7. Nuevos desafíos

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La sala de estar de la cabaña ya se encontraba completamente iluminada y se oían algunos ligeros sonidos cerca. Zamas fusionado se desperezó y sentó en su lecho, observando alrededor. Ya era de día, pero claramente no había pasado mucho desde el amanecer; el sol todavía estaba bajo. Zamas se encontraba en la cocina terminando los preparativos para el desayuno, pero percibió enseguida la figura de su contraparte levantada.

—Buen día —lo saludó—. Justamente estaba por despertarte en unos minutos.

—Buen día —respondió la fusión—. Ah, es bueno que mi cuerpo se haya acostumbrado al ritmo normal —dijo, estirando un poco su cuello—. ¿Black ya se levantó?

—Aún no; cuando está un poco más frío, suele remolonear en la cama hasta que el té está listo —mencionó con una simpática sonrisa.

—Entonces aprovecharé para usar primero el baño.

Sin perder el tiempo, la fusión se quitó las mantas de encima y se dirigió hacia allá. Nuevamente buscó algún cambio en su rostro o apariencia frente al espejo pero no halló nada. Ojalá su poder sellado pudiera ser diagnosticado con alguna marca física...
Cuando salió, Zamas ya estaba preparando el desayuno así que lo ayudó con eso, mientras Black ingresaba al baño, dando un sonoro bostezo. Para cuando salió, ya toda la vajilla y comestibles estaban dispuestos en la mesa de la sala, listo para inaugurar el desayuno. Los tres se sentaron y cada uno empezó a servirse, Black tomando grandes porciones como siempre.

—¿Te quedarás a entrenar hoy? —preguntó Black, mientras se servía comida de un cuenco.

—Entrenaré, pero iré al lugar donde fui ayer, a unos metros de la cabaña. Si por alguna razón mi poder se desatara de repente, esta casa terminaría hecha trizas —bromeó la fusión.

—Je, suerte con eso —acotó Black, un poco animando a su contraparte, otro poco burlándose de su ego.

El desayuno transcurrió entre charlas casuales. Al finalizar, Black se despidió y se retiró volando, a devastar alguna nueva área del globo. Zamas fusionado ayudó a Zamas con los trastos y enseguida salió, a la misma explayada donde había estado ejercitándose el día anterior. Primero estiró un poco los músculos y dio algunos golpes como calentamiento; su cuerpo había perdido la vitalidad y preparación innata para la lucha. Cuando se sintió más ligero, continuó con el siguiente paso: recuperar su ki. Recordaba los consejos que Black le había dado anoche así que decidió usarlos: intentó poner la mente en blanco y concentrarse únicamente en su poder, en la punta de sus dedos. Sin embargo, a pesar del paso de las horas, algún pensamiento intrusivo siempre lograba distraerlo. "Qué vergüenza que un dios deba hacer esos ejercicios tan básicos", "qué tal si el poder de Zeno-sama selló esas habilidades", "que pasará si todo ese poder ya no vuelve". La fusión batió la cabeza, buscando despejarse. ¡No era momento de ceder! ¡No podía dejar atrás su magnificencia! Recordó las palabras de Zamas: "no se deja de ser un dios", "los Zamas no nos rendimos". Estiró sus manos tensadas y se concentró, buscando que su poder emanara de alguna forma. Se aferró a las frases de Zamas como un mantra que lo guiara para no caer en la inseguridad. La confianza de sus contrapartes debía ser su pilar, la luz que iluminara su oscuro y trunco presente. Mientras repetía las palabras en su mente, una ligera calidez empezó a correr por sus brazos. Cuando se percató, abrió los ojos y se enfocó en ello, dominando la débil energía hasta lograr materializar una pequeña cantidad en la punta de uno de sus dedos. Era apenas del tamaño de un guisante, pero era la prueba irrefutable: Zamas fusionado podía manejar ki. ¡Su esfuerzo había dado frutos! La fusión dejó salir una risa, profundamente aliviado, su voz perdiéndose en la extensión de la verde llanura. Deshizo la diminuta esfera y volvió a concentrarse, esta vez para formar una bola de energía un poco más grande en la palma de sus manos. Apuntó hacia el suelo y la lanzó, impactando contra el mismo y dejando una marca en la tierra. La fusión sonrió de oreja a oreja. Era un avance lento, pero seguro.

Oportunidad contra el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora