Leo acababa de colgar el teléfono; había estado hablando con sus padres. Hacía mucho que no los veía, pero sabía que el ir a Voex conllevaba el tener que aguantar a todos esos hijos de puta que se burlaron de su hermana y no dejaron de disfrutar con ella.Con un suspiro dejó el teléfono encima de la mesa y fue a su habitación, junto a Natalia. Al llegar, la vio dormida y no quiso despertarla, por lo que sacó una pequeña libreta de su gaveta. En ella tenía un calendario confeccionado por su esposa para regular su período. Con cierta angustia observó como, nuevamente, sus intentos de concebir habían fallado. Tenía que hablar con ella. Convencerla de que la fertilización in vitro podría funcionar. Parecía mentira que fuera ella la doctora, pero la comprendía pues ambos nacieron en el mismo pueblo. Cualquiera que naciera en Voex corría el riesgo de cerrar su mente para algunas aspectos de la vida.
Mientras guardaba la libreta con sumo cuidado, sintió que Natalia despertaba. Aunque quiso sonreír, como siempre hacía cada vez que tenía la oportunidad de verla saliendo de sus siestas, no pudo. Todavía seguía molesto por la discusión anterior. No le gustaba… o mejor dicho, le hervía la sangre cuando Natalia o cualquier persona decidía acabar una discusión así como así. Ella sabía eso; sin embargo, le importó poco el hacerlo horas antes.
-Buenos días- saludó Natalia ignorando la hora. Eran más de las doce del mediodía.
-¿Buenos días?- Leo forzó una sonrisa- Son casi las tres de la tarde.
-¿De verdad?- se sorprendió Natalia. Sí que había estado cansada. Su esposo asintió con la cabeza- ¡Vaya!
- Quiero hablar contigo, Nat. Ayer la conversación se nos fue de las manos- dijo mientras se sentaba al borde del colchón.
Natalia puso los ojos en blanco.
-Tema bebé… Sé que te criaron con el aquello de que la única forma correcta de crear una familia era mediante las relaciones sexuales ¡Yo también soy de Voex! Pero no nos está funcionando…
-Leo, ya te dije que no. Eso lo haríamos en última instancia ¿Te imaginas qué dirían nuestros padres… mis padres si se enterasen?- el enojo se podía apreciar fácilmente en la voz de Natalia- ¡A mí no me criaron así!
-¡Por Dios, Natalia! ¿Te estás escuchando? No pareces doctora…
-¡Eso no tiene nada que ver! ¡Tú no me entiendes!
-¿Sabes qué? ¡No, no te entiendo! ¡Lo intento, pero por más que trato, no puedo! ¡Es tan estúpido!
-¡No me faltes al respeto!- las voces habían aumentado considerablemente el volumen.
-¡No lo hago..!
-¡Ah, no!
-¡Pero me sacas de quicio! ¡Tú eres la que no me entiende a mí! Además, ¿cómo puedes hablar de respeto cuando ayer me dejaste con la palabra en la boca? ¡Sabes bien que no soporto eso! ¿A dónde vas?- preguntó de repente al ver que su esposa se levantaba de la cama.
-A dar una vuelta, no soporto estar ni un minuto más aquí.
-¡Pues bien, vete!- su esposa cerró la puerta del dormitorio con un fuerte golpe. No se estaban entendiendo y ambos eran tan testarudos, que no querían dar su brazo a torcer.
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-¿Te vas a quedar parada ahí?- preguntó su jefe con el mismo tono de siempre. Bueno, su sueño hablaba también. Al entrar chocó accidentalmente su hombro con el de él y ahí supo que estaba despierta. Hoy también estaría en compañía del señor Soleri.
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Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]
RomanceDiane Hughes vive tranquilamente en casa de su hermano y cuñada luego de dejar su ciudad natal en busca de un nuevo camino. ¿Y qué mejor para empezar que ser contratada como secretaria en una empresa? Mateo Soleri vive en una relación poco saludable...