Capítulo 9.

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Si pudiera tener un billete por cada vez que Matt había estado  indeciso sobre contarle lo que le ocurría a su novia, sería casi millonario. Esta era una de esas  ocasiones. Odiaba cada vez que tenía que pensarlo más de dos veces para confesarle algo a Eva; las relaciones no deberían ser así, pero qué podía hacer, Eva era así, muy metida en su mundo. Esperó a que su prometida terminase de hablar con Marissa y una vez que colgó, él tomó aire y se lanzó.

-Eva, todavía sigo con el problema.

-¿Qué problema?- Eva dejó de picar los tomates y se volteó.

-El problema…- dijo señalando a su entrepierna.

-¡Cómo! Ven siéntate- ella hizo lo mismo, quedando frente a frente.

-Llevo ya varios meses en que me cuesta mucho llegar al orgasmo. Yo trato y trato, pero me es muy difícil- al ver la expresión en el rostro de Eva, agregó apresuradamente- Quiero que sepas que no tiene nada que ver contigo, el  del problema soy yo- más le valía decir eso, aunque no era mentira, si no  quería que la conversación se desviara y acabara en el mismo tema de siempre, sin poder resolver el asunto.

-Pero, ¿qué te pasa?

-Cuando comenzamos, no me cuesta tener una erección, el problema es cuando estoy dentro de ti. No sé que me pasa, no lo puedo explicar porque ni yo me entiendo. Por un momento pensé que podría ser eyaculación retardada o pudiera ser por la tensión que tengo, por eso quiero ir a un médic…

-No, no digas más ¡No te excuses diciendo que el del problema eres tú! ¡Yo sé muy bien que es lo que pasa, no necesitamos ir a un médico!- Matt suspiró cansado. Por más que lo intentase, siempre acababan igual ¡Por Dios! ¡Llevaban cinco años y siempre había sido así!

-A ver, ¿y qué es, según tú, lo que pasa?- preguntó exasperado.

-La monotonía, Matt ¡La maldita monotonía! Llevamos cinco años juntos y es normal que nos aburramos y si a eso le sumas que no soy tan estrecha como a ustedes  los hombes les gusta que sea una mujer…

-Pero, ¿de qué coño estás hablando? Tú sabes que a mí eso nunca me ha importado.

-Sí, sí te importa ¡Todos los hombres son iguales! Se mueren por un coño bien apretadito…

-¡Por Dios, Eva! ¿Te estás escuchando?

-Y yo trato…hago los ejercicios de Kegel pero al parecer los hago mal. Necesito ir a un terapeuta sexual para que me enseñe- Eva seguía su discurso como si Matt no hubiese dicho nada.

-¡Eva!- gritó Matt lleno de ira e impotencia- ¡Qué no eres tú, soy yo!

-¿Eso cómo lo sabes? ¡A ver, explícate!

-Porque sí, tú estás bien tal y como eres. Soy yo…

-Eso me suena igual a la típica excusa que se usa cuando alguien va a terminar una relación.

-Eva, yo te amo. No te voy a dejar por esto.

-Shhh- Eva llevó su dedo índice a los labios de Matt para que se callara- Tu excusa no me convence, por lo tanto, te propongo algo para ver si eres tú el del problema o soy yo…

Lo que Eva le dijo a continuación era algo que, según ella, llevaba unos días pensando. Era una propuesta totalmente irracional. Al principio él se negó, jamás podría hacer eso; pero luego, Eva  comenzó a llorar desesperadamente y a él no le quedó más remedio  que aceptar. De todas formas, solo sería una etapa en su vida y si hacía que la dinámica de  la relación mejorase, aceptaría el sacrificio.
                                     
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Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora