Capítulo 22: Hermana

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Después de aquel resumen del día de la peruana, el como conoció tanto a sus hijos del futuro, como al ruso. El como ella se convirtió en la nueva Diosa de la Luna y contarles parte de todo el trabajo que ella hacía, al fin pudo dar un respiro de todas las preguntas que se hacía su amigo asiático de cabellera roja. 

Ahora él entendía el punto al que la peruana quería llegar, por una parte se sentía presionada, básicamente sus hijos le dijeron que TENÍA que SI o SI casarse con el ruso para que ellos existieran, ella se sentía acorralada y obligada a cumplirlo.

Por otro lado, adoraba pasar tiempo con el ruso, ambos se comprendían bastante en ambos aspectos, hermanos mayores con demasiadas responsabilidades, siendo hijos perfectos a vista de todo el mundo, obviando si eran o no felices. 

Se comprendían, se daban el cariño y amistad que siempre han querido, todo estaba bien con eso. El ruso le presentó a su familia, la blanquirroja la suya, todo era perfecto ¿Cierto? . . . ¿Cierto?

Conocer al alemán, americano y canadiense fue un enorme respiro para ella, conocer más amistades aparte del ruso fue muy tranquilizante. Amistad sin ningún tipo de contacto físico era lo mejor, hasta que conoció al finlandés. 

Cuando lo hizo, apenas veía al ruso por la noche, solo para darle algo de comer junto a sus tres amigos, después de eso, se quedaba SOLA en casa, haciendo tareas y cuidando la casa, saliendo muy pocas veces a la ciudad por miedo a perderse y tener que llamar a cualquiera para poder volver. 

Ver al finlandés era como recordar el primer día que conoció al ruso, un chico alto de cabello blanco que le coqueteaba un poco sin ser realmente molesto, responsable que parecía querer lo mejor para ella, siendo hermano mayor que solo quería lo mejor para sus hermanos pequeños, sin pensar demasiado en su felicidad. Iguales en casi todo.

Rápidamente el chino llegó a la conclusión que la peruana no quería admitir del todo, y no quería solo por que tenía miedo de lastimar a su nuevo amigo finlandés, a ella nunca le gusto ni un poco él, tampoco fue la atención que le daba. Fue una simple cosa, extrañaba al ruso.

Extrañaba jugar, charlar, cocinar, extrañaba hacer cualquier actividad con él, hasta lo más simple y tonto extrañaba. Claro, no podía decirlo por que el trabajo y estudios eran primero, pero tampoco podía simplemente desaparecer lo que siente. Aún peor cuando esta completamente sola en casa, sin sus hermanas y padre.

Esa pequeña teoría, convenció completamente a todos, hasta a la misma peruana, no podía encontrarle fallas a esa lógica, ni siquiera sabía que sentía todo eso hasta que el chino lo mencionó. Eso era algo que casi siempre le pasaba, más bien la única vez que nunca dependió de alguien para saber lo que sentía, era cuando se encontró con el ruso por primera vez.

China: —Entonces.. ¿Estás bien con eso mi escarlet?

Perú: —Supongo que si.. Tiene bastante sentido viniendo de mi.. Pero-..


¡¡Idiota!!


Ante aquel grito, la peruana recibió un tremendo golpe en la cara causando que se recostase contra la estufa, por lo menos se encontraba apagada, pero consiguió quemarse un poco su mano, aparte de la pequeña cortada en su mejilla. Quería asesinar a la persona que le hizo eso, pero al ver a su hermana acercarse realmente furiosa a ella, la detuvo.

Rusia: al ver el primer golpe, se leventó rápidamente extendiendo sus dos brazos para que los demás no se metan en ello, la blanquirroja tenía una sola regla, JAMÁS meterse en una discusión entre ella y sus hermanas, o ellos la pagarían —¡México! ¡¿Qué estás haciendo?!

Mi lejano futuro (Rusper)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora