Piero sostenía mis piernas mientras Vicco acariciaba mis pechos, ambos tenían la respiración acelerada mientras a mi me faltaba el aire.
-Vuelves a decir que no nos conoces- el rubio que tenia delante me tomo del mentón -y te follare frente a todos...
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Olivia...
La lluvia había azotado el campus y nos encontramos atorados en el comedor, al igual que varios estudiantes.
-Jodida mierda, esto no tiene pinta de parar- bufe desde la puerta.
-Podemos correr a nuestro departamento- puso una mueca Piero.
Me di la vuelta y lo analice -¿Qué tan lejos es?-
No analizaba bien las cosas, solo quería salir de ese comedor e ir a un lugar mas cálido y donde pudiera descansar.
-Ese- señalo el edificio que estaba cruzando la calle, el cual se veía bastante lujoso.
-Okay- Asentí.
-¿Segura que quieres ir?- Vicco volvió a preguntar.
-¿Van a matarme y vender mis órganos?- enarque una ceja.
Ambos sonrieron. -Quizás-
-Bueno, al menos sabrán que fueron ustedes los culpables- tome mis cosas. -Vamos asesinos, me congelo-
El pelinegro se puso delante de mi y se quito la chaqueta, colocándola en mi cabeza -Para que no te mojes tanto-
-Gracias- le sonreí.
-Okay, yo voy primero- salió corriendo, cruzo la calle y lo vi romperse el trasero en la acera de enfrente por el agua, aguante la risa viendo al rubio a mi lado que tenia su móvil pegado a mi.
-Dios, menos mal que lo grabe- sonrió de lado -esto valdrá oro-
-No seas malo- lo defendí.
-VENGAN-grito el otro ya en el edificio
Tome aire y antes de salir le quite el móvil a Piero -por si acaso- lo guarde en mi bolsillo.
-OYE- se quejo -eso era mío-
-Te lo devuelvo en tu apartamento- salí, y con cuidado camine a donde estaba su hermano. Al llegar, no pasaron ni dos segundos que el rubio nos acompaño. Cerraron y los seguí por las escaleras hasta llegar al piso 6, donde solo habían cuatro puertas.
Abrieron la que tenia el numero 25 y nos metimos dentro, mis ojos fueron directo al gran lugar, se notaba que era lujoso y mucho mas caro que la simple residencia donde yo vivía.
-Toma asiento- Vicco me señalo los sofás.
-Quisiera secarme primero- mire mi ropa y esta goteaba.
-Ya te traigo ropa seca y toallas- desapareció por el pasillo.
El rubio por su parte fue a la cocina y coloco agua en la estufa -voy a preparar café, ¿te gusta?-
Iba a contestar cuando un estornudo corto mis palabras -Perdón- me estremecí -creo que aun no me acostumbro al frio de aquí- mis ojos ardían y mis mejillas igual, seguro era parte de las alergias por el cambio de clima.
Se acerco a mi y toco mi frente con el dorso de su mano -estas volando de fiebre Olivia- vi la preocupación en su rostro.
-No creo.. es solo-
-VICCO, TRAE EL TERMOMETRO- grito a su hermano.
A los segundos este volvió con ropa, toallas y lo que le había pedido Piero, me cubrió con una de ellas y me sentó en el sofá, me extendió el aparato -Póntelo, y veamos cuanto tienes-
Hice una mueca de disgusto pero acepte, mientras esperábamos. Ellos se fueron y regresaron cambiados con el pijama puesto. El pitido me aviso que debía quitarlo y mierda, si tenia fiebre.
-¿Cuanto?-
-39,5°-
-Joder, vamos por algo para bajarla- se apresuraron a buscar paños, mientras otro hurgaba en una pequeña maleta.
-Ven, vamos a la cama- me quiso cargar pero me negué.
-Puedo sola- me levante y tambalee, sus brazos me sujetaron y me alzaron como princesa.
-No seas tan terca-
Llegamos a la habitación y pedí que me dejaran sola para cambiarme de ropa al menos, lo hicieron pero no aguantaron y cuando entraron solo me había puesto una camiseta grande. -Oigan, me falta el pantalón- me queje -pueden salir de nuevo.-
-No- respondieron ambos al unisón.
-A la cama- señalo Vicco -Ahora-
Renegué como pequeña y me arrastre sobre el colchón hasta que caí en el medio, uno se sentó de un lado y su hermano del otro, el pelinegro puso un cuenco con agua entre sus piernas y mojo un paño. Luego lo estrujo y lo coloco en mi frente.
-Frio- hice un puchero. -eso esta frio-
-Lo se-
-Quítalo-
-No, es para que baje tu temperatura- Piero me extendió una pastilla -Toma esto, ayudara con la fiebre-
Lo observe con desconfianza.
-Es solo paracetamol Olivia-
-Okay- me la tome sin quejarme.
Una sonrisa se extendió por sus labios -buena niña, ahora descansa- se quisieron levantar pero no los deje.
-¿A donde van?-
-Queremos dejarte descansar-
-No, es que...- jugué con mis dedos -¿y si se me sube la fiebre?-
-Vendré a revisarte cada tanto- me explico el pelinegro.
-No me gusta estar sola cuando me enfermo-
Ambos se sorprendieron pero volvieron a sus lugares -Nos quedaremos, duerme- sentí un beso en cada mejilla y luego el sueño se fue apoderando de mí, sus toques suaves sobre mi piel ayudaron bastante.
Me desperté en medio de la noche con un grito.
-Oye- moví a Vicco quien se notaba que estaba teniendo una pesadilla. -Estas soñando-
Gritó y se despertó desesperando, examinándome a fondo -¿No te lastime?-
Negue.
Sus ojos se aguaron y me abrazo -Dios, había tanta sangre.... y tú-
-Sh, solo fue una pesadilla-
-No te alejes otra vez, por favor- susurro antes de quedarse dormido sobre mi pecho.
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