cuerpo. Pienso en la utilidad de ser transportado en un segundo a más de quince metros de altura. Hasta el lugar donde ella se encuentra. Deseo la capacidad de volar más que el fuego que expulsan mis manos en estos momentos.

—Desearás no haber corrido y trepado hasta tu derrota, Romina.

Decirlo en voz alta es un ligero tranquilizante. Mi amenaza no tiene el ingrediente de odio, en absoluto. Sé muy bien lo que hice en el pasado con Romina. Sé perfectamente que ella no me mira de la misma manera que lo hacía en un principio. Me intentó convencer, decirme que era cosa del pasado. Que inclusive estaba agradecida de haberla matado. La había reencontrado con su hermano. Prácticamente me absolvió de mi mancha de sangre sobre ella.

Si antes no la entendía y la encontraba fascinante, en esa ocasión me dejó con el estómago revuelto y las inmensas ganas de destruir el pasado con mis dedos.

Por eso estoy aquí.

La deuda y el amor que siento por ella se mezclan con la sangre y el lodo. Siempre sentiré esa conexión con ella, esa conexión aún sin tocarnos.

Trato de enfocarme en ese fuego que arde entre los músculos del corazón y que también arde en mi mente.

Solo ella puede iluminarme, hacerme desear su toque, su mirada cambiante, la ondulación de su cabello contra el viento y todas aquellas pequeñas cosas que forman parte de ella.

El fuego se extiende como un incendio incontrolable. Grito, giro, pateo, rompo y rompo, a cada amenaza que me intenta arrebatar el fuego que ella me da. Pero los cuerpos que están a mi alrededor no disminuyen sus golpes. Esta pelea no parece tener fin.

—¿Necesitas ayuda, Smith? —la voz de Robin me salva de una mordida mortal en el cuello.

No me detengo a responderle o a siquiera mirar de dónde salió. Todo es un caos, todo es destrucción. El sudor gotea de mis cejas, no me puedo permitir descansar. De alguna forma tengo que seguir. Porque si no puedo elevarme y salvarla, seguramente estaría acabado. Así que estoy en ello.

Romina Neón #1 El Dominio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora