Capítulo 21

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Cinco minutos más tarde continuaba aturdida por su reciente cercanía con su jefe, a pesar de que su corazón se había calmado un poco. Salió del pequeño baño y se quedó parada como una estaca en el medio de la habitación. Sí, ya de nada servía ocultarlo y es que, desde hacía unos días, tal vez desde la primera vez que lo vio; sabía que estaba flechada por su jefe.

Mateo Soleri era tan imponente, elegante. Tenía ese aire tan mental y un magnetismo que ni siquiera su expresión cortada le quitaba su sensualidad. “Es tan…tan como Él”.

El corazón de Diane volvió a latir desbocado, pero esta vez no enamorado. Su cuerpo le pedía huir. Sentía como sus pies se entumecían y cómo empezaba la opresión en el pecho. Pensaba que ya no le ocurrirían de nuevo este tipo de cosas y más cuando pudo volver a follar con alguien que le atraía, como hacía en el pasado. Sin embargo, su mente le jugaba una mala pasada nuevamente. Al parecer, cuando hay un trauma solo queda el aprender a vivir con él.

Ya no era solamente una opresión en el pecho; ahora no podía respirar bien. Pequeños jadeos en busca de aire comenzaron a escucharse en la habitación. Sus ojos se humedecieron con ganas de llorar por la impotencia y por el miedo. En medio de aquella tormenta que parecía solamente empeorar con el paso de los segundos, buscó a tientas un apoyo; pero lo único que logró fue tirar al suelo accidentalmente una escultura de cristal que se hizo añicos. Fue suficiente. Sus lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras se acuclillaba al lado del mueble.

“¿Por qué a mí? Yo solo quiero volver a ser feliz”. Un gemido adolorido escapó de sus labios y luego otro. Al tercero, tuvo que taparse la boca pues alguien tocaba a la puerta.

-Diane, ¿estás bien?- era su jefe.
Una ira inexplicable comenzó a manar de su interior. “Todo esto empezó cuando comencé a compararlo con Él ¡Maldita sea y maldito sea Mateo Soleri por recordármelo!”. Diane había pasado del odio al amor en cuestión de segundos.

-¡Diane, voy a entrar!- su voz se notaba bastante preocupada. Diane quiso decirle que todo estaba bien, mas no tuvo tiempo.

Cuando Matt entró no la vio por ninguna parte. Tuvo que bajar la cabeza para encontrarla en su lugar, tan pequeñita, hecha una bola. Su cara estaba roja e hinchada. Estaba llorando. “ ¿Por qué?”; pensó un afligido Matt.

Se agachó junto a ella. Intentó tocarla, pero Diane se volvió contra él como un animal amenzado. No era la niñata buena que conocía, había algo más y no le gustaba verla así.

-Diane…- volvió a intentar tocarla.

-¡No me toques!- se alejó repentina y tan bruscamente que cayó sobre sus nalgas y casi se corta con un fragmento de vidrio. Matt arrugó el ceño, confundido.

-Está bien, disculpa. No te tocaré si no quieres, pero puedo saber qué te pasa. Hace unos minutos estabas bien…

-¡Nada! No me pasa nada.

-¿Estás segura?

-¡Déjame tranquila! Todo esto es tu culpa- y de un tirón se levantó y se fue corriendo para encerrarse en el baño. Ahora no solo le dolía el que su jefe le recordase a su pasado, sino que, para rematar, tenía que aparecerse como su caballero salvador. Ella no quería un maldito caballero de brillante armadura, ella quería volver a ser feliz.

Tras su fuga, dejó a un Matt confundido y con un mal sabor de boca. Quería estar ofendido e ir hacia ella y hacerle pedir perdón, pero no sentía nada de eso. En su lugar, estaba lleno de preocupación. “¿Qué le ocurrió?”. Un sentimiento similar a la frustración comenzó a apoderarse de él. Luego se dio cuenta de que sí, se sentía frustrado, pero también dolido. Azorrado y un poco incómodo por la revelación se levantó apoyándose en uno de sus brazos, pero no corrió con la misma suerte que Diane. Un ligero pinchazo lo hizo mirar rápidamente su mano y ver que tenía un pequeño corte. Tendría que ir a lavarse la herida, así que se fue directamente a su cuarto.

Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora