Atracción

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La oscura y fría noche una vez más le acompañaba, metió las manos en los bolsillos delanteros de su chaqueta y se apresuró en su camino a casa, tenía la sensación de estar siendo observada, miró un par de veces en todas direcciones y lo único que podía ver eran personas que por allí deambulaban cada quien en sus cosas, pero ella no podía apartar esa sensación incomoda de su cuerpo por más que se exigiera a sí misma estarse tranquila y no preocuparse.

Caminó con la cabeza gacha hasta pasar justo enfrente de las mallas metálicas, miró detrás de éstas por sus rendijas simétricas, allí seguía el edificio que parecía nunca acabar con maleza alrededor y más oscuridad, sacudió la cabeza y siguió caminando cuando de repente su piel se erizó, tragó grueso y casi como si se lo esperase fue empujada contra las mallas con fuerza por la espalda.

Ella esta vez intentó defenderse, intentó empujar en contra del férreo agarre contra su cuerpo pero parecía inútil, sintió el tirón en su cabello y aunque gritó su voz no se escuchó. - ¿Me extrañaste? - Le susurraron antes de que los colmillos se hundieran en la piel de su cuello.

Se despertó ahogada, bañada en sudor, boca abajo gritando contra la almohada. - Ey Luisi. - En medio de su desconcierto escuchó la voz de su amiga Rocío. Sentía su corazón golpear en su pecho como un tambor de banda cívica resonando en sus oídos junto con el palpitar de su cabeza. - Gómez está todo bien, estabas soñando. - Escuchó de nuevo y esta vez se sumó una leve caricia en su espalda.

Luisita algo desorientada tragó el grueso nudo en su garganta y se dio vuelta en la pequeña cama de hospital para encontrarse con los ojos preocupados de su amiga y colega. - Estoy bien. - Carraspeó pasándose la mano por la frente sudada.

-Parecía ser un sueño bastante feo. - Rocío se acomodó más a su lado mirándola todavía con duda. - No parabas de gritar contra la almohada. - Añadió en voz baja. La médica se relamió los labios mientras también se sentaba en el borde de la cama al lado de la castaña. - ¿Quieres hablarlo? - Preguntó dulcemente.

Pero la médica se negó de inmediato. - No, no pasa nada, estoy bien. - La miró de reojo, su amiga no parecía muy convencida. - En serio, estoy bien, ya ni recuerdo de qué se trataba el sueño. - Le dedicó una risita fingida.

-Vale, pero cualquier cosa ya sabes que puedes decirme lo que quieras. -

-Lo sé. - Esta vez sonrió con algo más de entusiasmo. - Voy a refrescarme un poco. - Señaló el baño de la sala de médicos.

Rocío asintió y se levantó. - Sí, yo voy a la cafetería a comer algo antes de que empiece el jaleo de las 4 pm. -

Luisita se rió. - Eso de las 4 pm solo lo crees tú. -

-Luisi, la gente tiene horas pico para venir a un hospital, eso está comprobado. - Le recordó como materia de hecho. - A medida que se va metiendo la tarde/noche es cuando van llegando con más frecuencia, créeme. -

-Te creo, te creo mujer. - Respondió ella entre risas, Rocío finalmente se fue y ella volvió a ponerse seria. Caminó hasta el baño y en el lavamanos abrió el grifo agradeciendo el agua fría que brotaba en sus manos unidas, se mojó la cara dejando escapar un suspiro de satisfacción hasta que cerró el grifo y se quedó viendo su reflejo en el espejo, se llevó la mano hasta su cuello como inspeccionando la zona pero allí no había nada.

Pensó en unos ojos color miel que cambiaban de matiz según qué momento y reconoció sentirse embelesada con ese recuerdo hasta que sus mejillas se calentaron regalándole un toque rosado en la piel.

Se reprendió a sí misma aquella extraña reacción y salió del baño también con destino a la cafetería, tal vez le vendría bien comer e hidratarse antes de que los pacientes empezaran a caer casi que de los árboles.

She Dark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora