11- Por favor Dios

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Tomo mis cosas dejando a mis padres atrás en el hotel. El camino al departamento se hace corto, entro y en la intimidad de mi hogar comienzo a llorar, ni siquiera sé bien el porqué lloro, quizás por todo lo que no había llorado antes.

—¡Hija! —golpean la puerta y son mis padres— Paola por favor —dice Carolina con la voz entre cortada— por favor abre.

—Me seco las lágrimas y abro la puerta— pasen ¿Quieren tomar algo? —me mete a la cocina y mi madre me sigue detrás— tengo café, té...

—Antes de seguir hablando ella me abraza, y la abrazo aún más fuerte— Hija solo queremos lo mejor para ti, que nadie te lastime, que nadie te haga daño, pero si quieres seguir trabajando ahí... —suspira— respetaremos tu desición.

—¿De verdad lo harán? —me aparta y Carolina me seca las lágrimas.

—Eres inteligente y te educamos para que sepas tomar decisiones —interviene mi padre— así que sí, respetaremos tu decisión.

—Tu madre es muy sobreprotectora cuando se trata de ti, ambos lo somos, pero es porque te amamos.

—Yo también los amo mucho ¿Qué harán con el proyecto?

—Si sigues en el hotel, seguiremos adelante para tener vigilada a Laura, eso si, un atropello más de su parte o maltrato hacía ti y no respondo.

—Está bien mamá —sonrío.

—Entonces le tengo que avisar al señor Gabaldon que volveré mañana a trabajar.

—Recien baja Clara ¿trabaja hasta tarde hoy?

—¿Cómo que recién baja? Sino estaba aquí— Sí, no quise decirle nada para no preocuparla le contaré luego.

—Ya que evidentemente no tenemos trabajo ¿Que les parece ir a almorzar los tres? Cómo en los viejos tiempos.

—Perfecto, solo dame unos minutos para arreglarme —Tomo una campera y salimos.

—Por cierto muy agradable y atenta Andy —dice mi madre mirándome con una sonrisa.

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Casa Gabaldon

—Gabriel...

—Laura, hazme y hazte el favor de no hablar ahora, lo que hiciste... ¡¿Te parece justificado haberle pegado a Paola?! Estoy harto, cansado, agotado y exhausto de tu actitud.

—Pero...

—No Laura, el límite que cruzaste fue Paola, esa pobre chica no te ha hecho nada. Iré a dormir al cuarto de invitados, te veo mañana en el hotel.

Me limito a no responder, me meto a bañar y no sigo discutiendo con Gabriel, ya que sé que no solamente obré mal, sino que para que a él se le pase el enojo hay que darle tiempo.

Me siento a la orilla de la cama, saco una caja con la última ropita que tenía de nuestra hija antes de que desapareciera y abrazándola contra el pecho pienso, en todo lo que podría hacer con mi hija y el tiempo que tenía por delante, escucharla otra vez decirme mamá, recordaba cómo la había llamado así a Carolina y mis ojos se llenaron de lágrimas, sentí también envidia de eso.

Me tomo un momento y lloro esta vez de felicidad y no puedo evitar sonreír al pensar en todo eso, es imposible no pensar o hacerse ilusiones.

Una hora antes del horario acordado estuve en la clínica de análisis donde dejé la muestra, me quedo sentada en el auto y puntual entro apenas abren la clínica.

Recibo el sobre y corro prácticamente al auto, respiro profundamente, mis manos tiemblan, abro el sobre y saco el papel.

Según las normas internacionales sobre la prueba de ADN para la determinación de la paternidad, tres o más alelos que coinciden entre un hijo y el supuesto padre, los resultados concluyentes dictaminan que la prueba es positiva.

Buscando la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora