19- ¿Quienes son?

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Afuera llovía a cántaros, Alex y Carolina habían viajado a Brasil por negocios que atender, vuelven mañana quizás. Laura se ofrece a llevar a Paola a su casa por la lluvia, y como ella no tenía nada que hacer acepta.

Su relación a mejorado a tal punto que hablan con más confianza y hasta cosas que no tienen nada que ver con el trabajo, por supuesto que estos pequeños pasos en los que conoce a su hija le llenan el alma, aunque hay gustos que ella no ha cambiado, como que los días de lluvia prefiere una chocolatada caliente, como que su color favorito sigue siendo el turquesa y su animal favorito sigue siendo el elefante.

—Pasa, pasa Paola.

—Wow esta casa es hermosa.

—Tambien es tuya, pensó— ¿Te gusta? ¿Querés tomar algo? Ya te traigo algo seco para que te pongas.

—No, no, está bien —Se queda parada en medio de la enorme sala.

—Toma —Le trae ropa seca— ¿Queres quedarte a cenar? Digo si es que no tienes nada que hacer...

—Extrañamente no se siente rara, con ellos, sino más bien cómoda— ¿Segura? No quiero ser una molestia —total hoy no se iba a ver con Andy ya que estaban en diferentes turnos de trabajo y sus padres no estaban en casa, solo Catalina que se acostaba temprano— me gusta tu casa —ahora la tutea.

—Podes ver o tocar lo que queras, pero antes mejor cambiate la ropa mojada, si queres podes bañarte también, vení —le tiende la mano que ella toma, frunciendo el ceño al sentir ese gesto tan familiar— te voy a dejar la ropa acá arriba de la cama, podes bañarte, usar la ducha o la tina, lo que prefieras y yo mientras bajo a cocinar ¿O queres que pidamos algo a domicilio?

—¿Podrías cocinar algo? Lo que sea, es solo que está lloviendo a cántaros afuera y el chico que traiga la comida se va mojar mucho con esta lluvia, sin mencionar que le puede pasar algo en el camino.

Laura esboza una gran sonrisa, otra cosa que no había cambiado su hija, es que siempre piensa en los demás, algo que le salvó la vida ya una vez.

—Tenes razón haré algo de comer ¿Te gustaría comer sopa de verduras caliente? —era la favorita de ella en los días fríos.

—Claro, es mi favorita en los días fríos —otra cosa que no ha cambiado y si eso no cambió, tampoco lo hizo el hecho de que le echara queso rallado.

Gabriel llega justo cuando Paola viene bajando las escaleras, lo saluda con un beso en la mejilla, él sonríe tanto y está tan feliz de llegar a su casa y verla que no ve la hora de que eso fuese una realidad, por supuesto con el plus de escucharla decir mamá y papá, obviamente a ellos.

Ponen la mesa entre los dos, mientras la comida termina de cocinarse y ellos conversan de todo un poco, de temas que van sacando de manera natural, el matrimonio está muy feliz de tenerla en casa, intercambian miradas cómplices y jamás imaginaron lo que iba a pasar el día siguiente.

—¿Queres quedarte a dormir? —pregunta Gabriel— claro, que sino te incómoda.

—No quiero abusar de su hospitalidad, suficiente con que me haya quedado a comer, me haya bañado y hasta me haya puesto ropa limpia, han sido muy amables pero...

Un trueno los deja a oscuras, el cuerpo de Paola se tensa, Laura recordando que ese era un miedo de su hija a las tormentas cuando era chica, se levanta y la abraza rápidamente, sintiendo su cuerpo tenso.

—Está todo bien, estás bien —le repite mientras acaricia su cabeza, eso era algo que hacía cuando ella era chica, lo único que no hizo fue cantar la canción que la calmaba— ¿Cómo te sentis?

—Segura —dijo ella abrazándola aún más fuerte— gracias Laura ¿Sabías que le tengo miedo a...? Es algo estúpido tengo 23 años y todavía le temo a las tormentas y los truenos.

