—¡Mael!
No hubo ninguna respuesta de su parte y Claude estaba perdiendo la razón. Debía soltarse, pero la fuerza del lobo era demasiada, tan exagerada que se sintió estúpido al luchar. Aun así, cuando Mael lo lanzó a la cama con toda la jodida intención de aplastar su cráneo al colchón, Claude logró hallar una apertura y de un rodillazo lo hizo caer a la cama adolorido y chillando.
—Las cosas no serán como tú quieras, Alfa —Claude le dio un puñetazo y un gruñido brotó de su garganta, el Alfa quiso pararse, pero volvió a inmovilizarlo—. No planeo dejar que me jodas cuando tú quieras. Me importa una mierda si somos algo, siempre has hecho las cosas a la fuerza, secuestrándome y luego marcándome, ¿de verdad crees que voy a aceptar todo lo que venga de ti? Eres un tremendo idiota.
El Alfa gruñó una vez más, sus manos estaban deformadas en una clase de garras y las venas de todo su cuerpo fueron severamente marcadas, como si la sangre ya no fuera roja, sino negra. Sus ojos azules y brillantes se apagaron por unos segundos, y después recobraron su luminosidad. El Alfa se veía tan letal que Claude retrocedió, esa angustia en su corazón no cesó y conforme veía la silueta del Alfa ir hacia él, pensó que iba a morir.
—¿Lo harás de nuevo? ¡Jodido perro bastardo!
El instinto de un lobo alfa era demostrar su autoría. Dominar al más débil utilizando la fuerza de ser necesario.
Si el Alfa se enfrentaba a otro Alfa, lo más seguro era que terminara en una escena bastante sanguinaria con uno de los dos muertos. Para Claude, esto jamás sucedería porque ni siquiera era algo así, pero era el primer vínculo de Mael, por lo que su situación era menos sanguinaria, pero igual de dolorosa. Estaba destinado a estar por debajo del Alfa y claramente el suyo estaba furioso por ser demasiado rebelde. Retarlo de una forma tan estúpida sólo le traería consecuencias a él.
Fue como cavar su propia tumba y hasta ahora se dio cuenta de que ni siquiera compró su ataúd.
—Mael... no soy un Omega.
—¿Crees que eso me importa? Debiste pensarlo antes de joderme.
El Alfa tenía la responsabilidad de cuidar a su pareja, darle seguridad y protección. Si su pareja era buena recibiría un amor incondicional, pero si era mala, entonces obtendría desprecio y humillación. El Alfa buscaría la forma de someterlo, hacerlo ver débil y lo conseguiría abusando de él tanto como quisiera. No sería el primero ni el último que pasaría por esto, pero admitía que tenía miedo porque no era un Omega.
Quizá moriría desangrado.
Cuando el Alfa sujetó con fuerza su brazo y lo tiró en la cama, se dio cuenta del maldito error que cometió. Sabía defenderse, pero un Alfa era otra cosa bien distinta, encima era su pareja. Claude ya sentía un sentimiento ominoso hacia la sumisión. Se resistió un tanto y volvió a golpear el rostro de Mael, lo hizo sangrar y su ceja derecha se abrió al segundo puñetazo, pero no se apartó de él. Los dos jadeaban y gruñían como las bestias que eran y no eran. Sin duda alguna tenían apariencia humana, pero su comportamiento quizá era el de una bestia enojada y frustrada.
Era culpa del Alfa por marcarlo.
Si quería a alguien sumiso y que se abriera de culo por él, ya podía irse a buscar a su Omega soñado, porque él era un beta.
—Quédate quieto.
—¿Y dejar que abuses de mí?
—Soy tu pareja.
—Aplica también para ti, perro sarnoso.
El lobo se confundió con eso, de verdad... Claude debía enseñarle modales.
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CÓDIGO OMEGA
WerewolfA sus 25 años, Claude Venbee logró entrar al departamento de policía como un oficial de lo más normal, que la mayoría del día bebe café y come rosquillas con su compañero de patrulla. Pero todo cambia cuando le asignan patrullar la Zona A. Un lugar...