capitulo 23

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—¿Qué haces?

Fruncí el ceño, todavía bajando por la pantallita de mi móvil con el dedo. Ivy se había asomado al callejón de atrás para cotillear.

—Estoy en mi pausa para fumar —protesté.

—Tú no fumas.

—Pero tengo derecho a pausa, ¿no?

Ella sonrió y se encargó de girar las hamburguesas que tenía en la parrilla antes de salir al callón de atrás conmigo y cruzarse de brazos.

—Vale, ¿qué te pasa, encanto? No es por quejarme, pero ya has tirado al suelo dos de mis perfectas hamburguesas.

—Es que estoy… distraída.

—Siento que ya hemos tenido esta conversación.

Suspiré y le enseñé la pantalla del móvil. Ivy pareció todavía más confundida cuando vio lo que estaba mirando.

—¿Qué es eso?

—Frases de amor.

—¿Eh? ¿Y para qué las quieres?

—¡Para decírselas a Marcy! Me ha dicho que hasta que no le diga algo cursi no me perdonará.

Ivy contuvo una risotada por compasión, porque era obvio que yo estaba bastante agobiada mientras seguía bajando y leyendo a toda velocidad.

—¿Y eso no es hacer trampa? —preguntó.

—¡No! Es tomar ideas.

—Si le dices frases de internet, se enterará.

—…puede que no…

—Anne, lo que se tiene que hacer en estos casos es decir algo significativo
para la otra persona. Algo que solo ella y tú podáis entender. Ya sabes, algo especial.

Me quedé mirándola un momento, pensativa.

—Pero ¿tú cómo sabes tanto de estas cosas?

—Yo soy una persona sabia en el amor.

—¿En serio? —esbocé una sonrisa maliciosa—. ¿Y cuándo fue la última vez que tuviste pareja?

—Eso ha sido cruel.

—Eso ha sido una pregunta inocente.

—Pues estoy intentando con el chico aquel —se defendió—. Hace días que no salimos, ¡pero si lo invito estaría encantado!

—Ajá.

—¡Es verdad!

—Ajaaaaaá.

—No te burles —advirtió, muy digna—. Al menos, yo no tengo que buscar frases cutres por internet.

Jaque mate, Anne.

Iba a responder, pero las dos nos giramos hacia la cocina cuando escuchamos el ruido de algo cayendo al suelo.

Ese algo resultó ser Polly, que se había acercado a cotillear y cuando había
intentado irse corriendo para que no la pilláramos se había resbalado y caído de culo al suelo.

—Auch —se lamentó, frotándose el culo mientras Ivy y la ayudaba a
levantarse.

—¿Se puede saber qué hacías espiándonos? —entrecerré los ojos.

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—Yo no estaba espiando a nadie —protestó Polly, muy digna—. Solo me preguntaba dónde estabas. ¡Me has dejado sola en las mesas!

—Si no espiabas, ¿por qué has salido corriendo? —Ivy también entrecerró los ojos.

—P-para... ¡para que no pareciera que estaba espiando!

Todo tiene su tiempo  -MarcAnne-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora