La rubia médica nuevamente recuperó el paso hacia su casa, de vez en cuando miraba de reojo por encima del hombro para asegurarse de que la otra mujer le seguía de cerca, no sabía a qué atenerse y estaba algo nerviosa con su presencia, el sol empezaba a colarse por las ramas de los árboles y con él preguntas seguían circulando en su cabeza. - Puedes caminar a mi lado, sabes? - Se detuvo abruptamente haciendo que la de rizos chocara contra su espalda.
Amelia ante lo inesperado se aferró a ella colocando las manos en su cintura. - Perdone. - La soltó avergonzada. - ¿Qué ha dicho? - Instó a que le repitiera puesto que no había recepcionado muy bien sus palabras.
La médica se dio la vuelta. - Digo que puedes caminar a mi lado, no hace falta que te quedes atrás. - Repitió sin quitarle los ojos de encima. - Además me hace sentir incomoda. -
-Oh, lamento escuchar eso, Dra. Gómez. - Se disculpó ella acomedida. - No pasará de nuevo. - Aseguró seriamente.
La rubia la miraba con curiosidad, pero retomó el paso. - Luisita está bien. -
La de rizos se apresuró a caminar a su lado como se lo había permitido. - ¿Qué? -
-Digo que no tienes que llamarme Dra. Gómez todo el rato, puedes llamarme Luisita. - Aclaró ya un poco cansada con las formalidades con las que parecía siempre hablar la otra mujer.
Amelia lo pensó un poco antes de preguntar de nuevo. - ¿Por qué el diminutivo? Tiene algo que ver con la edad? -
Luisita la miró con el ceño fruncido, casi indignada con que creyera que el diminutivo en su nombre era por algún tipo de complejo por su edad, sin embargo al ver la genuina confusión y duda en aquellos ojos cambió su actitud. - No, es algo familiar. - Empezó a explicar notando el sincero interés de la morena. - Desde pequeña me llaman así y se volvió costumbre que todo el mundo lo haga. - Le restó importancia.
-Y a usted le gusta? -
-Como dije, es cuestión de costumbre. - Respondió. - ¿Por qué? A ti no te gusta? - Levantó la ceja con suspicacia.
-De donde yo vengo es una muestra de respeto no usar diminutivos y referirse por los apellidos de las personas. -
Luisita dejó escapar una risita. - Parece eso muy de dos siglos atrás. - Recibió silencio como respuesta. Llegaron al edificio en el que vivía la rubia, subieron en el ascensor en más silencio y cuando salieron de la caja metálica caminaron por un corto pasillo hasta llegar a la puerta azul celeste con el número 406, la rubia sacó las llaves del bolso y abrió sin problemas dando un paso dentro, se quitó los zapatos a un lado de la puerta, dejó la chaqueta en el perchero junto con su bolso y solo en ese momento se percató de que la de rizos seguía de pie al otro lado del marco de la puerta. - ¿Qué pasa? -
Amelia la miraba expectante, balanceándose en sus pies. - No me ha invitado a seguir Dra. Gómez. - Le hizo saber con expresión indescifrable.
La rubia confundida se acercó a ella. - ¿Qué? ... Mira da igual, entra de una vez por favor. -
Pero Amelia no se movió. - Tiene que decir las palabras. -
La médica puso los ojos en blanco. - Esto no puede estar pasando. - Pasó las manos por su cara con exasperación. - Bien, como sea, te invito a que entres en mi casa. - Dijo las palabras con algo de sarcasmo. - ¿Está bien así? - Ironizó.
-Veamos. - La mujer dio un paso hacia delante pasando el umbral de la puerta casi que con temor y luego entró por completo. - Muy bien. - Sonrió complacida, vio suspirar a la rubia médica antes de que se alejara hacia lo que parecía ser la cocina; así que ella cerró la puerta y dio otros pasos dentro mirando toda la estancia.

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She Dark
FanfictionEmpezó como especial de Halloween 🎃 Ahora veamos que tan reales son los sueños y que tan afilados son los colmillos de un Vampiro.