Una vez dentro de su oficina, Diane se dejó caer y soltó unas cuantas lagrimitas. No se permitió llorar más porque sabía que se le hincharían los ojos y sus escasas habilidades con el maquillaje no ayudarían en nada. Necesitaba tomar el aire. Lo mejor sería aprovechar e ir a comprar una nueva agenda para así también refrescarse. Tomó su monedero y se dispuso a salir del edificio.
En la mañana, mientras se dirigía al trabajo, vio que a unas cinco cuadras había una pequeña tienda de materiales de oficina. Ahí compraría una maldita agenda tan horrenda como el carácter ácido de su jefe, tan monótona como debía ser la asquerosa existencia del señor Soleri. La del panda la cogería como diario, tal como había dicho señor Ácido. Bufff…tendría que buscar un mejor insulto con el que llamarlo en su mente, pero sería algo difícil pues para criticarlo solo tenía la personalidad porque el físico…ya eso era otra cosa.
......................El día transcurrió sin más problemas. Matt no tuvo que volver a ver a su nueva asistente y eso le trajo una serie de sentimientos encontrados. Por una parte estaba aliviado pues no tendría que lidiar con su posible despiste y por otra, se sentía un poco mal. Sin embargo, se dijo a sí mismo que esos sentimientos no valían la pena pues ese sería el último día de trabajo de la chica antes de que la expulsara.
Miró distraído su reloj y vio que eran casi las cinco y media de la tarde, hora de regresar a casa. No haría horas extras porque esa noche la pasaría en la casa de Eva y además, estaba saturado del día que había tenido. Recogió sus cosas de su escritorio y fue a buscar a su novia a su oficina. Al llegar frente a la puerta que estaba al lado del rótulo que decía “Eva Roshan. Departamento de Marketing” tocó suavemente.
-Adelante- sintió la voz de su prometida al otro lado.
-Soy yo- dijo mientras asomaba la cabeza por el espacio que había entre la madera y el marco. Luego de introducir todo su cuerpo en el local fue directo hacia donde se encontraba sentada su novia revisando unos papeles. Acercó sus labios a los de ella hasta formar un beso que predecía lo que ocurriría esa noche luego de que llegaran al departamento de Eva, se bañaran y comieran. Realmente el saber que tendrían sexo dentro unas horas ya no le excitaba tanto como antes; si era sincero consigo mismo, podría decir que le daba un poco igual, pero de seguro era algo normal el que la pasión faltara después de tantos años juntos. Además, casi siempre hacían lo mismo. Él había intentado hacer cosas nuevas, pero cada vez que lo intentaba, no eran del agrado de Eva.
-Oye, para ya- dijo Eva mientras sonreía contra los labios de Matt- Estamos en el trabajo. Dame unos minutos para recoger esto y nos vamos- pidió un poco más alejada de la boca de su novio.
Comenzó a organizar todo. De hecho, Matt hasta la ayudó para que terminase más rápido de recoger el reguero de carpetas que tenía. Cuando salieron de la oficina, se encontraron a Diane que acababa de salir del despacho de Matt y lo buscaba con la vista. Sus ojos oscuros se agradaron cuando lo vieron.
-Señor Soleri, lo estaba buscando para preguntarle si ya podía irme a casa. Digo, si es que no necesita algo más.
-No, puedes irte. He terminado por hoy.
-Está bien, muchas gracias. Hasta mañana, tengan buena tarde- y se fue a su pequeña oficina para recoger su bolso. No sin antes, virarse levemente un pie y proferir un gritico que llamó la atención de sus jefes quienes ya estaban por entrar en el ascensor.
Cuando las puertas de este se cerraron y solo quedaron Matt y Eva, él puso los ojos en blanco mientras suspiraba cansado.
-¡Qué torpe es, Dios!- exclamó bajito Matt.
-¿Por qué lo dices?
-Es una total incompetente. En serio, no sé que le viste ¿Sabes lo que hizo? Cuando la llamé esta mañana para que me dijera mi horario, no trajo su agenda…
-Bueno, a lo mejor se puso nerviosa. Era su primer día de trabajo
-Sí, pero… Tuvo que volver a buscar su agenda y cuando regresó, adivina lo que trajo, ¡una agenda con un maldito panda! ¡Qué se cree que es esto! ¡Una escuela!- Eva no pudo aguantar casi la risa- Sí, vamos ¡Ríete! Si yo pudiera también me reiría…He tomado una decisión, la voy a despedir….
-Pero, ¿por qué?- le interrumpió ella.
-No está capacitada para este trabajo.
-¡Ay, por favor! Sí que lo está, sino no la hubiera contratado. Eso lo dices porque de seguro no te leíste el expediente. Te vi cuando lo abriste y no duraste con él ni un minuto antes de que lo pusieras donde estaba. Ahora durante el viaje, te leeré su currículum mientras conduces.
-¿A qué viene esa defensa?- preguntó extrañado y receloso.
-Porque es la quinta asistente que tienes en lo que va de año. Luego, estás sin secretaria y andas como un loco porque no sabes cómo organizarte. Por eso lo hago…
Quince minutos después ya estaban en el coche y Eva buscaba la carpeta roja que tenía, entre otros documentos, una copia del expediente de Diane.
-Mira, lo primero, es joven…
-¿Qué edad tiene exactamente?- preguntó curioso.
- Veintidós ¡A qué viene esa curiosidad, si se puede saber!- alzó la voz a la ofensiva.
-¡Por nada, mujer! Es que esta mañana me había parecido que no llegaba a los veinticinco y quería saber si estaba en lo cierto- Eva le lanzó cuchillos con la mirada no estando muy convencida de la explicación ¿Qué podía hacer? Siempre había sido celosa y más ahora que su relación se había vuelto un poco rutinaria, aunque no debía preocuparse pues Diane no entraba en lo absoluto en el prototipo de chica que le gustaba a Matt. Ese había sido uno de los motivos por el que la había elegido a ella. Demasiado pálida, menuda…Matt prefería la carne, las caderas anchas, las nalgas y los senos generosos…
Siguió leyendo en voz alta para su prometido, el cual asentía con la cabeza a cada cosa que ella le decía sin quitar la vista del frente. Cuando casi llegaron a su edificio, Eva terminó y dejó sobre sus muslos el papel.
-Yo pienso que deberías darle otra oportunidad. Un error lo comete cualquiera, ¿o tengo que recordarte tu primer día en la empresa?- dijo con un tono de voz malicioso y amenazante.
-No es necesario- agregó de inmediato Matt tragando en seco. No había motivo por el que recordar cosas tan vergonzosas. Él no era ese tipo de personas tan torpes. Él era un ganador y los torpes nunca ganaban- Tienes razón. Le daré otra oportunidad, haré como si hubiese sido un pequeño accidente y nada más. Al final, lo importante es que tengo una asistente- concluyó mientras aparcaba el coche.
Al llegar al piso donde estaba el apartamento de Eva, Matt decidió que no quería esperar a tener que comer y ducharse para tener sexo ¿Por qué no improvisar? Siempre tenían que hacer lo mismo.
Aprovechó que Eva estaba de espaldas a él y se acercó sin hacer ruido. La tomó por una de sus caderas y comenzó a esparcir besos por su cuello. Ella se volteó y atacó su boca en un beso que se tornó apasionado, como hacía tiempo no tenían uno.
-Espera en la cama- le dijo Eva pícara con un ligerísimo toque de mandato.
-¡Cómo usted desee, jefa!- le respondió en igual tono y con el saludo militar. Por un momento olvidó que a su novia no le gustaba que le dijeran esas cosas, pero al no obtener el usual regaño, expulsó el aire que contuvo en esa milésima de segundo.
La observó salir del cuarto mientras escondía algo, seguro sería una sorpresa que reavivaría la pasión y los sacara de la mala racha que estaban teniendo últimamente. Él por su parte, comenzó a desvestirse. No le gustaba que otra persona le quitase la ropa y ni él mismo sabía la causa. Mientras lo hacía, miró el reflejo de su musculado cuerpo en el espejo. Estaba más que satisfecho con su físico y es que, aunque no le gustaba enterarse, sabía que tenía unas cuantas fanáticas en la empresa ¿Cómo lo sabía? Eva. A ella le encantaba contarle esas cosas para ver su reacción, para poder ver si algo lo delataba; a pesar de que él le había dicho que aquello era innecesario. Acomodó su ropa bien doblada en una de los muebles del cuarto; a él, y mucho menos, a su novia les gustaba ese desorden de ropa que formaban la gente cada vez que hacían el amor. De repente escuchó un silbido y cuando levantó la vista, vio una visión en el umbral de la puerta de la habitación. La fantasía que, estaba seguro, cualquier hombre querría cumplir siempre. Eva se mostraba terriblemente seductora con un conjunto de encaje azul oscuro mientras lo miraba provocativamente. Se acercó de manera sigilosa a ella, como si fuera un león acechando a su presa. En su mirada era imposible no mostrar el estado lujurioso en el que se encontraba. Hoy sería la gran noche.
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Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]
RomanceDiane Hughes vive tranquilamente en casa de su hermano y cuñada luego de dejar su ciudad natal en busca de un nuevo camino. ¿Y qué mejor para empezar que ser contratada como secretaria en una empresa? Mateo Soleri vive en una relación poco saludable...