Capítulo 14

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CAPÍTULO 14



Trece siglos. La historia de los Menores había evolucionado atravesando infinidad de cambios, avances y retrocesos en ese periodo. Era el tiempo que Vyns había pasado destinado en la Tierra y desde el primer momento su mayor anhelo siempre había sido regresar al Nido.

El mundo de los mortales había cambiado hasta el punto de ser prácticamente irreconocible. Las diferentes generaciones habían ido moldeando su entorno de la mano de avances científicos y saltos ideológicos que desembocaron en un panorama nuevo y moderno. Mil trescientos años observándoles no era una cantidad de tiempo excesiva para un inmortal y Vyns estaba al corriente de ángeles que llevaban mucho más tiempo. Aun así, era más que suficiente para convencerse de que los Menores carecían de la fuerza interior necesaria para producir auténticos cambios en su esencia. Aquel nuevo mundo, del que la humanidad estaba tan orgullosa en su conjunto, no era otra cosa que una monumental máscara con la que disfrazar su indigna naturaleza. Las guerras entre ellos no habían cesado y las desigualdades sociales permitían que unos pocos nadasen en la abundancia mientras millones de niños fallecían desnutridos. Eran sólo algunos de los ejemplos que convencían a Vyns de que los Menores siempre estarían guiados por objetivos personales y egoístas. Era cierto que se podían encontrar excepciones concretas a nivel individual, pero eran insuficientes para ejercer un impacto significativo en el conjunto de la humanidad. Nunca aprenderían.

Lo que más enfurecía a Vyns de los Menores era la nueva facultad destructiva que habían adquirido. Ya no era suficiente con que se matasen entre ellos, con métodos directos e indirectos, sino que ahora habían refinado mucho más su poder devastador y ya ni las plantas ni los animales estaban a salvo. Su evolución les había llevado hasta lo más alto y habían empezado a atentar contra todo el planeta en su conjunto. Vyns había apostado a que sin una intervención directa por parte de los ángeles, los Menores destrozarían su propio mundo antes de un siglo.

Y entonces la Onda hizo su aparición. Los Menores la sufrieron de manera más trágica que ellos pero, viendo cómo les había frenado en sus labores destructivas a nivel global, Vyns pensó que en su caso les había venido bien. Por supuesto se guardó de expresar esa opinión en voz alta.

Por fin estaba de vuelta en el Nido. Hubiera preferido que su regreso se debiese a que iba a entregar a Raven y no a que Diago estuviera agonizando y necesitasen con la máxima urgencia llevarle al Santuario.

-Resiste, Diago -le dijo corriendo a su lado. El Custodio yacía desfigurado sobre una lona que el resto de sus compañeros transportaba manteniéndola en el aire. Cuatro ángeles a cada lado sujetaban la improvisada camilla mientras corrían lo más rápido posible. Vyns iba delante abriendo la marcha-. Ya queda poco.

El maltrecho cuerpo se mecía sobre la lona dando botes al ritmo de la frenética carrera. De vez en cuando dejaba escapar algún gemido. La sangre no dejaba de manar de sus incontables heridas y hacía bastante rato que la lona se había teñido de un color rojo oscuro prácticamente en su totalidad.

Vyns reparó en la deslumbrante palidez del rostro de Lyam. Sabía que se sentía responsable por no haberle podido curar. Él era el Sanador del grupo y no había conseguido cumplir su cometido. El veneno que le había inoculado Nilia debía ser increíblemente potente.

-Se pondrá bien -le dijo Vyns-. No dejaremos que muera. Antes de lo que imaginas, Diago estará en pie otra vez y le haremos tragarse sus puñales a esa bastarda.

Lyam asintió, ausente, sin apartar los ojos del herido y sin dejar de correr al límite de sus fuerzas. Vyns volvió la vista al frente y la silueta de la Ciudadela se recortó por fin contra las montañas. Maldijo internamente a la Onda; si aún pudieran volar, habrían llegado en un suspiro. Nunca se acostumbraría a la perdida de una facultad tan útil. No contaban con vehículos de ningún tipo, ya que volar era su mejor y único medio de desplazamiento, pero a pesar de que sólo llevaban diez años sin poder hacerlo, Vyns evocó la última vez que surcó los aires como algo muy lejano en su memoria.

La Guerra de los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora