2. Una inesperada sociedad

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La mesa de la sala se encontraba perfectamente dispuesta, con un elegante juego de té (traído del palacio del Kaioshin del universo 10), distintos bocadillos dulces y salados y un jarro con flores en el centro. Zamas fusionado había terminado de explicarle a sus contrapartes las peripecias de su plan: la necesidad de fusionarse, el abrumador poder que obtuvo, la aparición de Zeno-sama, la decepción de tener que haber escapado malherido e impotente. Había evitado entrar en detalles sobre algunos hechos del futuro, ya que aún se encontraba en la misma línea temporal y no quería desatar una paradoja o algo por el estilo; ya era suficiente con su mera existencia en ese plano para distorsionar la realidad. Zamas y Black habían escuchado sus palabras con atención, haciendo algunas preguntas y verificando, esta vez con total seguridad, que esa persona era la unión de ellos dos. No sólo por su discurso sino por todo en él: su bella apariencia, su correcto vocabulario, su timbre de voz, sus modales al beber el té —todo de él estaba embebido por la esencia primigenia de Zamas. Poder estar los tres frente a frente era una ocasión excepcional.

—Entonces... ¿Cuál es tu plan de ahora en más? —inquirió Zamas, dejando su taza sobre la mesa.

—No estoy seguro aún. Mi único objetivo era escapar de mi destrucción, mantener mi valiosa vida. Pero no tenía proyectado nada concreto para estas circunstancias. El problema más grave es que, por alguna razón, he perdido mi capacidad de regenerarme. En este momento, debo ser técnicamente mortal —aclaró con un gesto de frustración—. Ya no tengo mi ki divino y mi poder ha disminuido considerablemente. No puedo hacer mucho en este estado.

—¿Cómo es posible que perdieras tu ki? Es como si dejaras de ser un dios —preguntó Black, algo preocupado por que algo así pudiera llegar a pasarle a él.

—Supongo que fue por el inmenso poder de Zeno-sama. Al menos la mitad de mi cuerpo fue alcanzado por ese estallido; si fue capaz de corromper mi cuerpo de esa forma, no me extraña que haya afectado también otras de mis habilidades, incluso las metafísicas; el poder de Zeno-sama va más allá de lo que conocemos. Pero no por eso dejé de ser un dios, de la misma forma que un mortal con el ki de los dioses no se convierte automáticamente en uno.

La imagen de Goku utilizando el ki divino enseguida apareció en su mente, haciéndole volver a sentir la misma rabia que la primera vez que vio ese desagradable espectáculo.

—Por lo tanto, según tu historia, debemos acabar con todos los humanos que quedan antes de que logren hacer contacto con sus congéneres del pasado —agregó Zamas.

—No es tan sencillo —contestó su contraparte—. Sólo Trunks sabe la ubicación de la máquina del tiempo; debemos evitar destruirla ya que es la única manera que tengo de volver a mi época. Además, Trunks es el único humano capaz de elevar el nivel de Black en las peleas; deshacernos de él ahora sería truncar el camino de Black hacia la perfección de su fuerza.

Zamas afiló la mirada; Black, al contrario, abrió sus ojos con interés.

—¿Te acabas de referir a mí como "Black"?

—Sí, ¿por qué?

Zamas y Black intercambiaron una mirada.

—Sólo los mortales me llaman así.

Zamas fusionado sonrió.

—Sí, lo sé. Sé bien que entre ustedes se llaman "Zamas" mutuamente. Pero si desvío la vista y digo "Zamas", ¿podrían saber a cuál de los dos me dirijo? Es práctico entre ustedes, pero no con un tercero.

Black no hizo acotaciones. Era un buen punto.

—Te acostumbrarás, lo sé —agregó la fusión, en tanto bebía un poco más de té de su taza.

Oportunidad contra el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora