Capítulo 22

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Diane y Matt no volvieron a encontrarse hasta la cena y durante esta, no intercambiaron palabra alguna. Giovanna estaba azorada, no sabía qué había ocurrido, aunque teniendo en cuenta lo que había presenciado frente a la puerta de la habitación su hijo, seguramente habrían discutido. Decidió dejarlo estar y no meterse o intentar arreglar la tensión existente entre ambos. Sin embargo, advirtió que su hijo miraba más de lo normal a la castaña y que esta no hacía más que huir e intentar esconderse de los ojos de Matt.

Al terminar todos de comer, para que ambos se fueran a sus aposentos y evitar que continuase el desagradable ambiente, les dijo que no se preocupasen, que ella lavaría los platos. Luego de varias quejas, ambos aceptaron a regañadientes y cada uno siguió su propio camino.

A la hora de dormir, Matt no lograba conciliar el sueño pensando en aquel beso. Recordaba la sensación de los labios de Diane sobre los de él y las suaves curvas de su rostro. Lo peor de todo era que apenas sentía culpa por aquel suceso, aunque tenía a Eva presente en su mente mientras lo rememoraba una y otra vez.

“Supongo que más tarde o más temprano esto pasaría”. Había descubierto en Diane no solo una cara agraciada y un cuerpo sutilmente llamativo, sino que también había encontrado a una mujer con un pasado que luchaba contra lo que sea que la atormentase; a una mujer lo suficientemente valiente como para enfrentarlo, aun cuando se encontrase en una posición débil; y a una  mujer que lo contagiaba con su alegría cual niña pequeña. No pudo evitar sonreír. “Ya basta, Matt. Esto es solo un juego y una vez logrado el objetivo, tu vida está con Eva… Eva…”; bufó de repente, sin saber por qué.

Continuó dando vueltas en la cama, intentando ocupar su mente en otras cosas. Finalmente, el sueño llegó a él.

Al día siguiente, se despertó y como de costumbre, comenzó sus calentamientos para ejercitarse. No obstante, ese día apenas tenía deseos de hacer deporte, pero como siempre hacía cuando no tenía ganas, se obligaba a completar su rutina. “El deber es el deber”.

Una vez terminados sus ejercicios y habiéndose duchado, bajó hasta el comedor. No había nadie allí, así que fue a buscar a su madre, a la cual abrazó cuando la encontró. Giovanna, emocionada y confundida, solo sonreía; su niño no solía ser así de cariñoso, a pesar de que sabía que la amaba.

-¿Ya desayunaste?

-No, voy a eso ahora ¿Y Diane?- Giovanna tuvo que reprimir una carcajada. “¡Ay, por Dios! Estos jóvenes de ahora…”.

-Fue a trabajar.

-¡Qué!- Matt se alejó de ella- Pero… ¡Esta mujer…!

-¿Te está volviendo loco?

-¡Sí!- ahora Giovanna sí que no pudo evitar reír con malicia- ¿Y ahora qué, mamá?

-¡Nada, nada!- exclamó levantando las manos en señal de rendición.

Matt bufó exasperado y se fue hacia su habitación para buscar su móvil y llamar a su secretaria. Tres timbres más tarde, escuchó la voz aguda y suave de Diane.

-Señor Soleri, buenos días ¿Necesita algo? Ya cancelé los planes que tenía hoy en su agenda, en la noche podemos ponernos de acuerdo para ubicarlos en otro día.

-No, Diane, en la noche no trabajo- para ella no pasó desapercibida la irritación en la voz de su jefe.

-Disculpe, entonces nos pondremos de acuerdo cuando regrese al trabajo.

-Te puedes tomar el día libre, Diane. No es necesario que trabajes hoy…- le anunció mientras se tocaba el puente de la nariz.

-¡Muchas gracias, señor Soleri! Tenga buen día- y colgó.

Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora