Capítulo 33

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Olivia

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Olivia...

El día que me despedí de ellos llego mas pronto de lo que esperaba o siquiera quería. Me encontraba en la puerta de embarque con uno a cada lado y Fausto unos pasos mas atrás. Los dos hermanos me tenían de la mano y se negaban a soltarme, aunque yo tampoco quería soltarlos a ellos. 

-¿Y si no van?- mire a cada uno. 

El rubio suspiro viéndome -eso quisiera Hadita- su mano libre acaricio mi mejilla- no hay nada que quiera mas que quedarme contigo- 

Por el altoparlante escuchamos el llamado a los pasajeros. 

-Yo...no se que decir en estos momentos- mi voz se quebró -soy pésima para las despedidas, no se que decir- 

-Hey- Vicco hizo que lo viera, sus manos acunaron mi rostro .solo dime que me vas a esperar, volveremos en dos semanas- 

-¿Solo dos?- 

-Una y media- sonrió besándome con dulzura -no puedo pasar tanto sin ti. Te veo en unos días Osita-

-Una y media- Piero sonrió besándome de la misma manera -No me olvides, y tampoco te acerques mucho a ese idiota- señalo al castaño que estaba atrás. 

-Si si, piérdanse par de imbéciles- 

-Cuida a nuestra Hadita- los dos lo saludaron con la mano.

-Siempre- 

Me quede viéndolos irse, y aun cuando ya no estaban, seguí parada viendo las escaleras. Fausto se acerco por detrás y me abrazo -Vámonos, es hora de que comas algo- 

-¿Van a volver?- 

-Si, esos dos son unas bestias que nada los detiene. Volverán-sus brazos me sostenían, como si tuviera miedo de que me derrumbara- 

-¿Lo prometes?- 

-Lo prometo y si es necesario, los voy a buscar y te los traigo de regreso-

Después de irnos del aeropuerto y los próximos días, todo pareció ir en piloto automático. A veces extrañaba mucho a ellos dos por lo que decidí irme a su apartamento y poder aunque sea sentir su fragancia. 

No sabia como pero al parecer estaba en un laboratorio, llevaba un tipo de pijama raro y muchas personas me miraban tras una ventanilla. Les pedia que me hablaran, que me dijeran que estaba ocurriendo pero nadie me respondia. 

Una brusca explosión me desestabilizo y cai al suelo, lo proximo que recuerdo es a Vicco y Piero entrando por esa ventana rota y sacandome alzada. Sus rostros se veian mas duros, como si fueran personas entrenadas. 

-¿Qué paso?- ellos no respondian. 

-¿Donde estamos? ¿Qué es este lugar? ¿Por qué usan armas?- 

El pelinegro jalaba mi brazo mientras caminabamos por un laberinto de pasillos, en cambio, su hermano iba detras con una pistola, revisando todo su entorno. Llegamos a una gran puerta metalica y ambos empujaron, queriendo abrirla. Cuando por fin lo estaban haciendo y saliamos de ese extraño lugar, un disparo se escucho desde mi espalda, seguido de un profundo dolor en mi abdomen. 

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