La primera vez que te ocurrió no le diste importancia, lo dejaste pasar, después de todo no te parecía tan importante. Pero no contabas con que las burlas continuaran día a día resonando en la escuela.
Al principio te enojabas porque no sentías que fuera justo, pero con el tiempo comenzó a dolerte. Tu error fue creer en sus palabras sin cuestionarlas ni por un segundo.
Cuando llegabas a tu casa te negabas a mencionar palabra alguna sobre lo que ocurría, nunca supiste muy bien por qué, simplemente lo hacías. De todas formas, te dolía y, mientras todos dormían, solías llorar.
Por las mañanas nadie comprendía por qué tardabas tanto en salir rumbo a la escuela, jamás admitiste que no querías ir por temor a lo que tus compañeros pudieran hacer o decir.
Poco a poco, ese lugar que tanto te había gustado cuando eras pequeña, se volvió una triste pesadilla rebosante de dolor de la que no podías despertar. Pasabas tu tiempo intentando comprender cuál era el motivo por el cual todos se reían de ti. Intestaste cambiar, quizás de ese modo se detuvieran pero comprendiste que, fueras como fueras, las cosas no cambiarían. Pensaste en pedirles a tus padres que te cambiaran de escuela pero sabías que primero intentarían hablar con tus profesores para saber qué era lo que estaba pasando dentro y fuera del salón de clases. Fue esa la principal razón que hizo que dejaras pasar las posibilidades de irte de ese ambiente, pero también estaba el miedo, el temor a que en otros lugares fuera, inclusive, peor.
Hoy, sigues guardando silencio, y aunque las burlas no hayan cesado lo has aceptado y ¿sabes? Ese fue el peor de tus errores.
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Reflexiones
عشوائيHay cosas que siempre pensamos pero tal ves nunca decimos, pero eso no les resta importancia.