Cuatro

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El sábado terminamos con la casita al atardecer, así que luego voy a darme una ducha para relajar un poco los músculos de tanto estar martillando, subiendo y bajando del árbol, y todo lo demás. Cuando termino me pongo ropa de casa y voy abajo, pensando en que cocinar. Paso el arco del comedor, y ahí me congelo. La mesa del comedor tiene platos puestos, fuentes con patatas, calabaza, y otras cosas horneadas, además de lo que parecen pequeñas bolitas de arroz con acelga, estas fritas. Noto también una suerte de crema, para condimentarlas supongo. Solo puedo parpadear a la imagen, viendo un jugo de frutas casero y flores en un jarrón en el centro, pero entonces Kyler sale de la cocina con una sartén que al parecer tiene un wok de verduras recién hecho.

-Ey, justo iba a buscarte-sonríe, mientras sirve una porción del wok en cada plato-Sientate-indica, volviendo a la cocina con la sartén vacía. Me aproximo a la mesa y me siento frente a un plato, confundida por esto-Bueno, la verdad no tengo ni idea si salieron bien, pero seguí recetas, así que debería ser tragable-comienza Kyler, viniendo a sentarse-Queria...hacer algo por ti. Por todo lo que haces por mi, por mi madre, incluso los de la banda. Pensé en comprarte algo...pero no tendría mucho sentido, porque el dinero vendría de ti, entonces...bueno, tú disfrutas mucho de la comida, así que pensé que seria un lindo...¿Vas a llorar?-inquiere y niego, parpadeando, pero seco mis ojos y es obvio que si-¿Te puse triste?

-No-lloriqueo-Lo siento, no es eso-niego, y respiro para poder explicarme-Es hermoso, gracias, significa mucho. Yo...no sé si lo notaste, pero aquí casi siempre cocino yo-apunto y asiente-Mamá lo hacia. Papá amaba la comida de mamá, así que ella siempre cocinaba para él, cuando se fue...papá no quería comer la comida de Jaz, así que encontré el recetario de mamá y comencé a hacerlo yo. Intentaba...que fuera lo más parecido posible. De alguna forma eso...nos unió más, supongo. Pero es eso, siempre...él nunca cocina. La ultima vez que comí algo que no hiciera Jaz había sido comida que hizo mamá-explico y asiente, tomando mi mano-Pero esto es hermoso, gracias por pensar en ello-concluyo, y se inclina a dejar un beso en mi mano.

-Primero come antes de agradecerme-susurra y suelto una risita, asintiendo. Me recompongo y comienzo a comer, y al menos el wok está muy sabroso, bien condimentado.

-Está más que tragable-declaro y sonríe, comiendo también.

-Entonces tu madre cocinaba mucho-dice y asiento.

-¿Alguna vez papá te contó algo de su vida o su historia?-pregunto y niega-Pues él era como tú-comienzo y parpadea-Sus padres no tenían mucho dinero, su padre murió cuando el tenía diez años, su madre tuvo que hacerse cargo, vivían en una casa en un barrio pobre. Cuando cumplió catorce comenzó a trabajar, pero nunca le perdió el ritmo al instituto. Tenía un objetivo. Así que tenia trabajos de medio tiempo, se esforzaba en sacar las mejores notas posibles, y ser el mejor en fútbol. Tres años después eso rindió frutos. Le dieron una beca deportiva en la universidad, completa, al tener él tan buen promedio. Le ofrecieron vivienda gratuita en una residencia, así que su madre pudo vender la casa, y mudarse sola a un departamento pequeño. Él aun así tenia un trabajo, pero pocas horas, solo para mantenerse a él mismo y enviarle dinero a su madre siempre que pudiera. Un cumpleaños, él había ahorrado. Quería comprarle algo a su mamá, darle una cena, lo que fuera. Le recomendaron un restaurante pequeño, acogedor, de comida casera, un local familiar. Llevó a su madre ahí por su cumpleaños, comieron una comida hermosa, hizo que todos le cantaran el feliz cumpleaños, ella se emocionó mucho. Y cinco minutos después se acercó a su mesa una chica con una pequeña porción de pastel de chocolate, que tenía una vela, para regalarle a ella, de parte de la casa. Mi padre la vio y quedó automáticamente embelesado. Y su mamá quedó embelesada con el pastel. Así que todos los meses comenzó a reservar una pequeña cantidad de dinero para comprar una porción de ese pastel a su madre. Todos los meses iba y charlaba con la chica, que le invitaba un café, que le hacía probar algunas de sus comidas, y siempre le daba la porción más grande para su mamá. Se enamoró, en cuestión de meses estaba enamorado, y comenzaron a salir. El local era del padre de la chica, y lo dirigían juntos con su hermano, en honor a su madre, que había hecho siempre la más rica comida. Se veían los fines de semana, pasaban tiempo juntos, presentaron a su padres, se enamoraron completamente. Cuatro años más tarde mi padre al fin terminó su carrera, y lo llamaron para jugar como profesional. No quería separarse de su chica, pero tendría que viajar mucho, por ciudades diferentes y más. Así que le pidió que fuera con él. Él podría mantenerla, ella podría probar comidas de otro lugares, y siempre volverían a casa. Con los años él tuvo mucho dinero y pudo comprar una gran casa en la ciudad para que vivieran juntos. Ella volvió a trabajar en el restaurante al establecerse ellos, pero siempre volvía a casa a cocinar para él. Cuando papá terminó su carrera como profesional, finalmente pudieron asentarse de forma definitiva, ya no habría viajes, ahí llegué yo. Papá consiguió trabajo como entrenador, mamá siguió trabajando en el restaurante. Cuando yo tenía ocho su padre murió, pero fue la vejez, era muy grande, de modo que no sufrimos tanto. El restaurante quedó a cargo de los dos hermanos, mi tío y mi mamá. Ahora solo lo tiene mi tío, pero...pues la esencia es la misma, mamá aun está ahí.

Sistema de frenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora