Capítulo 17

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Matt miró su reloj y se sorprendió al  notar que  eran las ocho de la noche. Instintivamente miró hacia el despacho de Diane. “Obvio que no estaría ahí”, pensó y por un momento sintió un poco de desilusión ¿Qué esperaba, que Diane estuviera esperándolo para pedirle permiso e irse a casa? Sacudió su cabeza, eso era algo muy tonto; “y fuera de lugar”, se dijo a sí mismo en voz baja.

Bostezando de forma ruidosa, algo inusual en él, se levantó de su escritorio y comenzó a organizarlo. De repente, algo captó su atención. Con el rabillo del ojo vio una luz azul al otro lado de la oficina. Más bien, en el despacho de Diane.

Tomó su llavero, que también contenía la llave de la oficina de su secretaria y fue hasta allí. Al ver lo que brillaba y vibraba, resopló hastiado. “ ¿Estará loca? ¡Cómo es posible que dejase su móvil y no se diera cuenta!”. Se pasó la mano por la cara. “En fin, cosas de niñatas el dejar algo tan importante como su celular”.

Miró la pantalla y vio que había recibido cerca de diez llamadas de su hermano, una chica llamada Natalia y otra llamada Renée ¿Qué podría hacer? Teniendo en cuenta la hora y la cantidad de llamadas, de seguro su familia y amigos estarían preocupados. No sería considerado con ellos el alterarlos más. Lo mejor era llevarle el móvil a su casa. Sí, eso haría. Antes de salir, volvió a su despacho para buscar el expediente de Diane y ver su dirección.

                     ……………………….

-¿Y cómo está todo?

-Leo está muy preocupado. Normalmente a esta hora ella ya está en casa ¿Y si algo le pasó? Si a las once de la noche aún no llega comenzaré a llamar a las estaciones de policía y  a los hospitales- murmuraba Natalia.

-¿Quieres que vaya a ayudar?- se ofreció Manuel.

-No, mejor no. Gracias. Todo empeoraría si Leo te viera llegar. Bastante tenemos con que casi no hablamos. Hoy no habíamos intercambiado palabra alguna, excepto ahora por esto de Diane.

-Hasta yo estoy preocupado- suspiró Manuel- Bueno, si algo, llámame.

-Está bien- y ambos colgaron.

Cinco minutos más tarde, Leo se unió a su esposa en el comedor. Eran casi las nueve de la noche y Diane no aparecía. Se le veía en el rostro lo mal que estaba anímicamente y su esposa, aunque estaban peleados, fue a prepararle un té para que se calmara. Quince minutos más tarde, cuando le entregó la infusión, la mano de Leo temblaba visiblemente.

-Tienes que calmarte.

-No puedo.

-Eso solo hará que empeores.

-Es muy fácil decirlo, ¿no?- la atravesó con la mirada. Natalia suspiró y fue a servirse también una tasa. De repente, sonó el timbre de la puerta.

Natalia fue a abrir, pero Leo la detuvo. Si era su hermana, ya vería lo que le pasaría por irresponsable. Sin embargo, Leo encontró a un desconocido. Natalia contuvo un gritico desde la entrada al salón al ver quien era. El señor Soleri en persona.

-Buenas noches. Me llamo Mateo Soleri, soy el jefe de Diane- se presentó el visitante.

-Buenas noches. Soy su hermano- ahora Leo no sabía si preocuparse más o no.

-Vine porque se le quedó el móvil en su oficina hoy y por la cantidad de llamadas que ha recibido, supongo que ustedes no saben el paradero de Diane.

-Exacto.

-Pero, pase y tome asiento, por favor- invitó Natalia al ver que su esposo se había quedado casi mudo. Conociéndolo, o estaba muerto de la preocupación o de la rabia. Pobre Diane cuando llegase…

Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora