20- ¿Quien soy?

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—¡Carolina! —entra gritando— ¡Alex! —seguí gritando -¡Catalina!

—¿Paola que pasa?

—¿Paola? ¡Luz es mi nombre! ¡Luz Gabaldon Valderrama! Decime la verdad Catalina, ahora mismo —sus ojos se llenan de lágrimas— no, no, sin llorar, me explicás todo, ¡ahora mismo! —aparecen los Herrera detrás de ella, venían llegando de viaje.

—Hija ¿Qué pasa? ¿Porqué entras a los gritos y le hablas así a tu abuela?

—Ni ella, ni ustedes son algo mío.

—¿De que hablas hija? —los ojos de Carolina se llenan de dolor.

—Mi verdadero nombre es Luz Valderrama Gabaldon, desaparecí el 15 de abril de 1996, en Buenos Aires, Argentina. Me llevaron de la casa de mis padres Laura Valderrama y Gabriela Gabaldon, cuando tenía tan solo 3 años —señala a Catalina, quien llora en silencio— luego ella me secuestró y se fue conmigo a Brasil, donde los conocí.

—Paola déjame...

—¡LUZ! es así cómo me llamo en verdad ¡LUZ! —Carolina intenta acercarse temblando— ¡NO! no me toques, ninguno. ¿Ustedes sabían quien era en verdad yo? —Alex agacha la cabeza—, vos lo sabías.

—Carolina lo mira— Alex ¿Sabías quien era Paola? Te pregunté todos estos años.

—El investigador que contraté... él descubrió quien era ella. Lo siento amor la teníamos hace 6 años con nosotros y jamás te había visto tan feliz o a ella.

—Alex ¿Qué hiciste?

Pao... Luz, sube a buscar sus cosas corriendo. Golpean la puerta y está Gabriel Gabaldon frente a ella.

—¿Qué haces acá?

—Vengo a buscar a mi hija.

—¿Tuya? Paola es nuestra hija.

—Ella se llama Luz.

Mientras discuten y Gabriel forcejea con Alex a los empujones, ella sale cargando bolsos con su ropa.

—Hija Paola, por favor no te vayas —intenta detenerla Carolina— por favor hija, déjanos explicar...

—No soy tu hija Carolina, soltame —saca las manos de las tiras de su bolso.

—Luz vamos —Gabriel le abre la puerta del auto y ella sigue caminando.

—¡No quiero ver a ninguno a ninguno de ustedes! —para un taxi se sube y se marcha de allí.

Llega a la misma plaza donde había llegado la primera vez que encontró a Clara engañandola, de alguna manera siempre termina en el mismo lugar y aunque hace frío, ni siquiera es capaz de sentir la frescura del clima.

Estuvo sentada en esa banca hasta que anocheció apagó su teléfono, necesitaba escuchar el silencio, necesitaba pensar, necesitaba un momento de soledad. Una persona se sentó a su lado, tomó sus manos frías entre la calidez de las suyas.

—¿Como sabías que estaba acá?

—A esta plaza te traía cuando eras una niña y me sentaba exactamente en esta banca a verte jugar, mientras leía un libro.

—Así que ustedes son mis padres —apoya su cabeza en el hombro de Laura.

—Te hemos buscado y esperado durante años.

—¿Y los Herrera que son?

—Eso lo tenes que decidir vos.

—Los amo, son mis padres también.

—Lo sé, pero también sos mi hija Luz, no recuperaré el tiempo perdido, pero al menos tengo el presente y el futuro para disfrutarte.

—Necesito tiempo, necesito pensar —se endereza a su lado, sacando la mano de entre las suyas— ¿Podes decirle eso a los demás?

—¿A donde irás?

—A mi refugio, y no quiero que vayan a buscarme Laura, no necesito que me atosiguen, necesito tiempo.

—Está bien hija, te daremos el tiempo que necesites hasta que estés lista de volver a nosotros.

—Gracias.

Se marcha caminando con los bolsos a cuestas dejando atrás a Laura. Camina por inercia y piloto automático, conoce muy bien el camino que la lleva a su lugar seguro, que no es más que los dos brazos que son su hogar. Una rubia de ojos cafés corre hacía ella, apenas la divisa, cortando con quién sea que hablaba.

—Mi amor —sostiene el rostro entre sus manos y luego la abraza, para dejar que Paola llorare entre sus brazos— vamos a casa.

Toma sus bolsos quitándole el peso que cargaba y con ese acto hizo mucho más que solo quitarle el peso de los bolsos, sino que también cargó con lo que en ese momento le estaba partiendo el alma, y le sofocaba el corazón. Estaba en un estado de shock, no hablaba y solo lloraba, respondiendo si y no a lo que Andy le preguntaba.

—Mi amor, no sé cómo ayudarte, me mata verte así.

—Solo necesito tus abrazos.

—Se acomodan en el sillón acostadas, con Paola apoyando la cabeza en su hombro, para recibir los mimos y el cuidado de Andrea— ¿Queres hablar? ¿Queres contarme que pasó?

Sin dejar la posición en la que estaba y ahora mucho más calmada comienza a hablar, le cuenta cómo Laura parecía saber siempre las cosas, como se quedó a dormir anoche en casa de ellos y como por una equivocación entró en la que era su habitación cuando era una niña. Luego le dijo como los Gabaldon le contaron todo y hasta le mostraron la prueba de ADN. Le contó cómo llego a la casa Herrera para enfrentarlos y como huyó colapsada buscando sus brazos.

—Soy un desastre, mi vida es un desastre y es complicada, voy a entender si ya no...

—Mejor te callas —la interrumpe Andy— antes de decir algo que me va a hacer enojar, porque si pensas que voy a dejarte por esto, estás muy equivocada, así que si quieres cortar conmigo busca una manera más original.

—No quiero cortar con vos.

—Genial, ahora ¿Desayunaste mi amor?

—Ella niega con la cabeza— Me encanta cuando me dices "mi amor", y no tengo hambre.

—¿No me acompañarias comiendo conmigo? —se coloca a ella frente a frente y le hace puchero.

—Siempre usas esa técnica...

—¿Ya sos inmune?

—Todavía no.

—Amor —acaricio su rostro— sabes que tendrás que hablar con todos ellos, que los Herrera te aman también y que de seguro hay razones por las cuales Catalina tomó las desiciónes que tomó. Sabés que te voy q  apoyar, no pienso irme a ningún lado y podes quedarte conmigo el tiempo que sea —la besa y abraza, cuando unas lágrimas aparecen nuevamente en el rostro de Paola.

Andy se levanta lentamente para ir a prepararles un café, luego vuelve sentándose en la orilla del sillón, Paola se sienta rápidamente detrás de ella y la abraza por la espalda.

—Te amo, gracias por estar siempre por y para mí, sos mi lugar seguro.

—Con una gran sonrisa voltea a verla— Pensaba que sería la primera en decirte te amo en voz alta —la besa dulcemente.

—¿En voz alta?

—Llevo diciéndote te amo un tiempo, mientras dormís, mientras me das la espalda, mientras te veo concentrada hacer algo, y arrugas el entrecejo. Te amo amor, te amo.

Luego de un par de besos de por medio, se levantó a preparar más café para ambas 

Buscando la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora