Capítulo 24

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Todos alzan las copas con una sonrisa en sus rostros, la mirada de satisfacción de Penélope, Danilo, María, incluso podría decir que mi madre la tiene. Solo me confirma que aquello fue una trampa, en la cual caímos y disfrutamos.

El sexo con Cristián es algo de otro mundo, sabe cómo complacerme y darme buenos orgasmos, pero lo que más me gusta es la lujuria en su mirada, el morbo con el que vio la prenda del traje de baño húmedo gracias a mi.

Pero eso no quita que tenga derecho de hacer lo que acaba de hacer, ¿Cómo va decir lo que dijo? Claro, es Cristián Black.

El brindis termina y cada quien se sienta en su puesto, mi mirada conecta con la del italiano que me ve ¿Confuso? Con...¿Decepción? No lo sé, pero por esa mirada que tiene Leonardo se que no se siente cómodo con lo que dijo Cristián, y es que no hay que ser adivino para saber lo que quiso decir Cristián.

-Feliz Cumpleaños, Cristián- Habla estephany. Ella se levanta con un cofre de terciopelo en color negro en sus manos y se acerca al hombre que está sentado en la cabecera de la gran mesa.

Ángel sigue los movimientos de la perra de estephany hasta que llega a Cristián, ella extiende sus manos hacia Cristián, pero antes que Cristián pueda agarrar la caja, está ya está en el piso. Yo sonrío.

-Ángel eso no se hace- le dice Estephany a mi hijo.

Eso hace que mi sangre se remueva, me levanto y me acerco a ella.

-No vuelvas a regañar a mi hijo nunca en tu vida, porque para la próxima vez te partiré la cara.

Ella me ve, pero no dice nada. Su mirada se desvía hacia Cristián.

-No lo hagas estephany, si quieres mantener tu trabajo, ni siquiera lo mires- le dice Cristián.

Ella abre sus ojos en sorpresa, mientras en mi rostro está una sonrisa.

-Esto es muy feo- dice la pequeña Nathaly con el reloj en sus manos- Además mi tío tiene muchos relojes, y todos son bonitos no como este- dice Nathaly yéndose con el reloj en manos y lo tira en una cesta de basura.

Estephany me ve por última vez y se va su silla, yo agarro a mi sobrina de la mano y la siento en mis piernas.

-Mamá- dice ángel abriendo sus brazos hacia mi.

-Igual que su padre- dice Rafael- Celoso.

-Callate- le dice Cristián.

Meseras llegan con platos en sus manos mientras otras se encargan de llenar las copas.

La cena transcurre entre charlas, bromas, tragos y miradas incómodas, como por ejemplo la que están teniendo Cristián y Leonardo en este momento. El italiano no se deja intimidar por la mirada de Cristián, pero no sé la sostiene.

-¿Hubo reconciliación?- Pregunta  Danilo.

Cristián me ve y yo respondo antes que el lo haga- No, no la hubo.

Cristián me ve extrañado, pero la risa de la nana me hace voltear a verla.

-Danilo hijo- le dice María- vele el cuello a tu hermano. Hay vampiros libres esta noche.

Danilo hace lo que la nana le dice y ve el cuello de Cristián, pero luego su mirada está en mi cuello y clavícula.

-Que lastima que no hubo reconciliación, al parecer los vampiros fueron los únicos que disfrutaron en esa habitación- Dice Danilo.

Cristián tiene una sonrisa y yo me siento estúpida. Se que la maldita sonrisa que tiene el padre de mi hijo es porque Leonardo está escuchando todo, Aunque por dentro este molesto porqué negué que estuve con el, aunque la mentira no haya durado nada.

La Magnate RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora