Diane y Matt no volvieron a encontrarse hasta la cena y durante esta, no intercambiaron palabra alguna. Giovanna estaba azorada, no sabía qué había ocurrido, aunque teniendo en cuenta lo que había presenciado frente a la puerta de la habitación su hijo, seguramente habrían discutido. Decidió dejarlo estar y no meterse o intentar arreglar la tensión existente entre ambos. Sin embargo, advirtió que su hijo miraba más de lo normal a la castaña y que esta no hacía más que huir e intentar esconderse de los ojos de Matt.Al terminar todos de comer, para que ambos se fueran a sus aposentos y evitar que continuase el desagradable ambiente, les dijo que no se preocupasen, que ella lavaría los platos. Luego de varias quejas, ambos aceptaron a regañadientes y cada uno siguió su propio camino.
A la hora de dormir, Matt no lograba conciliar el sueño pensando en aquel beso. Recordaba la sensación de los labios de Diane sobre los de él y las suaves curvas de su rostro. Lo peor de todo era que apenas sentía culpa por aquel suceso, aunque tenía a Eva presente en su mente mientras lo rememoraba una y otra vez.
“Supongo que más tarde o más temprano esto pasaría”. Había descubierto en Diane no solo una cara agraciada y un cuerpo sutilmente llamativo, sino que también había encontrado a una mujer con un pasado que luchaba contra lo que sea que la atormentase; a una mujer lo suficientemente valiente como para enfrentarlo, aun cuando se encontrase en una posición débil; y a una mujer que lo contagiaba con su alegría cual niña pequeña. No pudo evitar sonreír. “Ya basta, Matt. Esto es solo un juego y una vez logrado el objetivo, tu vida está con Eva… Eva…”; bufó de repente, sin saber por qué.
Continuó dando vueltas en la cama, intentando ocupar su mente en otras cosas. Finalmente, el sueño llegó a él.
Al día siguiente, se despertó y como de costumbre, comenzó sus calentamientos para ejercitarse. No obstante, ese día apenas tenía deseos de hacer deporte, pero como siempre hacía cuando no tenía ganas, se obligaba a completar su rutina. “El deber es el deber”.
Una vez terminados sus ejercicios y habiéndose duchado, bajó hasta el comedor. No había nadie allí, así que fue a buscar a su madre, a la cual abrazó cuando la encontró. Giovanna, emocionada y confundida, solo sonreía; su niño no solía ser así de cariñoso, a pesar de que sabía que la amaba.
-¿Ya desayunaste?
-No, voy a eso ahora ¿Y Diane?- Giovanna tuvo que reprimir una carcajada. “¡Ay, por Dios! Estos jóvenes de ahora…”.
-Fue a trabajar.
-¡Qué!- Matt se alejó de ella- Pero… ¡Esta mujer…!
-¿Te está volviendo loco?
-¡Sí!- ahora Giovanna sí que no pudo evitar reír con malicia- ¿Y ahora qué, mamá?
-¡Nada, nada!- exclamó levantando las manos en señal de rendición.
Matt bufó exasperado y se fue hacia su habitación para buscar su móvil y llamar a su secretaria. Tres timbres más tarde, escuchó la voz aguda y suave de Diane.
-Señor Soleri, buenos días ¿Necesita algo? Ya cancelé los planes que tenía hoy en su agenda, en la noche podemos ponernos de acuerdo para ubicarlos en otro día.
-No, Diane, en la noche no trabajo- para ella no pasó desapercibida la irritación en la voz de su jefe.
-Disculpe, entonces nos pondremos de acuerdo cuando regrese al trabajo.
-Te puedes tomar el día libre, Diane. No es necesario que trabajes hoy…- le anunció mientras se tocaba el puente de la nariz.
-¡Muchas gracias, señor Soleri! Tenga buen día- y colgó.
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Hasta que Diane nos separe [REESCRIBIENDO]
RomanceDiane Hughes vive tranquilamente en casa de su hermano y cuñada luego de dejar su ciudad natal en busca de un nuevo camino. ¿Y qué mejor para empezar que ser contratada como secretaria en una empresa? Mateo Soleri vive en una relación poco saludable...