Capítulo 19.

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Media hora después, Diane y Renée colgaron. A Diane le dolía la cabeza; eran demasiadas cosas para procesar, empezando por la búsqueda de una renta. Bostezó cansada y cuando menos se lo imaginó, se quedó dormida. No volvió a abrir los ojos hasta unas horas más tarde cuando alguien tocó suavemente su brazo.

-Diane, despierta- ella abrió los ojos y se encontró con los de su jefe. Sonrió. Aquello solo podía ser un sueño- ¡Diane! Es hora de irnos…

-¿Irnos? ¿A dónde?

-Vamos, luego de explico- Diane se estiró frente a la profunda mirada de Matt y por un momento, le dio la impresión de que este había desviado la vista hacia un poco más debajo de su rostro. No se equivocó, pero qué se le iba a hacer: Matt era un hombre después de todo.

Ella recogió sus cosas y ambos salieron de la oficina. Cuando entraron en el ascensor, Matt se volteó hacia ella.

-Bueno, en la mañana me dijiste que no tenías un lugar en el que quedarte. Da la casualidad de que le prometí a mi madre que hoy iría a su casa y estaría con ella hasta mañana en la noche. Puedes quedarte con nosotros…

-Pero… señor Soleri…-Matt dio un paso hacia ella y a Diane casi se le sale el corazón por la boca. Nunca lo había tenido así de cerca.

-Es Matt… Diane, es Matt- tragó en seco. La voz de su jefe la ponía cardíaca. Intentó no mirarle los labios y, con mucho esfuerzo, lo logro. Sentía que sus piernas le fallarían en cualquier momento.

-Sí, disculpa…- Matt entrecerró los ojos, como si la estuviera mirando por dentro- Te agradezco el ofrecimiento, pero no creo que sea prudente.

-¿Por qué?- seguía igual, no se había movido ni un milímetro.

-Porque usted… porque eres mi jefe- Matt rodó los ojos.

-Hemos salido ya con anterioridad y compartido otros espacios más allá de la oficina.

-Sí, pero es su casa… bueno, la de su madre. Creo que eso sería demasiado.
-Para mí no es molestia y estoy seguro de que le agradarás a mi madre- Diane sonrió sutilmente.

Luego de unos segundos sopesando las opciones, aceptó. “No es que no tuviera más lugares a los que ir”, pensó, “pero creo que es la única opción viable. Pude haberme ido a casa de Emily, pero aquello sería un atrevimiento de mi parte. Ella, cuando nos despedimos en el bar, me dijo que estaría muy ocupada el día de hoy con los dos chicos. Al parecer, siempre hay alguien peor que uno”.

Unos minutos más tarde, llegaron al parqueo de la empresa. Diane caminaba justo detrás de Matt e iba pensando en todo lo que había ocurrido ese día. Tenía miedo ¿Qué tal si le iba mal viviendo sola? No quería regresar a casa de su hermano y no lo haría hasta que este no se discuplase con ella. De repente, Matt paró en seco e hizo que Diane, perdida en sus pensamientos, chocara contra su espalda.

-¿Qué pasa?- le preguntó mientras se frotaba la nariz. Al ver el gesto, Matt emitió un susurrado “disculpa”. Se sintió muy torpe por su rudeza y el golpe que se había llevado su secretaria.

- ¿Te duele mucho?- comenzó a preocuparse ¿Y si le había roto la nariz? Tomó la muñeca de Diane suavemente, para alejar su mano de la zona dañada y luego le sostuvo la madíbula con la misma ligereza, a la vez que inclinaba su rostro para ver si le saldría sangre en algún momento.

“Voy a morir. Me va a dar algo”, pensó Diane. Si la voz de su jefe la ponía cardíaca, su tacto la hacía estremecer completamente. Deseo tanto que la besara… pero no estaban en un sueño, aquello era la vida real. Tuvo que controlar su respiración  para que volviera al ritmo normal pues esta se había ralentizado. El deseo se estaba formando en la parte baja de su vientre.

Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora