Chapter 2

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El acento británico remarcado es lo que nos volvía irresistibles, la pronunciación distinta a la de los Estadounidense e incluso sus gestos y rasgos característicos.

Atractivos si lo piensas con detenimiento. El mundo humano que tanto había odiado me proporcionó algo para amar.

Las caricaturas.

Tenemos que usar este percance a nuestro favor. — La televisión hablaba y yo como buen samaritana estoy escuchando atentamente.

— ¡Jenna! — Mi oído se agudiza al reconocer la voz tan diferente a la habitual.

Pareció reconocer su error para corregir su acento que tanto la caracteriza.

— Elena — Jenna salió de la cocina limpiando sus manos con un pañuelo —  Pensé que estarías en el hospital, ¿cómo está Caroline? — detallo los rasgos de Elena por el reflejo del televisor y descubro la que tanto había escapado y regresaba a mi tal como lo predije.

— Está un poco mejor, vengo del hospital y necesito que hagas algo por mi. — Observo como la toma del rostro e hipnotiza para después dejarla ir.

Balancea sus caderas hasta la cocina, colocando la música lo que me hace molestar pues no escucho la televisión ahora mismo.

— Turn down the volume on your crap.

Mi voz sale molesta y detiene su baile, siento el aire tenso para verla acercarse con cautela. — No... — Katerina niega mirándome estupefacta.

— No importa cuanto corras, siempre vas a hacerlo en círculos cual canino por su cola si se trata de mi. — Llevo un trozo de manzana a mi boca saboreando su jugo y voltear a verla con mi sonrisa infantil.

Su silencio y falta de educación me irrita tanto, mi paciencia tiene un límite y justo el día de hoy se me había acabado. — Te recordaba más educada.

Parece reaccionar pues su garganta tiembla raspando sus palabras acompañadas por una reverencia — Buenas noches, Lady Mihrimah.

— Buenas noches, Katerina. — Saludo de vuelta y mi molestia es clara al regresar mi vista a la televisión.

Término la película

— Oh — Señalo el sillón que se encuentra al frente — Siéntate. Solo soy una simple niña.

Me salió más como una orden y ella toma asiento con rapidez. Su lenguaje corporal me decía que ella tenía miedo, no pude evitar sonreír al llevarme una uva a la boca.

— Yo... lo lamento. — Se disculpa por primera vez desde que nos vimos.

— No lo lamentas en realidad, las personas lo dicen sin sentirlo y yo me hago cargo de que cuando me piden disculpas lo sientan. — Apago la televisión al ver otra caricatura.

— No pensé...

— No pienses, no actúes, no hables, no razones. — Me pongo de pié para acercarme a ella y levantar su barbilla con mi mano. — Sosténme la mirada cuando te estoy hablando, Katerina. — Mi voz sale más cruda de lo que deseó.

— No puedo hacerlo — Susurra desviando su mirada — No tengo el valor y derecho.

— No es como si hubieras hecho algo malo o si lo hiciste, escapaste. No de Niklaus, Elijah, lo hiciste de mí.

Apuñalo su pierna con fuerza con un pequeño sorbete que tenía en mi mano volviéndolo un cuchillo.

— ¡Diablos! — Suelta un pequeño grito y muerde sus labios para no hacer escándalo.

Mihrimah Mikaelson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora