No está, él jamás está. Una figura vacía lleva años ocupando su lugar y hay muchas historias que no conoce y hay mucho de mí que no sabe, pero eso no parece afectarle en absoluto. La tensión se presenta en mí cada vez que debo verlo, pues es tan solo un desconocido que finge formar parte de mi vida.
Hay palabras que jamás pude pronunciar con un significado real puesto que no tenía a quién decírselas.
El prototipo de padre no existe ante mis ojos, un lugar vacío lo remplaza, una ausencia que puede doler a veces.
En silencio acepto sus palabras desganadas y falsas para mis oídos, sus críticas lastimosas y sus prejuicios. Acepto los insultos, las burlas y los comentarios fuera de lugar. Lo acepto porque es lo que se supone que debo hacer, porque es lo que este desconocido me enseñó.
Desde pequeña aprendí a no cuestionar ni una de las palabras que saliera de sus labios, de la peor manera posible.
Lo que más solía doler era tener que aceptar y luego verlo desaparecer, porque eso fue lo que siempre sentí, que él cruzaba la puerta y se esfumaba en el aire, no lo oía regresar, jamás sentía que realmente hubiera regresado. Preguntas sin sentido solía formular, pero no aguardaba la respuesta, parecía que intentaba pagar por su ausencia con falso e inexistente interés.
Solía ver en las películas como las familias eran sostenidas por esa figura que los cuidaba de todo. Veía como el hombre enseñaba a los niños a montar en bicicleta o a nadar, jugaba con ellos y les leía cuentos. Siempre fue duro aceptar que sólo eran películas y que eso no me sucedería a mí.
Después de años de sentirlo sólo en sueños me acostumbré a la idea de no tener padre aunque jamás lo dije frente a él, después de todo él no me escucharía, jamás lo hace y jamás lo hará porque si hubiera un modo de que cambie, ya lo habría hecho.
ESTÁS LEYENDO
Reflexiones
RandomHay cosas que siempre pensamos pero tal ves nunca decimos, pero eso no les resta importancia.