—No es algo estúpido —casi se le sale decir hija, cierra los ojos fuerte y suspira— no lo es si te provoca paralizarte de esta manera. Es mejor que te quedes a dormir... si queres.

—Sí, si quiero.

Laura suspira y sonríe, no quería soltarla, entonces la luz vuelve, solo falta que Luz su hija, también lo haga. La observó, para limpiarle las lágrimas, besando su frente.

—Vamos te llevaré —a tu cuarto— a un cuarto de huéspedes, queda al lado de nuestra habitación, asi que si necesitas algo, entrás y nos decís, no importa la hora ¿Está bien? —le dice mirándola a los ojos.

—No voy a molestarlos a mitad de la noche.

—No sos molestia —la toma de la mano, cómo cuando era chica y la deja en la habitación de huéspedes— si te da frío aquí hay más colchas, a dos puertas tenes el baño y cualquier cosa nos avisás —le dice acariciando su mejilla.

—Laura —ella frenó y se vuelve a verla— gracias.

—¿Porqué?

—Por haberme dado una oportunidad, conocerme y ver que no soy lo que te dijeron que era, a mí también me alegra conocer tu lado amable.

—Laura agacha la mirada— Jamás te pedí disculpas por todo lo que fui, y te hice, por cómo te traté, pero estoy muy arrepentida.

—Ella se acercó y la abrazó, su madre corresponde el abrazo tomándola aún más fuerte— Te perdono.

—Tragando con dificultad se aparta de ella y se seca una lágrima— Si que creciste para ser una buena persona —un comentario que Paola comprendería al día siguiente.

Se van a acostar, al matrimonio se abraza en la intimidad de su habitación y ambos lloran de felicidad, tienen muchas ganas de ir a verla, a arroparla, a besar su frente y cerciorarse de qué esté bien.

La mañana llega con un llanto que sienten venir cerca de ellos, ambos salen apurados para encontrar a Paola sentada en el suelo de la habitación que le pertenecía cuando era niña, la cual conservaron exactamente como estaba.

—Fui al baño y al entrar a la habitación dormida me confundí, y entre acá —dice entre lágrimas— ¿Porqué sé que ese peluche se llama señor sombrero? (Era un conejo con una galera negra) ¿Porqué sé —se levanta y debajo de unos cojines, bajo la ventana hay un falso cajón, con golosinas de hace más de 20 años— de este escondite? ¿Porqué sabías que le temia a las tormentas Laura? ¿Cómo sabías que la sopa me gusta con queso rallado? ¿Quienes son? ¿Quien soy? —ellos intentaron acercarse— ¡NO! ¡DESDE AHÍ DÍGANME LA VERDAD!

—Tú verdadero nombre es Luz Gabaldon Valderrama, te secuestraron de esta casa en el 1996, unos días después de tu cumpleaños que es el 11 de abril, vos desapareciste el 15 tenías 3 años apenas —Gabriel intenta acercarse y ella da un paso atrás— te hemos buscado por 20 años... hija.

—No, no, no, mis padres murieron en un accidente de auto... mi, mi abuela Catalina ella... me llevó a Brasil, porque... para darme una mejor vida, ahí conocí a los Herrera y ellos me adoptaron... no puede ser, no soy su hija.

—Toma —le pasa Laura la prueba de ADN— es de la muestra que te sacaron en el estudio que exige el hotel, le compararon con mi sangre.

—Paola comienza a leer y cae arriba de la cama, tomándose la cabeza— Hija por favor tenes que creernos.

—Tengo, necesito saber, tengo que ver a los Herrera.

Medio tambaleándose y aún en pijama baja las escaleras, toma su mochila y comienza a correr. Se sube a un taxi toda empapada, al llegar a esa casa se baja, para enfrentar sola a Catalina.

Abre la puerta gritando a los cuatro vientos los nombres de las 3 personas que la habían criado desde que tenía uso de razón, el juicio final ha llegado para ellos y a ella le tocaría, ser su juez y verdugo.

Buscando la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora