capitulo 25 (parte dos)

710 72 107
                                    

El capítulo era muy largo así que lo dividí en dos partes, esta es la parte dos. Ya he publicado la parte uno. Por si no la has leído ve y léela

*
*
*
*
*
—¿Qué vestido llevas? —me preguntó Sasha, intentando cambiar de tema.

Me abrí la chaqueta y vi que ella abría mucho los ojos al instante en que vio mi vestido verde oscuro. Me llegaba por encima de los rodillas y por arriba tenía bastante escote. De hecho, ni siquiera podía llevar sujetador. Se sujetaba de dos finas tiras que se cruzaban en mi espalda. Y no tenía mucha decoración. Pero era bonito.

—Wow —Sasha se quedó mirándome con los ojos muy abiertos—. Estás... tan sexy.

—¿A ver? —Owen se asomó enseguida.

Sasha lo volvió a girar hacia la carretera con mala cara.

El trayecto no fue tan tenso como creí que sería, principalmente porque ellos dos empezaron a hablar enseguida, haciéndolo más llevadero. De hecho, casi no me acordé de dónde estábamos yendo hasta que Owen aparcó el coche delante del restaurante.

Nos bajamos los tres y yo me quedé mirando la entrada con un nudo de nervios en el estómago. ¿Realmente quería entrar ahí?

—¿Estás bien? —me preguntó Owen, deteniéndose a mi lado.

Asentí con la cabeza y acepté su brazo cuando me ofreció uno a mí y el otro a Sasha. Y entramos los tres en el restaurante.

El camarero nos guio enseguida hacia el reservado donde estaban los demás, que al parecer era una sala bastante grande con mesas con comida y bebidas. No había mucha gente, pero a mí me pareció una multitud gigantesca. Especialmente cuando vi cabezas girándose hacia mí y empecé a reconocer caras que no había visto desde los quince años.

Vale, ¿y si esto había sido un error?

Estuve a punto de retroceder bruscamente cuando una chica de mi edad con los ojos castaños y un montón de pecas repartidas por la cara se detuvo delante de mí.

—¡Anne Boonchuy! —me reconoció enseguida—. Dios, estás igual. ¿Te acuerdas de mí?

Claro que me acordaba. Nos habíamos llevado siempre muy bien. Y alguna vez me había dejado copiar en sus exámenes a cambio de que yo la invitara en las fiestas que organizábamos.

Y esa fue básicamente la dinámica durante los siguientes veinte minutos. La gente se me acercaba, me decía que no había cambiado nada, que estaba genial —o variantes de esas dos cosas— y me decía qué había sido de su vida justo después de que les presentara a Sasha y Owen. Algunos habían seguido estudiando, otros ya trabajaban, había dos que incluso ya tenían hijos —al parecer, querían ser padres jóvenes— y uno que seguía viviendo de sus padres porque seguía sin trabajar o estudiar en nada. La mayoría, eso sí, seguían viviendo en el mismo pueblo de antes.

—Bueno —comentó Sasha cuando nos acercamos por fin a la mesa de comida—. No ha estado tan mal, ¿no? Parecen simpáticos.

—Especialmente el que intenta batir el récord de cuántos bollos se puede meter una persona en la boca sin morir —murmuró Owen con una mueca, viendo a un invitado.

Yo recogí un canapé cualquiera solo para comer algo. La verdad es que tenía ganas de cualquier cosa menos de comer. Seguía estando muy nerviosa. Sasha debió notarlo, porque se acercó a mí.

—Si ves al gilipollas, me avisas. He visto dónde esconden los cuchillos.

Empecé a reírme, pero la risa se me cortó de golpe cuado escuché a alguien carraspear justo detrás de mí.

Todo tiene su tiempo  -MarcAnne-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora