¿Alguna vez has tenido un orgasmo que te deje el cerebro frito y el cuerpo flojo como una muñeca de trapo? Yo si, contando el que me dio Kyler, llevo uno. ¡Porque ni yo misma me doy semejantes orgasmos! ¡Y ahora estoy decepcionada de mí sexualmente! ¿Como coño otra persona sabe darte placer mejor que tú mismo? Ni idea, pero ahora lo llevo jodido en serio. Dado que por mutuo acuerdo declaramos lo del domingo como un momento de debilidad y nada más, ahora yo voy lanzando la palabra apio más veces que Kyler, que luce incluso divertido con eso, el cabrón.
El viernes luego del instituto él quiere ir a ver uno de los partidos de la universidad, que para eso le dio acceso mi padre, para que comenzara a estudiarlos. Me invita, pero tengo mi propio partido. Hoy algún entrenador vendrá a ver a Paul jugar, y prometimos que todos estaríamos ahí, así que tenemos que ir. Nos vemos en casa, cuando vuelvo a cambiarme, pero luego nos separamos. Sarah y yo nos encontramos con Amber en el estacionamiento, que viene con una mueca.
-¿Que ocurre?-pregunto cuando nos saludamos.
-Paul está como loco, no para de enviarme textos de que no le saldrá nada bien y mierdas así-contesta y suspiramos.
-Vale, intervención-declaro y asienten. Vamos dentro del instituto y nos aproximamos al vestuario, donde están entrando y saliendo los jugadores, ya a minutos de comenzar.
-Vinieron-jadea Paul al vernos, cuando llegamos a su taquilla, y asentimos las tres-Joder, me voy a mear-suspira y niego, apoyando mi chaqueta en el banco para tomar sus manos con guantes.
-Mirame-pido y lo hace-¿Que coño te pasa?-ladro y da un respingo-¡Llevas tres años jugando como si hubieras nacido para esto! ¡Es solo otro puto partido! ¡Ni siquiera tú eres tan inútil para cagarla justo hoy!-exclamo y suelta una risita.
-Vale, modo entrenador-entiende y asiento, riendo-Es que el tío es importante-lloriquea, dando saltitos-El entrenador Lewis es uno de los mejores...
-¿Que dijiste?-interrumpo y parpadea.
-Que el entrenador Lewis...
-¿Él vino?-demando y asiente, a lo que chillo.
-¿Que?-jadea, y salto para darle un beso en la mejilla.
-Yo lo tengo-declaro y parpadea-¡Es de la generación de mi padre cabrón! ¡Se conocen!-exclamo y abre su boca-¡Yo lo ablando para ti, tú solo juega!-demando y suelta una risa loca.
-Vale, gracias, corre-pide y asiento, y corremos fuera.
-Es rubio y debería tener una camiseta naranja que represente su universidad-les explico a las chicas, cuando llegamos a las gradas.
-Allí-apunta Amber, y lo veo cerca de una esquina a la mitad de las gradas.
-Lo tengo, ustedes consigan lugar-pido y asienten, así que voy a la escalera. Subo mirando hacia los lados, y cuando paso junto a él fingo verlo de casualidad-¿Entrenador Lewis?-pregunto y alza la vista.
-Si, soy Darril-contesta y sonrío ampliamente.
-Oh, es un placer conocerlo-exclamo dramáticamente, y tomo su mano para agitarla-Mi padre no deja de hablar de usted. Perdón, soy Heaven Mcbell-explico liberando su mano y parpadea.
-¿Mcbell?-inquiere y asiento, sonriendo-¿La hija de Michael?
-Exacto, siempre habla de lo bueno que era usted pateando-contesto y sonríe, con sus ojos más abiertos.
-¡La hija del chico de oro!-exclama y me río, viendo como se hace a un lado-Ven ¿Como está el viejo?-inquiere, mientras me siento a su lado.
-Lo llamaron para las profesionales seis meses, como suplente-contesto y lanza una risa.
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Sistema de freno
RomanceKyler tiene un objetivo. Conseguir una beca deportiva. Michael le da esa oportunidad, todo está servido, lo único que falta...es sobrevivir a Haeven. Las cosas podrian no estar tan servidas como parecen.