kiss me first

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Al abrir los ojos, se me dificultó un poco acostumbrarme a la luz, más cuando la habitación de hotel de San era más vidrio que pared. Cuando iba a tratar de levantarme, sentí un peso extra y unas manos alrededor de mi cintura. Volteé hacia mi derecha y ahí veo que me encuentro acunado entre los brazos de San, estaba muy confundido de cómo había pasado. Anoche nos dormimos en extremos completamente apartados en la gigante cama, ¿cómo habíamos quedado tan pegados? Observé la hora en el reloj de la pared, todavía eran las 6:30 a.m., hoy mis clases empezaban a las 9:00 a.m. así que tenía tiempo.

Me detuve a observar el perfil de San y cada detalle de su rostro. Este hombre era hermoso, su rostro era casi perfecto, y unas pequeñas cicatrices que tenía en él, solo le agregaban a su atractivo. Sentí que se removía en sus sueños, así que finjí dormir para poder quedarme un rato más en sus brazos sin ser descubierto. Sentí que se despertó, duró un tiempo en completo silencio hasta que sentí como sus dedos acariciaban mis mejillas, mi mandíbula, mi nariz. Sus toque era suave, era como ser acariciado por las nubes.

—Sé que estás despierto, pequeño.–dijo con un tono burlón. Yo abrí los ojos lentamente, sentí cómo la sangre subía hacia mis mejillas por la vergüenza de ser atrapado.—¿Cómo amaneciste?–ahora había movido su toque hacia mis cabellos, haciendo que me volviera a dar sueño.

—Bien, ¿y tú?

—Más que bien.–dijo con una sonrisa que hizo que mi corazón se acelerara, ¿que era esto?

—Yo tengo que ir a recepción, tengo que cambiarme para ir a la universidad y eso...–pareciera como si le estuviera pidiendo permiso o algo así, pero es que realmente no podía salir de allí si el no me dejaba salir.

—No.–susurró para luego esconder su rostro en mis cuello, recostarse más sobre mí y apretarme más hacia su cuerpo.

—¿Cómo que no?–dije desconcertado.

—No quiero, tengo frío y estás calentito.

Lo miré con incredulidad. ¿Y este se supone que era mi jefe? ¿El hombre multimillonario más joven de Corea? No lo creo. Traté de empujarlo lo más fuerte que podía, pero era en vano, él era más fuerte que yo. Suspiré algo irritado.

—Tengo una condición para dejarte ir...

—¿Condición?

—Sí.–sonrió tiernamente.

—Bueno, dime qué quieres para dejarme ir.

—Un besito aquí.–dijo mientras señalaba sus labios. ¿Cómo que un beso? Por el tono no estaba seguro si hablaba en serio, o solo era bromeando. ¿¡Ahora sí quieres el beso, maldito!? Cambié nuestras posiciones, yo quedando sentado sobre su regazo mientras él está debajo de mí acostado. Su expresión era de sorpresa y temor.

—¿Eso quieres? Pues eso obtienes.–sin nada más que decir, junté nuestros labios en un beso desesperado. Él se tardó en corresponder, estaba en un estado de shock, pero por fin lo hizo, calmando el beso y volviéndolo algo más tierno, mientras colocaba sus manos en mis caderas.—Ahora me voy...–dije una vez me separé por aire. Él trató de alcanzarme para detenerme, pero yo fui más rápido y dejé la habitación con gran velocidad y el corazón a mil. Agradecía que este piso estuviera básicamente vacío, una vez estuve en el ascensor, bajé a la recepción y afortunadamente no se paró en ningún otro piso, todavía era muy temprano.

—Disculpe.–dije una vez llegué con el recepcionista que parecía que estaba a punto de dormirse. Mi voz lo asustó despertándolo y comenzó a disculparse por haberlo visto en ese estado. Me causaba algo de gracia la situación. —Está bien chico, no tienes por qué disculparte.

—Por favor no le diga al señor San.

