15. Verdades inevitables

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—¡Oh! ¿Qué son estas cosas? —preguntó Black al ver los pastelitos servidos en la mesa.

—Se llaman cupcakes —respondió Zamas, divertido ante la fascinación de su compañero, mientras servía el té—. Son como las magdalenas que ya has probado, pero rellenas y decoradas.

—Se ven muy lindos —comentó el dios mortal, tomando uno y observándolo desde diferentes ángulos.

—Además, son deliciosos —señaló Zamas fusionado, tomando su taza.

—¿Ya los probaste?

—No. Solamente probé la crema, cuando Zamas los estaba preparando.

La fusión le dirigió la mirada a Zamas con una sonrisa, pero él la desvió enseguida, algo incómodo. Prefería no hablar sobre ese episodio. En tanto, Black le dio el primer mordisco al cupcake.

—Mmm... Riquísimo. Es tan simple, pero tan rico.

—El ingrediente secreto es amor —agregó Zamas fusionado con una sonrisita, arqueando ligeramente las cejas.

Black le dirigió la mirada mientras masticaba, tomado por sorpresa por ese comentario. Zamas, en tanto, abrió grandes los ojos, helado. ¿Qué pretendía esa deidad dejándolo en evidencia de esa forma?

—Jajaja, así que es eso —contestó el falso saiyan, jocoso—. Vaya que funciona. Deberé agregar un poco en el estofado de esta noche entonces.

El Kai volvió a respirar, tranquilizándose. Zamas fusionado atenuó un poco su sonrisa, algo irritado. Sus contrapartes eran tan despistados; no podrían captar una indirecta ni aunque se las lanzara a la cara. Frustrado, tomó uno de los cupcakes y lamió la crema, de forma tan sugerente y sensual que no pasó desapercibido para sus contrapartes, que se lo quedaron mirando, atónitos. Luego, mordió una pequeña porción.

—Ah, sí... Nada más sabroso que el amor.

Zamas y Black desviaron la vista adonde pudieron, ya que tampoco querían que sus miradas se encontraran con las del otro. Ese sujeto siempre lograba que las cosas fueran muy raras.
Sin embargo, la merienda recuperó su usual y ameno ambiente luego, donde cada uno habló de sus pasatiempos ese día y de temas irrelevantes en general. Los Zamas nunca se aburrían entre ellos.
Cuando terminaron, se organizaron para limpiar la vajilla y los espacios comunes de la casa; algo que Zamas solía hacer solo, ya que era usualmente el que más tiempo pasaba en la cabaña, pero estando los tres encerrados ese día, podían ayudar. No obstante, el trabajo se volvió más ligero y entretenido entre todos.

—Hey, Zamas, ¿quieres acompañarnos a ver algunos videos? —lo llamó Black desde la sala cuando terminaron.

—¿Videos?

—Sí, tengo varias colecciones de documentales y material sobre la fauna y flora de este planeta. A Zamas y a mí nos gusta mucho verlos.

Zamas fusionado lo meditó unos segundos. Prefería dejarlos solos y darles espacio para que hablaran con el otro de lo que sentían y, oportunamente, confesarse... Pero, de acuerdo a lo que había visto esa tarde, eso probablemente no pasaría ese día.

—Me encantaría —respondió con una sonrisa.

Sin más, se sentó junto a sus contrapartes y se dispusieron a ver documentales sobre la naturaleza en la TV de la sala. Los dioses refunfuñaban cuando los conductores mencionaban sobre deforestación, caza indiscriminada y cambio climático; vitoreaban cuando veían a los animales burlar las trampas humanas; se enternecían viendo a las crías dar sus primeros pasos en el mundo salvaje. Esas imágenes eran lo que ellos deseaban para su nuevo mundo: un equilibrio natural, que los mortales no pudieran perturbar.
Llegada la hora, terminaron con su pasatiempo; Black se puso a preparar la cena y Zamas se fue a hacer otras tareas. El falso saiyan organizó las verduras que había traído esa tarde y se dispuso a cocinar el plato que se le había antojado ese día. La fusión lo ayudaba, pasándole ingredientes y dándole charla.

Oportunidad contra el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora