22- Versión Gabaldon

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El encuentro con los Herrera la ha drenado tanto, que para procesar y tanta información la había colapsado y es que ¿quien podría conservar la cordura? luego de enterarse de que tus padres biológicos son tus jefes y que uno de tus padres sabiendo la verdad había decidido ocultartela durante tantos años. Ahora restaba descubrir la otra parte de la verdad del lado de los Gabaldon.

Luego de desayunar un par de mates sin comer nada ya que no logra quedarse mucho tiempo en el estómago de Luz, ambas salen hacia la casa de los Gabaldon.

Llegan y los nervios de Luz siguen a flor de piel, está vez cada, cosa se la hace aún mas familiar y recuerdos fugaces fueron despertando.

—Hola hija —abren la puerta ambos para recibirla, y aún queriendo abrazarla se contienen— pasen las estábamos esperando ¿Han almorzado algo? ¿Quieren quedarse a comer?

—Disculpen pero no es una visita de cortesía, solo vine porque hay cosas que necesito saber y solo ustedes pueden responderme, así que prefiero que las hablamos ahora.

—¡Oh! Claro —la sonrisa en el rostro de ambos desaparece— pasen al living.

—Se dónde queda.

El matrimonio comparte una mirada complice de felicidad, ella está recordando cosas.

—Quiero hacerles unas preguntas.

—Por supuesto hija —ahi estaba otra vez esa palabra que le recuerda todo lo que se había perdido de sus vida y ellos de la de ella— te responderemos todo lo que necesites.

—¿Quien y porque me apartó de ustedes? ¿Alguna vez lo supieron?

—Gabriel mira a Laura para ser que quien responda, después de todo su padre era quien había hecho todo esto— No es fácil de explicar y ni siquiera sabemos que se le pasó por la cabeza pero... —traga con dificultad— mi padre fue quién... quién le pagó a alguien para secuestrarte, por tal motivo las investigaciones siempre daban en un callejón sin salida, y esto nos lo confesó hace dos años en su lecho de muerte.

—¿Porqué lo hizo?

—No confíaba en que fueses hija de Gabriel.

—¿Tenía motivos para pensar eso?

—No en realidad, tu padre es y ha sido con el único hombre con el que he estado en mi vida.

—¿Y entonces porqué...?

—Es lo que no entendemos y quizás nunca lo sepamos. Luz tenes que saber... —Gabriel se acomoda un poco más adelante en la orilla del sillón, pero ella retrocede— que jamás dejamos de buscarte y hay algo más...

—Gaby —Le dice Laura acariciando su espalda.

—¡No, ella tiene que saberlo! Luz yo... fue mi culpa hija, yo debía... estabas bajo mi cuidado cuando paso todo... te perdí de vista un segundo —comienza a llorar— un segundo que me costó 20 años, espero que puedas perdonarme. Lo lamento de verdad, lamento haberte perdido de vista, fue mi culpa Luz —se tapa la vista, ya que le daba vergüenza mirarla.

—Gabriel pero si le pagó a alguien para que me llevara ¿Porque te culpas? —se sienta a su lado.

—Yo debí haberte vigilado, estabas jugando adelante, estaba anocheciendo, y yo estaba hablando por teléfono, tu mamá no estaba. Perdón Luz, perdón hija.

—Gabriel —le aparta las manos del rostro— yo te perdono, ya no necesitas cargar con este dolor y esa culpa, tenían que llevarme, dudo que hubieses podido hacer algo.

—¿Me perdonas?

—Por supuesto Gabriel, te perdono.

Se abrazan fuerte y Gabriel logra soltar con ese perdón la mochila de la culpa que lleva hace años a cuestas. Una vez que se separan, Luz vuelve al lado de Andrea.

—¿Podrían acompañarme para ir a la casa Herrera?

—Claro ¿Ellos saben que vamos?

—De hecho les llamé camino aquí y nos están esperando, hay algo que tengo que hablar con todos.

Llegan y les abre la puerta Carolina, dándole un gran abrazo a Luz, provocando un poco de celos y envidia en Laura.

Se sientan en el enorme living de los Herrera las parejas juntas en cada juego de sillón.

—Los cité hoy aquí, ya que... ¿Dónde está Catalina, mamá?

—En la cocina, si quieres ya la llamo.

Va a buscar a la anciana, mientras Laura comienza a arder en cólera por dentro, es ella quien se ha llevado a Luz del país. Aunque le ha salvado la vida, la mantuvo lejos de ellos por más de una década.

—Catalina ellos son Gabriel Gabaldon y Laura Valderrama, mis padres biológicos.

La mujer sin decir una palabra solo asiente con la cabeza en modo de saludo, tomando el trapo que tenía en la mano arrugandolo.

—Laura sin aguantarlo más se levanta para increparla y hacerle daño— Usted me quito a mi hija —se abalanza contra ella y Luz se interpone rápidamente.

—Le tocas un pelo a Catalina y a mí no me ves más Laura ¿Me escuchaste? No volves a verme si le haces algo a ella.

—Sus ojos se llenan de lágrimas— Veinte años me quitó de tu lado veinte.

—Y nada de lo que le hagas te los va a devolver, ni a mí. Ella fue quien me cuidó, quien estuvo a mi lado y me protegió —Baja su brazo. Luz comprende los sentimientos de Laura y la abraza para susurrarle al oído— una vez me dijiste que tenemos el presente y el futuro para poder disfrutarlo.

Una vez más calmados, Catalina se sienta en el otro extremo lejos de Laura, que la siegue mirando mal.

—Los convoqué para dejar algunos puntos en claro, a partir de ahora tengo dos mamás y dos papás —Alex agacha la cabeza— Catalina es una parte importante en mi vida —la señora se seca las lágrimas— y todos vamos a tener que aprender a convivir entre nosotros. Voy a tratar de repartir mi tiempo entre ustedes, pero también quiero reuniones familiares dónde estemos todos juntos.

—Luz crees que podrías llamarnos mamá y papá —Laura traga con dificultad— y ¿Dónde vas a vivir?

—Estoy trabajando en eso Laura de llamarlos como ustedes quieren —la observa y mira a Carolina— voy a vivir con Andy —la mira y sonríe— hemos decidido vivir juntas, en parte fundamental para que yo no tenga que elegir entre alguno de ustedes, algo que no puedo ni voy a hacer, y porque la amo y lo hablamos antes de comunicarles esta desición.

Catalina se levanta asintiendo y va a la cocina, trae café para todos, aunque el clima sigue tenso y el matrimonio Herrera se nota distanciado.

En los días que siguen, la anciana deja una nota aprovechando que Carolina no está para marcharse, ya que Luz sabe la verdad y ellos son todos una gran familia, se siente de más entré toda esa gente. Ha amado a su niña, de verdad que si y tanto que le duele enormemente tener que marcharse, pero ya no se siente parte de aquel clan que protege a Luz, después de todo ni siquiera comparten un lazo sanguíneo con ella más que todo el amor que sentía por esa niña que se había convertido en mujer.

Lo único que se lleva de aquella casa es una foto que toma de uno de los porta retratos, donde salen ella y Luz la cual la tiene abrazada con una enorme sonrisa el día de su cumpleaños, acaricia el rostro de su niña de ojos azules por última vez y la guarda junto a un par de lágrimas, en el bolsillo de su camperón.

Buscando la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora