5 ↻ El chico debe comer

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—Sarah Edith Venbee Callahad, 19 años. Tiene una cicatriz en su muslo derecho vertical, un lunar en su espalda que tiene la forma de una estrella y otro en la comisura de su labio, cabello castaño ondulado que le llega hasta la cadera. Mide 1.60 metros, piel blanca, ojos miel y pertenece a la casta omega. Sé que era novia de este Alfa lobo, pero no estaba de acuerdo con su relación y no me contaba mucho de él. Entraron a la casa por la fuerza y se la llevaron, no sé nada más.

Fue lo primero que dijo Claude al abrir sus ojos y encontrarse con un detective.

—¿Cómo te encuentras?

—Bien.

El detective enarcó una ceja, casi podía ver su maldita sonrisa incrédula porque sabía que mentía, pero no podía sacar el tema principal así como así, porque todo llevaba un procedimiento.

―¿Qué más puedes decirme?

―¿Cuántos días pasaron?

―Dos días.

Claude se mordió el labio inferior en un intento por reprimir su grito y enojo acumulado, podía sentir la adrenalina todavía en su sistema y unas infinitas ganas por levantarse e ir a buscar a esos bastardos, tal y como se lo prometió a Sarah.

―¿Puedo irme ya a la casa?

―No es seguro para tu salud, Venbee. Volveré cuando te den de alta, por ahora descansa.

―No, me iré ahora.

El detective no hizo mucho por impedirlo. Claude se arrancó la intravenosa y salió del hospital una vez y se cambió, necesitaba comenzar su búsqueda y encontrar a Sarah. Necesitaba poner en orden sus pensamientos y analizar la situación con la cabeza fría, pero no podía y el aire comenzó a aplastar sus pulmones, sentía que, en vez de respirar la cantidad adecuada, toneladas de oxígeno se adentraban en su sangre y pulmones, causando que tosiera y fuera atacado por una ansiedad interminable.

―¡Venbee! Respira, hombre. Debes calmarte.

Era fácil decirlo cuando no era su hermana quien estaba en esa situación, pero Claude decidió hacerle caso al detective cuando pensó en la inteligencia de Sarah, en cómo la niña desde el inicio se mantuvo tranquila incluso cuando sus padres fueron asesinados. Ella cooperó con sus planes para que no los separaran, actuó con sabiduría y esta no era la excepción, tras concluir que Sarah estaba poniéndose a salvo por cuenta propia, el aire fluyó amenamente por sus pulmones y miró al detective.

―Yo no sé nada ―volvió a decir―. Sólo sé que secuestraron a mi hermana menor.

―Necesito interrogarte, Venbee.

―Ya te dije que no sé nada.

―Puedes decírmelo en la sala de interrogatorios.

Claude se enojó, pero era mejor cooperar y hacerse el loco.

―Debo cambiarme, así que iré a la casa.

―Te acompañaremos, Venbee.

No pudo quitarse de encima a ese molesto detective cuyo nombre todavía ni sabía, aunque no le importó ya que pronto se desharía de él. Trabajar solo en esto era lo mejor teniendo al Clan Eckzahn interesados en toda esta mierda, debía moverse solo, aunque no encontraba ningún camino fijo y todo apuntaba a que la información que los Eckzahn y quienes se llevaron a Sarah era mejor que la que tenía él, por lo que llevaban ya una ventaja. No era de su agrado analizar cada minúsculo detalle como un maniaco, pero debía hacerlo si quería entender en qué se estaba metiendo ya y quiénes podrían ser sus mejores aliados, por eso, cuando llegó a la casa pronto corrió a su cuarto y tomó un teléfono desechable, cuando lo encendió recibió enseguida una llamada.

CÓDIGO OMEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora