Piero sostenía mis piernas mientras Vicco acariciaba mis pechos, ambos tenían la respiración acelerada mientras a mi me faltaba el aire.
-Vuelves a decir que no nos conoces- el rubio que tenia delante me tomo del mentón -y te follare frente a todos...
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El plan era sencillo y no supe en que momento todo se fue al jodido demonio. Ese guardia en el internado no tuvo que estar ahí, ese doctor no debió salir de su oficina, y en ese momento, los dos cuerpos no tuvieron que ser encontrados.
La puta alarma no dejaba de sonar mientras las luces rojas nos delataban. A mi lado, el pelinegro corría con su arma en mano.
Pero así sucedió, y nos encontramos corriendo descalzos.
Escuchamos a las personas desde uno de los pasillos, que venían a donde estábamos.
-Joder, son demasiados- mi hermano jadeo un poco cansado.
-Podemos hacerlo, podemos-
Él respiro -mierda, creo que he perdido mis pulmones-
-Deja de fumar- bromee- eres un pendejo.-
-Cállate idiota- golpeo mi hombro.
-BUSQUENLOS, NO DEBEN ANDAR LEJOS- escuchamos el grito de un guardia.
Mire a mi compañero de vida -Tú por ese pasillo, yo por aquel- señale en el sentido opuesto al suyo -si los dividimos, será mas fácil matarlos-
-Esta bien-
Enarque una ceja -Oye, ¿de verdad me vas a dejar ir solo?-
-Si-
-Y si me matan-
Blanqueo sus ojos -es mas probable que tú lo hagas idiota, te veo fuera- corrió por donde le dije y en el camino hizo tanto ruido como pudo. Yo seguí su acción por mi lado.
-OYE GUARDIA IDIOTA, ¿TU ESPOSA AUN ME ESPERA EN LA CAMA?- reí viendo a un moreno que me miraba furioso -Oh si, aun me espera-
Seguí corriendo.
Los pasos cada vez se me acercaban mas, mire a todos lados y me di cuenta que estaba en un lugar sin salida, que había doblado mal y que al final solo estaba la pared. Me detuve viendo todo mi entorno.
-No no- mire a ambos lados, solo habían puertas de los cuartos de los niños -aquí tenia que haber una ventana, no no-
-¿Estas perdido?- un niño pequeño de lentes apareció de un cuarto.
-Yo...- lo mire extrañado.
-Sh- se llevo un dedo a la boca- solo entra, ellos no pueden revisar nuestros cuartos. Piensan que están cerrados con seguro-
-¿Por qué el tuyo no?-
-Aprendí a abrirlo- se encogió de hombros.
Lo seguí rápidamente cerrando detrás de mi y me recosté en la puerta. La habitación era igual a la que tuve de niño, solo que esta tenia pequeños aviones en las paredes, todos recortados de revistas viejas. -¿Son tuyos?- los señale.
-Si- el pequeño se sentó en su cama con las manitos cruzadas, sus pies colgaban y me pregunte, cual seria su edad- me gustan los aviones-
-¿Has visto uno real?-
Asintió con una sonrisa -mi papi es piloto.-
-¿Cuantos años tienes?-
Mostro 6 dedos, demasiado pequeño. -¿Cuando... cuando llegaste?-
-Cuando tenia 4-
Mi corazón se estrujo, esos hijos de puta lo habían secuestrado tan pequeño. Hice silencio tratando de oír si los tipos aun seguían ahí, pero no había ruidos. Me pare viéndolo. -¿Tienes una chamarra?-
-Si-
-Te vas conmigo, búscala- él no estaba en mis planes, pero no podía dejarlo solo. -¿Recuerdas tu nombre y apellido?-
-Mhm- fue hasta su armario y saco una campera y unas botas -Me llamo Dylan Green, vivo en Londres, tengo un perrito. Mi mami es doctora y mi papi es piloto- lo recito como si alguien se lo hubiera enseñado de memoria.
-¿Quien te enseño eso?- lo cargué y se recostó en mi hombro.
-Mami dijo que si alguna vez me perdía, debía decir eso- bostezó -estoy perdido ¿verdad?-
-Si- tragué saliva -pero te llevare a casa Dylan.-
-Gracias- susurro quedándose dormido mientras salía de su cuarto. Todo volvía a estar en silencio, volví sobre mis pasos y esta vez si llegue a donde estaba la ventana abierta esperándome. Cuando asome la cabeza, mi hermano me esperaba.
-¿Donde estabas?- susurro.
-Me perdí-
-¿Y eso?- señalo al pequeño.
-Lo sacaremos de aquí, él me ayudo-
Frunció el ceño confundido pero termino aceptando -Dylan- lo llame -debes saltar, mi hermano te sostendrá-
Él lo vio desconfiado -¿No me vas a soltar?-
-No, te agarrare- sonrió.
-Okay- salto confiando en la palabra de un extraño, y detrás fui yo. Ya en el suelo, corrimos con el niño en brazos, cruzamos la cerca y encontramos el coche en el que nos iríamos.
-¿a donde?- el pelinegro pregunto.
Vi al asiento trasero donde dormía Dylan -Londres, él vive allí-
-Que suerte- sonrió -allí es a donde vamos-
-Lo salvamos- suspire- él merece volver con su familia-
-Si lo merece-
Mire mi móvil, con la notificación que había llegado y sonreí como idiota -ella ya llego-
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