11. Acciones que hablan más que las palabras

232 37 15
                                    

La mañana siguiente estaba fresca, como siempre en esa época del año. Los tres dioses se habían despertado y preparaban para iniciar su día. Zamas fusionado se sentó en la mesa y se sirvió unas tostadas, mientras Zamas llamaba a Black para que bajara a comer. Enseguida, el falso saiyan apareció y se sentó en su lugar de siempre; lucía bastante serio ese día.

—Buenos días —lo saludó la fusión con una sonrisa socarrona.

—Buen día. —Black devolvió el saludo sin dirigirle la vista, enfocándose inmediatamente en su comida.

Ninguno estaba especialmente hablador esa mañana. Sin embargo, Zamas prefería disimular su incomodidad.

—¿Van a entrenar juntos hoy también? —preguntó Zamas, sosteniendo su taza de té.

—No lo sé —contestó Black—. Hoy quiero localizar un grupo de humanos muy escurridizos. Tal vez me lleve hasta tarde.

—No hay problema —respondió la fusión—. Ya lo dije: no quiero interponerme en sus planes. Además, podría practicar con Zamas. Si es que no tienes otra cosa que hacer, ¿no?

Zamas fusionado le dirigió la mirada a su homónimo y dibujó una amplia sonrisa ladina en su rostro, que le dio escalofríos a Black.

—Claro. Yo no tendría problema con ello —expresó Zamas, algo sorprendido por el repentino pedido.

—Aunque, si terminara más temprano, podría regresar y encargarme —objetó Black, apresurado—. Sabes que soy más poderoso que Zamas, así que, si quieres aumentar tus poderes, yo soy tu mejor opción.

Black aparentaba indiferencia, pero Zamas fusionado podía leer la ansiedad en sus expresiones. Los dioses podían ser muy fáciles de manipular.

—Como digas —replicó la deidad con falsa amabilidad—. Entrenaré con cualquiera que esté disponible luego del almuerzo.

Black le dirigió una mirada severa, como la respuesta a un reto. Si así era como debía ser, así lo haría.
Cuando el desayuno finalizó, cada uno regresó a sus menesteres. Zamas fusionado enseguida salió a entrenar; aunque tenía planeado practicar con alguien por la tarde, quería dedicar la mañana para trabajar sobre su ki. Todavía no había logrado grandes avances en eso y esa dificultad empezaba a molestarlo. Con el sol recién empezando su curso por el cielo y las expectativas altas, la fusión empezó a entrenar.

El cielo se fue nublando paulatinamente, pero todavía podía verse algo del sol, indicando la cercanía del mediodía. Zamas fusionado dio un último suspiro y dio por terminada su mañana de entrenamiento. Para su inconveniencia, no había logrado grandes cambios. Si bien su velocidad, flexibilidad y reflejos estaban más cerca de los que tenía originalmente, su ki no reaccionaba como debía. Era como si permaneciera sellado y sólo pudiera salir a cuentagotas, permitiéndole solamente ataques sumamente débiles. Debía pensar seriamente en una solución para ese problema antes de que el tiempo avanzara.
Cuando regresó, Zamas ya empezaba con los preparativos para el almuerzo. La fusión se ofreció y le ayudó con las preparaciones iniciales, mientras charlaban esporádicamente de trivialidades. En medio de su tarea, Black sorpresivamente arribó por el ventanal.

—Black. Volviste temprano —lo recibió Zamas con una genuina sonrisa.

—Sí, no me tomó tanto tiempo como tenía pensado —explicó, quitándose el polvo de su gi—. Esos humanos nunca se dieron cuenta de que los estaba siguiendo hasta su guarida. Fue muy fácil emboscarlos.

—Maravilloso; menos rebeldes para incordiarnos en la consecución de nuestra utopía. Estoy orgulloso de ti —declaró Zamas, sus ojos llenos de ilusión por los logros de su contraparte.

Oportunidad contra el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora