7 ↻ Vínculo

1.5K 220 115
                                    

El Alfa sujetó furioso su cuello y ejerció una presión que le quitó el aliento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El Alfa sujetó furioso su cuello y ejerció una presión que le quitó el aliento. Claude se removió bajo el cuerpo de la bestia que lo aprisionaba, asustado y desorientado. Todavía no tenía su mente clara y ese aroma lo estaba drogando.

Era como meterse un algodón con aromatizante por la boca y nariz, no podía respirar bien y su cabeza comenzó a punzar. La migraña que hinchó su cerebro lo hizo querer vomitar, pero el Alfa metió sus dedos en su boca y sujetó su lengua.

—¿Sabes en dónde estás? —el Alfa preguntó, estaba mordiendo su pierna y Claude abrió su boca para recuperar el aire—. Supongo que no, pero no te irás de aquí en los próximos cinco días.

No entendió nada.

Sólo estaba mareado, drogado y retorciéndose bajo el cuerpo del Alfa... al menos eso sabía. Su mente le dijo que estaba en el cuarto del Alfa y posiblemente el aroma era así de intenso porque estaba en celo, o entraría. Aun así, Claude no pudo hacer mucho, sus intentos por escapar fueron en vano, así como mostrar rechazo fue inútil. El Alfa era demasiado violento con él.

Claude se quedó quieto cuando el Alfa se alejó para sentarse donde mismo, y conforme ese aroma se volvió más y más fuerte, un instinto animal brotó de lo más profundo de su ser. Algo gritó que era beta y esta situación no estaba bien, pero estaba drogado y no podía entender siquiera que horas atrás el Alfa lo tomó sin pensar siquiera en su casta.

Había sangre en toda la cama.

—Duele... —jadeó. Claude quiso ponerse de pie, pero eso alertó al Alfa quien gruñó muy molesto. Fue más un rugido animal, uno que escuchó en documentales de animales salvajes. Uno que pertenecía a una bestia capas de destrozarlo aquí y ahora.

Claude detuvo sus movimientos y se encogió de hombros cuando el lobo caminó de vuelta a él y lo sujetó del cuero cabelludo. Su cráneo ardió cuando algunos cabellos fueron arrancados y cayó una vez más a la cama, donde se mordió el brazo para soportar el dolor que trajo la primera penetración.

El aroma a feromonas volvió a golpear sus sentidos. Era sofocante al ser la primera vez que las sentía así, tan concentradas, con ese aroma a semental, semen y sudor. Un aroma a sexo que jamás sintió en toda su vida acompañado de un terrible dolor, fue lo primero que Claude logró sentir al estar con un hombre lobo.

—Duele, ah... duele mucho. ¡No!

Eso no detuvo al lobo. El Alfa continuó saciando su necesidad mientras mordía su cuerpo y lo hacía sangrar. Claude acabó de espaldas mientras podía sentir que el Alfa estaba dejando caer su cuerpo, uno de sus brazos estaba sobre su cabeza y el otro doblado en su espalda. No podía escapar.

Cuando el Alfa mordió su nuca gritó. Gritó tan alto que hasta la más pequeña de las criaturas corrió a esconderse con su alarido. No era un hombre el que gritaba.

Era una víctima la que suplicó estar muerta para no seguir soportando esta nueva tortura.

El día llegó cuando Claude abrió sus ojos y se encontró a un Alfa sobre él, quiso llorar y al no poder hacerlo, terminó llevando su mano al rostro del Alfa, grave error, porque el animal lo mordió e hizo sangrar, pero no se detuvo.

CÓDIGO OMEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora