4- Volviendo al ruedo

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Llegué a trabajar 20min antes de que empezara mi turno, no voy a negar que estos tres días me han servido para adelantar un montón de trabajos prácticos y estudiar un poco, de descansar ni hablemos, pero ya voy a poder hacerlo más adelante.

Para mi sorpresa la señora Gabaldon llega y al menos me mira de reojo al pasar, en cambio el señor Gabaldon como siempre llega saludando a todos con una amplía sonrisa.

Por un tiempo me dejaron en paz, un tiempo es literalmente 2 semanas, es más ni eso, fueron 13 días. Habiendo rendido en la universidad y por suerte sacando materias, tenía unos días libres que pensaba juntar con los del trabajo y pedirle a mi jefe, que me diera de mis vacaciones.

Quiero disfrutar con Clara, y dedicarle días completos solo para nosotras dos, como hace mucho tiempo no hago, en este tiempo siempre me ha apoyado para que llegue a ser una gran arquitecta como mis padres y lejos de reprocharme algo, me ha entendido siempre.

—Amor ¿que te parece si salimos a cenar? —Se acerca a mí, abrazándome para depositarme un beso suave en los labios.

—¿Segura? Tenía otros planes.

—¿Como? —le beso el cuello y meto mi mano por atrás de su espalda desabotonandole el brasier— pero si quieres ir a cenar... —me aparto y la miro, ella se muerde el labio inferior.

—Sabes perfectamente que elijo comerte en casa —me saca rápidamente la remera que llevaba puesta— me encantas _mira mi conjunto negro nuevo de ropa interior± ¿Lo tenías planeado?

—Quizás un poco.

Le doy una media sonrisa, subo su remera por encima de su cabeza, atrapando sus brazos y a ella contra la pared. Pongo mi pierna entre las suyas para bajar a probar sus senos, sus gemidos se hacen cada vez más fuerte, sus piernas flaquean pero mi pierna la detiene de caer, coloca ambos brazos al costado de mi rostro, la levanté del suelo y nos metemos a la habitación. Hicimos tanto ruido que el vecino de abajo a toca la puerta para quejarse, pero ninguna manera iba a abrirle para aguantar sus quejas, estamos bastantes ocupadas entre nosotras.

Casa Gabaldon cumpleaños de Laura

—Gracias a todos por venir a saludarme

Unas lagrimas se me escapan, ya hace muchos años deje de festejar mi cumpleaños solo mi familia y los más cercanos vienen a saludarme.

—Hermanita te amamos y somos familia, mira están todos tus sobrinos nuestros padres, tu suegra, cuñado y el mejor de todos nosotros, Gabriel.

—Hija te amamos —todos me abrazan y me dan los regalos, mientras entran— ¿Necesitas ayuda en algo para la cena?

—No mamá, está bien, los empleados se van a encargar de servir todo.

—Sé que no es un día muy feliz, pero hace un esfuerzo, todos estamos acá...

—No todos mamá, no todos.

Sé que mi madre intenta animarme y sé que también me entiende, como madre también sabe que me duele mi hija, que nunca ha dejado o dejara de dolerme. Pero no puedo ni quiero olvidarme de ella ¿Cómo haces para olvidar a una persona que cargaste 9 meses en tu vientre? Que me desveló en la noche, que le cambie los pañales, que vi dar sus primeros pasos, que me llamó mamá por primera vez, haciéndome sentir plena y la mujer más feliz del mundo. Ni siquiera quise tener otro hijo, nadie podrá ocupar su lugar nunca.

—¿Estás bien Lau? —entra Lorenzo a mi habitación, donde había dejado los regalos.

—Sí, si ya voy solo estaba...

—Llorando, solo estabas llorando, vení —me abraza fuerte— pensabas en ella ¿Verdad?

—En como luciría ahora, y como la vería llegar con un regalo en la mano y de la mano de su novio, me dedicaría esa hermosa mirada de ojos celestes como los de Gaby y me diría, feliz cumpleaños mamá.

—Algún día Lau, algún día...

—¿Todo bien? —entra Gabriel.

—Sí, solo estaba... —me meto al baño a maquillarme lo que se me corrió con las lágrimas, dejando que Lorenzo le explicara.

—Gaby toca la puerta— Amor ¿Necesitas algo?

—Abro de golpe, regalándole una forzada sonrisa— Ya estoy lista, vamos —lo beso— que nos deben estar esperando para servir.

—Gabriel dice unas palabras en el brindis— Feliz cumple mi amor te amamos —miro la silla vacía que representaba el lugar de mi hija y alzo mi copa, esperando que donde sea que  esté, este bien. Te amo princesa, digo para mis adentros.

Paola

Luego de la noche de anoche, llego a mi infierno laboral que no extrañé para nada.

El clima en el hotel está revuelto, con los planes de construcción inminentes de la otra torre hotelera, que va a ser aún más grande y majestuosa, dejando este hotel de 5 estrellas como un simple sucucho.

Solo se corren rumores de lo que va a ser y como próxima arquitecta me hubiese encantado meter mano a ese plano o ver el proyecto maqueteado y ni hablar de la vista en 3D, lo que si sabía, es que los Gabaldon se han preparado casi toda su vida para un proyecto de tal magnitud, por ende el hotel será un colosal como algunos lo están apodando, pero aún no encontraban a los arquitectos que llevarían a cargo semejante proyecto.

Casa Herrera

—Amor ya quiero ver a nuestra hija la extraño muchísimo —dice Carolina terminando de empacar su maleta.

—Sí, amor yo tambien que sorpresa que se va a llevar cuando nos vea, no se va a esperar por nada que vamos a Argentina y encima con este proyecto que vamos a tomar, estaremos más cerca de ella un tiempo.

—Bueno primero hay que ver con que nos salen allá, dicen que la señora Gabaldon es alguien de cuidarse —Catalina que venía entrando con ropa para los señores queda paralizada al escuchar el apellido de los Gabaldon y se lleva una mano al pecho— Cata ¿Catalina estás bien?

—Solo necesito —se descompensa cayendo al piso arrodillada— ¿De quienes serán los arquitectos?

—De los Gabaldon.

—¿Cómo se llaman?

—Gabriel y Laura, son lo dueños de... —Catalina ve todo borroso y se descompensa.

Un momento más y los señores Herrera están en una clínica al lado de Catalina, la mujer mayor que hace años que trabaja para ellos y a la que quieren como una abuela.

—¿Qué pasó? —pregunta al mirarse el suero en la mano y despertar en una habitación desconocida.

—Te desmayaste —dijo Alex— No, no, quédate quieta, ya te hicieron estudios y estamos esperando al doctor.

—Señor Herrera no es necesario.

—¿Cómo que no Catalina? Eres parte de la familia, es muy necesario saber que estás bien, es más ya hablé con Carolina y me voy a quedar por si te pasa algo, y ella va a viajar a Argentina.

—Pero señor Herrera...

—Nada de peros, no te dejaremos sola, no es la primera vez que uno viaja en representación de los dos, si cierra el trato te vendrás con nosotros Cata, de paso estaremos cerca de Paola.

Como va decirle esa mujer a los Herrera, que su marido quien se debe estar jugando un caliente partido de poker con el suegro de Laura en el infierno, se robó a esa niña por un encargo de él. ¿Cómo decirle que huyó de Argentina, cuando mandaron a matarlas? Para luego hacer pasar la muerte por un accidente de tránsito. Pero sobre todo, como decirle que amó a esa niña de ojos claros desde el primer momento en que llegó asustada a su vida. Si ella había estado con ella todas las noches que lloró llamando a su mamá, si ella se interpuso entre ella y su marido recibiendo una golpiza en lugar de la niña, si ella dejó todo con tal de protegerla y aunque pudo irse cuando los Herrera la adoptaron, no quiso porque la amaba tanto como a una hija o una nieta.

Buscando la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora