Capítulo 23

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Lina

Estuve tentada a preguntar a dónde iríamos, pero no muy fue difícil adivinarlo después de ver la indicaciones del camino.

A los pocos minutos, llegamos.

—Venimos al Puente Colgante de Capilano—mencioné incrédula antes de bajar del auto.

Al ver mi cara, Cooper colocó la suya sobre el volante, frustrado.

—Por favor, dime que no he vuelto a cagarla.

—No es eso—dije divertida—no sabía que abrían de noche, tenía años que no venía.

Suspiró aliviado con una sonrisa.

Me prestó un abrigo, ya que no venía preparada y comenzamos a caminar hacia el puente. Lo había visitado cuando era niña y me parecía que era enorme. Incluso ahora me lo seguía pareciendo. Tenía una longitud espeluznante y una altura que lo era aún más.

Cuando llegamos al borde del puente, pude ver que estaba iluminado con pequeñas luces amarillas, acompañado del bosque de fondo.
Era una vista hermosa.

Dudé un momento pero comencé a cruzar el puente sintiendo esa adrenalina indescriptible en el estómago.

Di un par de pasos, miré abajo y no pude evitar sentir un poco de vértigo.

Voltee a mirar a Cooper y él ni siquiera había comenzado el recorrido.

—¿No hay unas escaleras o algo así?—preguntó mirando a los lados.

—Hasta donde sé, el puente es la única manera de llegar al otro lado.

—¿Y no hay un puente...más bajito?

No pude evitar reírme por la forma en que lo dijo.

Que Cooper tuviera miedo a las alturas no me sorprendió, yo también lo tenía, aunque no era algo que me paralizara.

—Solo... no mires hacia abajo—dije volviendo hacia dónde estaba él.

—Me es imposible sabiendo que mi cuerpo estará sobre unas tablitas de madera a 70 metros de altura con el río debajo.

—Cuanta exactitud—dije mirándolo divertida—¿investigaste?

Me lanzó una mirada asesina, parecía desesperado.

—Finge que no estamos aquí.

—Pero estamos aquí.

Puse los ojos en blanco y me acerqué a él.

—Toma mi mano, toma un respiro, acércate a mí y da un paso.

—¿Estás recitando la canción de High School Musical en la que Troy aprende a bailar?

—No—mentí.

Me miró durante unos segundos con los ojos entrecerrados y finalmente tomó mi mano. La otra la colocó en la orilla del puente.

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