—No le diré, pero igual sé que no te despedirla por algo así.–dije para tranquilizarlo, aparentemente funcionó.—Anoche se me quedó la tarjeta de mi habitación adentro y cuando me di cuenta, ya eran las 12:00 a.m.

—No se preocupe, en la oficina siempre guardamos extras por si esto ocurre.–el chico fue a buscarlo y volvió enseguida con mi nueva tarjeta.—Aquí tiene, pase un buen día.

—Gracias, igualmente. ¿Cuál es tu nombre, chico?

—Yunho, señor. Jeong Yunho.

—Bien, Yunho. Ten un buen día.

—¡Gracias!–respondió con una tierna sonrisa.
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Llegué al hotel luego de haber ido a la universidad. Las clases de hoy son las que más detesto porque son demasiado aburridas, así que estaba algo cansado. Luego recordé que hacía días que no probaba los nuevos productos y maldecí todo lo que me rodeaba.

Una vez llegué al cuarto, me cambié a una ropa más cómoda y tomé la caja con los productos que debía probar para esta semana. Entre ellos había un kit de entrenamiento anal, cremas de sabores para sexo oral (bueno, eso sera un problema, ¿con quién se supone que lo pruebe?), una esponja de baño vibradora. Pondría una alarma para levantarme más tarde, pero ahora mismo tenía demasiado sueño así que me dormí.

Una hora más tarde...

Los toques de la puerta de mi habitación me despertaron. Con algo de irritación, me paré de la cama y caminé hasta ella para abrirla.

—Hola, pequeño. ¿Estabas durmiendo? Lamento interrumpirte.

—Tranquilo, igual tenía que levantarme.–lo dejé pasar  mientras mis ojos todavía trataban de acostumbrarse a la luz. Él se rió, ¿qué le causó

—Pareces un gatito.–me sonrojé por la repentina comparación.—Te vine a traer la ropa que dejaste anoche...

—Oh, gracias...–un silencio extraño se creó entre nosotros.—Sobre lo que pasó esta mañana...

—Lo siento, crucé la raya y lamento si te hice sentir incómodo.

—¿Te arrepientes?

—¿Puedo ser honesto?–yo solo asentí  ansioso por su respuesta.—La verdad es que no me arrepiento, y me siento mal al no hacerlo.–eso me dejó algo confundido.—No quiero que pienses que me estoy aprovechando ni que me acerqué a ti con malas intenciones, pero me interesas desde el primer momento en el que te vi. Llevo tiempo anhelando ese beso.–dijo acercándose lenta y cuidadosamente.

—No puedo decir lo mismo.–este desvió la mirada avergonzado y me di cuenta que mis palabras se podían malinterpretar.—¡No! Espera.–dije acercándome a él subiendo su mentón para conectar nuestras miradas.—O sea, no desarrollé un interés instantáneo hacia ti, aunque sí sentía cierta tensión entre ambos. No me arrepiento del beso, aunque debo admitir que sí me aterra lo que me hizo sentir.–sus ojos tenían un destello, no pude desviar mi mirada de ellos, era hipnótico.

—¿Qué te hizo sentir?–dijo en un susurro, nuestros cuerpos estaban bastante cerca, tanto que nuestras respiraciones se mezclaban.

—No lo sé. Fue como una chispa, algo que no había sentido antes y me hacía falta, pero también se sintió adictivo, como si no quisiera separarme nunca.

—Eso es bonito...

Nuestra distancia era casi inexistente, desvié mi mirada a los labios de San, luego volví a verlo a los ojos y noté que él también miraba mis labios con inseguridad. Ambos lo queríamos, pero seguíamos algo confundidos con toda esta situación, nos faltaba confianza. Cuando decidí que por fin terminaría con la tortuosa distancia, una voz se escuchó afuera.

—¡Servicio a la habitación!–mierda.

𝕎𝔼𝕃ℂ𝕆𝕄𝔼 𝕋𝕆 𝕄𝕐 𝕊𝔼𝕏 𝕊ℍ𝕆ℙ - WooSan/SanWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora