Capítulo 18

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Lina

Keila tendría una cita con el chico rubio hoy por la tarde. Estaba tan nerviosa cuando se lo propuso, que ella respondió que sería mejor idea una cita doble. Y así fue como nos arrastró a Bastian y a mí.

—¡Pero yo no quiero ir con Lina!

—También te quiero—dije lanzándole un beso.

Bastian puso los ojos en blanco.

—Tengo cosas que hacer y Lina también—no era cierto, pero no me apetecía ir— ¿No podrías decirle a Roy y Maddy?

—Están cenando con la familia de Roy porque pronto se regresa a México.

—¿Y si le cancelas?—dijo Bastian como último recurso— es una buena solución.

Lo miré con reproche y él me enseñó la lengua.

Tampoco me apetecía ir, pero Keila había hecho muchas cosas por mí como para no devolverle el favor.

—Está bien, iré—dije levantándome de la cama.

Keila se emocionó y me dio un abrazo.

—Gracias, gracias. Podrías invitar a Cooper, ya que Bastian no quiere ir.

—Esperen, ¿irá Coop? Entonces sí voy.

—Olvídalo—dije señalando a Bastian—Dijiste que no querías, además no quiero que interrumpas otro momento con él.

—Ya te dije que lo siento, aunque me daría asco ver como se besan, fue un accidente—dijo antes de salir del cuarto de Keila.

Llamé a Cooper y le envié un par de mensajes pero no respondió, así que me resigné y decidí que sería un mal tercio en la cita de Keila.

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Llegamos al cine mucho tiempo antes de que empezara la película. Realmente no era muy fan de las citas en el cine, me frustraba no poder platicar y conocer a la persona.
Pero ellos parecían bastante felices con el plan elegido. 

—Keila lo siento, pero ¿cómo se llama?—pregunté cuando el rubio fue al baño.

—¿No pudiste preguntarlo antes? Era incómodo escuchar "oye" cada vez que te dirigías a Oliver—dijo negando con la cabeza.

—Lo siento, me dio vergüenza preguntar cuando llevábamos hablando más de...—dejé de hablar en cuanto lo vi.

Keila siguió mi mirada y se quedó mirándolo también.

Cooper venía hacia nosotras vestido muy elegantemente, con un traje negro, camisa blanca y una corbata azul.

Me robó el aliento durante unos segundos cuando su miraba se posó sobre mí.

Al llegar frente a nosotras, no supe que decir.

—Hola, señoritas—saludó con una sonrisa que se veía más radiante lo de usual— Lamento la tardanza, estaba ocupado y no vi los mensajes hasta hace veinte minutos.

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