10 ↻ Cachorro de pelaje oscuro

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Tranquila. Tranquila. Tranquila.

Sarah recitó esa palabra como si fuera su credo una y otra vez mientras estuvo en ese cuarto donde sólo había un colchón y un baño. Las paredes estaban tan blancas que parecía que alguien mandó a pintarlas, pero eso no era lo que importaba, sino que nadie había venido desde que la secuestraron.

La única puerta que había era una metálica que tenía una rejilla por donde le dejaban su comida. Al inicio pasó dos días sin probar un bocado, al tercero alguien le dejó una cajita feliz con un vaso decorado de My Little Pony.

Entonces comió. Al cuarto día alguien le dejó una caja con pizza y alitas de pollo para ella sola junto a una coca cola. Al quinto día pensó que sus captores eran muy buenas personas cuando le preguntaron si necesitaba algo.

—Oh, hum... hoy llegó mi periodo y no puedo bañarme, ¿pueden ser unas toallas de flujo semi abundante y toallas para bebé?

Era una petición y situación muy irreal. Cuando la trajeron pensó que la iban a torturar, que la golpearían y quizá hasta la matarían, pero nadie le tocó un pelo. Sólo la dejaron quedarse aquí y le traían tres comidas al día.

—No sé de estas cosas —la voz de un hombre se escuchó detrás de la ventanilla y Sarah se paró para echar un vistazo—. Te dieron permiso para bañarte.

—¿Cuándo me puedo ir? Quiero ir con mi hermano, oye...-

—Dijeron que te llamas Sarah, ¿cierto? —Sarah se impacientó cuando la puerta comenzó a abrirse—. Ellos te están cuidando por algo, pero si haces un movimiento tonto van a quitarte todas estas comodidades. Por tu seguridad, coopera.

Intentó pensar como Claude, ¿qué haría su hermano mayor? Cooperar. Seguir la corriente para no salir lastimado, actuar sumisamente y conocer a su enemigo en silencio, siendo obediente porque sabía que luchar era una tontería. El alfa era más fuerte y poseía un arma natural como lo eran sus feromonas y su voz dominante, por eso era quien la cuidaba, porque se pasaba de lista fácilmente podría someterla. Sarah ya había aprendido varias cosas aquí, pero aún no lograba encontrar algo que pareciera una salida, una pista de su ubicación y sólo le restaba mantenerse a salvo según se lo permitieran.

Buscar su supervivencia.

—De acuerdo.

Su captor era un viejo alfa que rondaba cerca de los cuarenta años. Con canas y una cicatriz horizontal a la mitad de la cara. La condujo por un pequeño pasillo igual de pulcro y sintió un ligero movimiento, ¿estaban en movimiento? No sabía, pero ninguna casa o sótano podría lucir tan iluminada como este lugar. Después llegó a unas duchas donde el alfa no la perdió de vista. Fue incómodo bañarse frente a él, especialmente cuando la sangre resbaló por su entrepierna y se diluyó con el agua. Aun así, abrió un poco las piernas y finalizó su aseo lo más rápido que pudo.

El alfa no veía en su dirección, pero estaba asegurándose que no hiciera alguna tontería, en algún punto se relajó y disfrutó del agua caliente.

—¿Listo?

—Oh, sí... señor alfa, ¿puedo hacerle una pregunta?

—¿Qué es?

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Alrededor de tres semanas.

Casi el mes, a Sarah se le cayó el ánimo por el suelo y quiso reprocharle a Claude por no venir rápido. Después se dijo que era su culpa, porque de haberlo escuchado nada de esto hubiera pasado. Cuando entró al cuarto fue directo al colchón y se recostó, los cólicos eran demasiado para ella.

CÓDIGO OMEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora